Sociedad y Justicia
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Plantea especialista que debe bajar el número de cesáreas

Hemorragias obstétricas, principal causa de mortalidad materna: IMSS
 
Periódico La Jornada
Jueves 1º de octubre de 2009, p. 39

Entre las principales causas de la mortalidad materna en México están las hemorragias obstétricas, asociadas principalmente a las operaciones cesáreas que previamente han tenido las mujeres, aseguró Sergio Rosales, ginecobstetra, adscrito al área de enseñanza del Hospital General de Zona número 4 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En entrevista, el especialista resaltó que entre 35 y 40 por ciento de los partos atendidos en las instituciones públicas se resuelven mediante una cesárea, cuando el máximo tendría que ubicarse en 15 por ciento.

El procedimiento invasivo debería limitarse a los casos en que el tamaño del canal de parto es insuficiente para la salida del bebé; cuando el producto se encuentra en posición transversal; o si el cordón umbilical está enredado alrededor del cuello y existen datos de asfixia del bebé.

Respecto a lo que se conoce como circular al cuello (cordón enredado), el médico detalló que en 30 por ciento de los partos vaginales los bebés nacen con una vuelta del cordón a la garganta sin ningún problema. Los riesgos para el producto se presentan cuando se trata de dos o más circulares y, de todas maneras, se puede detectar de manera oportuna para decidirse por la cesárea.

Señaló que para lograr abatir la frecuencia de dichas intervenciones quirúrgicas, tendría que darse un cambio radical en la forma como se atiende actualmente a las embarazadas, dándoles un seguimiento estrecho.

El médico debe estar atento a las señales de alarma que, en algún momento, indican la necesidad de practicar una operación quirúrgica.

Rosales Ortiz participó en el primer curso internacional Abordaje y retos de la obstetricia en México, donde comentó sobre las estrategias para reducir el índice de cesáreas.

Señaló que el problema no es el procedimiento en sí, sino las consecuencias que en el futuro les pueden traer a las mujeres. Entre otros, mencionó el riesgo de que en los embarazos posteriores, la placenta se pegue a la cicatriz dejada en el útero por la operación previa.

También es probable que a causa de la misma cicatriz, el útero pierda elasticidad, lo que posibilita su ruptura. En ambos casos se produce una hemorragia con potenciales consecuencias graves para la salud y la vida de las mujeres, indicó.

Rosales planteó que la reducción en el número de cesáreas también requiere de la participación activa de las embarazadas, quienes durante el periodo de gestión deberían prepararse física, mental y emocionalmente para el momento del parto natural y que, de antemano, sepan que sólo en caso de ser necesario se recurrirá a la cirugía.

Cuestionado sobre las dificultades que existen en las instituciones públicas para disminuir el número de cesáreas, el ginecobstetra reconoció que la saturación de los servicios médicos y el limitado número de profesionales en los hospitales representan los principales obstáculos. Aún así, dijo, en cada nosocomio se pueden impulsar áreas de trabajo para empezar a cambiar la perspectiva de médicos y mujeres.

Los primeros, porque a lo largo de los años se han enfocado en evitar el riesgo que podría traer un parto normal. Prefieren las cesáreas porque lo pueden programar y en un par de horas concluir todo el procedimiento, indicó.