Opinión
Ver día anteriorDomingo 13 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Caos afgano
D

ebido a que la democracia se encuentra exhausta en sus ciudadelas de América del Norte y Europa occidental, ¿qué debemos esperar de Afganistán? Estamos solamente ante una imitación, ante una elaboración ideológica que deberemos definir justamente como democratismo, el rostro aceptable de un poder autoritario. Lo hemos visto ya en acción en el Irak ocupado y ahora en la farsa incluso peor en curso en Afganistán. La idea de que los resultados darán legitimidad al candidato vencedor no es otra cosa que una fantasía de alguno en Kabul y una cínica manipulación por parte del sistema político occidental establecido y de su prensa domesticada. Sea cual sea el resultado, no cambiará nada.

Hamid Karzai gobierna un escuálido narcoestado. Wali Karzai es el hombre más rico del país y saca beneficio de los tráficos de armas y droga y de la presencia de la OTAN que mantiene en el poder a su hermano. Los dos candidatos rivales de Karzai en su momento formaron parte del gobierno. Ambos son dos payasos anhelantes de que Washington abandone a Karzai y los ponga a prueba a ellos. El propio Karzai está coaligado con religiosos fundamentalistas ultrarreaccionarios de Irán occidental, chiítas a los que ha prometido cinco carteras en el gobierno y la aprobación de una ley encaminada a legalizar la violación sexual en el seno del matrimonio. Hillary Clinton calla. Larga vida a la democracia.

Afganistán está ocupado por los ejércitos de la OTAN bajo el mando de Estados Unidos y de la nueva administración. Ésta es ahora la guerra de Barack Obama, que ha hecho campaña para enviar nuevas tropas a Afganistán y extender la guerra, si es necesario, hasta Pakistán. El mismo día en que Obama ha manifestado públicamente su disgusto por la muerte de una joven mujer iraní víctima de la represión en Teherán, un avión guiado por control remoto ha matado a 60 personas en Pakistán, entre ellas mujeres y niños, a los que la propia BBC tendría dificultad en describir como militantes. Su nombre no significa nada para el mundo, sus imágenes no serán mostradas por la red de televisión. Sus muertes han ocurrido por una buena causa.

En mayo pasado Graham Fuller, antiguo jefe de la CIA en Kabul, publicó en el Huffington Post un análisis sobre la crisis de la región. Ignorado por la Casa Blanca cuando, en su día, puso en discusión gran parte de las evaluaciones sobre las que se sustentaba la escalada bélica, Fuller ha hablado en nombre de muchos de los miembros de los aparatos de inteligencia de su país y de Europa. No es frecuente que yo llegue a estar de acuerdo con un hombre de la CIA, pero Fuller no sólo ha afirmado que Obama se ha adentrado por el mismo sendero recorrido por George W. Bush y que llevó al fracaso en Pakistán y que el uso de la fuerza no traerá la victoria, sino que también ha explicado a los lectores que los talibanes son todos étnicamente pashtunes y que los pashtunes están entre los más fervientes nacionalistas, tribales y xenófobos pueblos del mundo, unidos tan sólo contra el invasor extranjero y que, en último análisis, son más pashtunes que islamitas. “Es una fantasía –ha escrito– pensar que se pueda sellar la frontera entre Pakistán y Afganistán”. No creo que sea el único hombre de la CIA jubilado que acuda al pasado, a los días en los que Camboya fue invadida para salvar Vietnam.

En resumen, Afganistán yace en el caos. Pakistán yace en el caos. La solución de Obama es parte del problema. Hay una necesidad desesperada de encontrar un exit strategy. ¿Está Barack Obama en condiciones de encontrar uno, antes de su salida de la Casa Blanca? Las señales son descorazonadoras.

* Tariq Ali es miembro del consejo editorial de Sin Permiso. Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid, 2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

Traducción de Joaquín Miras para www.sinpermiso.info.