Opinión
Ver día anteriorViernes 28 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

El derrier de un país

¿F

ue otra venganza del planeta por la nueva aportación de México, la influencia AHLNL? ¿Es un mensaje sutil para Fox del comandante Chávez? ¿Acaso antes de partir el licenciado Calderón la despidió de abrazo y le prometió celebrar en Los Pinos su victoria? O es otra advertencia de los medios de Estados Unidos (el certamen es propiedad del magnate Donald Trump y la cadena NBC) de no permitir una estrella más en el firmamento de Televisa.

Sea cual fuere la explicación, y contra los pronósticos de los más leídos columnistas políticos, Karla Carrillo regresó al país sin el cetro de Miss Universo. Todo apuntaba a que, esta vez, habría celebración en El Ángel y 3 mil 684 detenidos por destruir el mobiliario público y el de particulares. ¡Oh desilusión! La esperanza de la patria no quedó siquiera entre las 15 finalistas, algo que no ocurría desde 2003.

Podemos demostrar que esta enésima derrota internacional se debe a que el mundo no nos comprende. Bien lo dijo Gloria Torres, la conocidísima experta en imagen, al denunciar que algunos de los jueces del concurso no sabían de belleza y por eso ignoraron la de Karla. Un juez que sabe de belleza, especialmente de belleza política, está en la Suprema Corte, no en concursitos donde los trajes típicos tienen que ser ingeniosos y cultos. Otro reconocido experto, Antonio González Cossío, atribuyó la debacle a que Karla tenía imagen de europea (más blanca y con los ojos claros, lejos de la mexicana tradicional), algo que le pudo haber restado puntos como belleza latina.

Por su parte, el cirujano plástico Gustavo González, El príncipe del escalpelo y el gel, dijo que la jalisciense es una niña hermosa, con una cara muy bonita, pero se les pasó el tamaño del busto, ya que éste fue planeado para cuando tenía 14 kilos más, así que como que en el certamen quedó desproporcionado. Y lo peor: “en algunas secuencias del concurso el busto se veía algo caído y nuestra Miss se veía ‘rechoncha’ en la televisión”.

En efecto, la belleza mexicana no es blanca sino castaña, ojos verdes relámpago o, debido al cosmopolitismo, cada vez más un ojo verde y el otro azul. El cabello, moreno oxigenado; el busto, levantado para que rime con cualquier pérdida o aumento de peso. Circunstancias todas ellas que realzan un estilo de andar y de parecer que empezó en 1519 cuando el emperador Cuauhtémoc, perseguido por los fotógrafos hispanos, proclamó a Xóchitl primera reina de la belleza en la despampanante Tenochtitlán.

No es la belleza mexicana la derrotada en Bahamas sino la ceguera racista de jueces que no entienden que no es una mujer la que se prepara para el concurso sino un país, y ese país va más allá del 90-60-90. El derrier de un país es una obra maestra y por eso esta vez los senos nacionales se han cubierto de tela.