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Magia transparente, la música de Hermeto Pascoal
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Periódico La Jornada
Sábado 29 de agosto de 2009, p. a19

Conseguir grabaciones de Hermeto Pascoal no es empresa fácil. Su trabajo lo ha consagrado al contacto directo con los humanos, los animales, las plantas y todos los seres vivos. Ha grabado muy pocos discos, de los cuales solamente dos han rebotado a otros puntos del planeta desde Estados Unidos, donde grabó Slave Mass (Misa de esclavos) en 1977.

Ese acetato se convirtió en objeto de culto, tesoro preciado, referente icónico y lacónico, pues pocos tenían acceso a gema tan singular.

De manera que resulta todo un acontecimiento la llegada de la remasterización, bajo el sistema tecnológico de 24 bits, y la adición de tres piezas inéditas, de aquella sesión maestra.

Desde el mismísimo track inicial se dibuja el paisaje entero: el imbatible beat de la samba, protocolizada por Airto Moreira y vuelta magia, alquimia, niebla y brizna tibia desde el teclado eléctrico del maestro albino, ese personaje salido de una novela de Michael Ende.

Samba como punto de partida para un crisol magnífico de invenciones melódicas, combinaciones métricas insólitas, arpegios mágicos y todo el arsenal que caracteriza la música de Hermeto Pascoal, ese genio del arte sonoro y de la puesta en vida de la magia.

La presencia de Airto Moreira y la hermosa Flora Purim conectan, en este disco, con evocaciones directas a la música de Return to forever, la banda de aquel entonces de Chick Corea, y a las invenciones de Wheater Repport, otro referente de la evolución del jazz hacia su apertura y complicidad con la música del resto del mundo.

Hermeto Pascoal es reconocido como una de las figuras definitivas del crecimiento del arte sonoro del planeta entero. Es un músico de culto y como suele suceder en esos casos es muy poco conocido. Y alejado por supuesto de los convencionalismos, la retórica comercial, las ataduras del mercado. Es un músico libre. Por consecuencia su música causa siempre asombro, sonrisas, magia. Maravillas.

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En marzo de 2007 convirtió el Palacio de Bellas Artes en el escenario de un sueño. Hizo su música enmedio de la alegría. Sus pies desnudos, su sombrero campesino, su teclado eléctrico, su guitarriña brasileira, su capacidad de hacer música con cualquier objeto, llámese cafetera metálica, silbatitos, cáscaras de nuez, onomatopeyas, palabras inventadas. Glíglico verdeamarela.

Dijo en entrevista a La Jornada: lo que hago se llama música universal, una mezcla de culturas. Así como el mundo ha sido colonizado y mezclado, así también la música, que es el único ser vivo que puede estar en todas partes al mismo tiempo, unísona. De la manera como suena el mundo hay música que yo he escrito, es cierto, pero eso no es más que un vestigio, indica que he vivido, pero en realidad se trata de una música universal, de la que forman parte todos los humanos y los animales y los árboles y las montañas, porque todos estamos vivos.

La música de Hermeto Pascoal discurre como un fluir de asombros, una disquisición sonora que acusa ideas de gran complejidad que en realidad ocurren con la suave sencillez de un río, la rotunda desfachatez de un claro de luna, el estallido lento y luminoso de un amanecer.

El sistema de vasos comunicantes de este disco conduce a otro pensador de sonidos que se espejea con Hermeto Pascoal: el mismísimo Frank Zappa. Ambos, Hermeto y Zappa, producen invenciones sonoras que unos cuantos pueden entender a cabalidad pero que todos pueden disfrutar.

Otro espejeo en este disco: la magia azul de Miles Davis.

Y así se suceden los asombros, se cristaliza la magia, nace del crisol la alquimia. Y así transcurre la música, como transcurre la transparencia del río.