Cultura
Ver día anteriorLunes 21 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Es muy placentero dedicarse a la belleza, expresó la escritora

Beatriz Espejo, cuentista y docente, recibió la Medalla Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de septiembre de 2009, p. a14

La escritora Beatriz Espejo (Veracruz, 19 de septiembre de 1939) fue galardonada este domingo con la Medalla Bellas Artes, en la sala Manuel M. Ponce de ese recinto, por su notable contribución a la literatura mexicana, así como por su distinguida trayectoria como investigadora y docente.

En el acto, los escritores Hernán Lara Zavala, Vicente Quirarte, Miguel Sabido, Ignacio Solares y Juan Domingo Argüelles detallaron anécdotas, analizaron la singular obra narrativa de Espejo y coincidieron en definirla como una de las mejores cuentistas de nuestro país, ensayista intuitiva, apasionada y generosa; docente nada ortodoxa que ejerce su quehacer literario como una bordadora de la vida humana, tejedora de la vida con hilos finos y filosos, con profundo y sensible conocimiento del alma femenina, cuya notable obra narrativa es concisa, de gran belleza y rigor.

Tras recibir la presea de manos de Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes, la maestra Espejo, emocionada y con ganas de llorar de alegría, leyó un texto escrito para la ocasión en el cual evocó de manera literaria y poética quién he sido, lo que soy y cómo pretendo terminar mi vida.

Espejo fue discípula de Julio Torri, Salvador Elizondo y Juan José Arreola, entre otros; es considerada una narradora comparable en importancia con Rosario Castellanos y Luisa Josefina Hernández. Fundó la revista El Rehilete y es autora de cuentos como Muros de azogue, El cantar del pecador, Alta costura, Todo lo hacemos en familia y Marylin en la cama.

Beatriz Espejo recordó el entorno en el que se dio su nacimiento y las cartas de amor que cruzaron durante su noviazgo sus entonces jóvenes padres.

Evocó sus anhelos por escribir, a sus abuelas y tías. “Quizá por ellas, por apego a lo femenino y por mi teoría de que se debe escribir sobre lo que se conoce, edité en mi juventud El Rehilete, con un directorio formado por mujeres; además, muchas de mis protagonistas son mujeres y he trabajado antologías y ensayos sobre escritoras talentosas.”

La autora señaló que la nostalgia es una de mis constantes. Como narradora “he inventado mis propias reglas, mediante el ejercicio de un realismo crítico, costumbrista, milagroso y hasta histórico, donde necesito apoyarme en la investigación y donde desfilan una serie de figuras célebres a las que evoco como si fueran amigos que me permiten hurgar en su alma.

“Me hubiera gustado ser poeta más que nada en el mundo –apuntó Espejo–, pero los dioses no me dieron el don de esa síntesis perpetua; sin embargo, esos dioses se apiadaron y me han permitido pergeñar cuentos con dos mensajes: el descubierto de primera intención y el que deja pensando.

“Casi nadie sabe –confió– que soy una observadora capaz de guardar un recuerdo para desenterrarlo en el proceso necesario. Referente a mi carrera, estoy contenta, porque es muy placentero dedicarse a la belleza y a la admiración hacia seres que vinieron y se fueron dejando al mundo más hermoso de como lo encontraron. Pretendo terminar mi vida al pie del cañón, escribiendo hasta que me alcancen las fuerzas y compartiendo el cariño de ustedes.”