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Las remesas no motivan la enseñanza: estudio

Salida de migrantes eleva la deserción educativa
 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de agosto de 2009, p. 13

La migración de mexicanos a Estados Unidos ha afectado negativa y significativamente a la educación en México. Las remesas recibidas no han servido para asegurar y motivar el envío de niños y jóvenes a la escuela.

Cuando se ha registrado permanencia en las aulas, eso se relaciona con recursos entregados a las niñas en el Programa Oportunidades, el cual tiene mecanismos condicionantes sobre la asistencia regular a los planteles, aunque en su conjunto tampoco es suficiente para terminar con el rezago, particularmente en el polo opuesto: niños (varones) y jóvenes.

En el análisis Migración internacional y escolaridad como medios alternativos de movilidad social, elaborado por Carla Pederzini y Liliana Meza, se advierte que la deserción escolar, especialmente en jóvenes entre 16 y 19 años, constituye un foco rojo para las autoridades escolares.

A pesar de que la magnitud del programa Oportunidades, no compensa el efecto tan negativo de la experiencia migratoria sobre la asistencia escolar, advierten las investigadoras de la Universidad Iberoamericana (UI).

El estudio, entregado esta semana a la Secretaría de Gobernación, advierte que los efectos positivos de la migración son de corto plazo y es necesario que las autoridades analicen las repercusiones de largo tiempo, como la inasistencia a clases.

La ausencia de un miembro provoca en las familias escasez de mano de obra, que se puede resolver con la salida de los jóvenes de la escuela. Incluso, esta ausencia afecta el estado emocional de niños y jóvenes y posiblemente menor interés en estudiar.

De acuerdo con cifras oficiales y de organismos de investigación –usadas por el Instituto Nacional de Migración– cada año se van a Estados Unidos entre 400 mil y 600 mil mexicanos y, aunque de 2006 a la fecha se reporta una disminución de 30 por ciento, México continúa como un fuerte expulsor de mano de obra.

En el estudio, Pederzini y Meza plantean que si las comunidades expulsoras permiten menos educación entre sus habitantes se generan dinámicas que impiden a las familias y a las comunidades salir de la pobreza. Nuestros resultados sugieren una fuerte sustituibilidad entre migración y escolaridad en el México rural.

Sugieren que los gobiernos promuevan la migración temporal y legal entre las familias más pobres, pero después de cierto nivel de escolaridad, y con incentivos para su regreso a casa; aumentar el monto de las becas para bachillerato, así como programas productivos en el sector rural.

Otro estudio de la migración México-Estados Unidos, de Agustín Escobar y Susan F. Martin, apunta que sólo 3 por ciento de los indocumentados mexicanos trabaja en el sector agrícola y un tercio está en el sector servicios, donde la crisis en Estados Unidos es más profunda y, en consecuencia, afecta el monto de las remesas.