Opinión
Ver día anteriorLunes 28 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Toros
¿La fiesta en paz?

Los toros, Waterloo

W

aterloo es no sólo un sitio entre las ciudades de Bruselas y Charleroi, Bélgica, donde las fuerzas aliadas (prusianos, ingleses, belgas y holandeses) a las órdenes del general Wellington vencieron a las tropas francesas comandadas por Napoleón, en el último intento de éste por volver a ser el mandón de Europa.

La palabra significa también, a raíz de aquella derrota histórica, complicación indeseada, intento frustrado, estrategia fallida. Por lo que la frase Encontrar su Waterloo indica fracasar definitivamente, defraudar las propias intenciones, ser rebasado por las circunstancias; nomás no haber podido con el paquete.

Sin alusión a ningún mandatario o ex mandatario metido a taurino de clóset, pues ya se sabe que estos gerentes acatan sin chistar las órdenes y gustos de Washington y sus aliados seudomodernizados –guerras sí, toros no–, el título de la nota sugiere los esfuerzos infructuosos –o la negligencia premeditada– de empresarios taurinos mexicanos para recuperar la grandeza, posicionamiento y expresión que antaño tuvo la fiesta de los toros en nuestro país.

Parafraseando a Vasconcelos, a los mexicanos se nos ha agudizado la desneuronización, entendida ésta como la pérdida de neuronas para llevar a buen puerto cuanto proyecto se quiera aterrizar, excepto dos arraigadas tradiciones: el insensato desperdicio de muchos y la impúdica acumulación de pocos.

De ahí el sentido de seguir exigiendo a los promotores más acaudalados en la historia mundial de la fiesta un desempeño menos amateur ante una situación taurina que ellos propician desde hace tres décadas, aumentando divisionismos, estancamiento y dependencia, como sucesivos gobiernos pues.

¿Por qué algunos de los supuestos dueños del país contribuyeron a esta crisis taurina? Porque en su frivolidad dejaron de anunciar toros bravos con trapío y toreros que con ellos dieran espectáculo, olvidando además que toro emotivo más torero competitivo, igual a pasión en el tendido, y a mejores entradas y a negocio floreciente y transparente y a categoría empresarial.

El despilfarro ante una grave crisis económica que estos empresarios metidos a hacer fiesta pretenden ignorar se repite puntualmente cada año, y la importación indiscriminada de toreros con toros y alternantes a modo ha traído como resultado que la fiesta en México carezca ya de interés masivo, excepto cuando se anuncia a Hermoso, Ponce o El Juli. Lo dicho, un auténtico Waterloo taurino.