Espectáculos
Ver día anteriorSábado 15 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Hasta el último trago... corazón presenta a siete intérpretes emblemáticas en su intimidad

Beto Gómez documenta un rostro femenino de la canción mexicana

El cineasta retrata a Chavela Vargas, La Negra Graciana, Chayito Valdez, Lila Downs, Astrid Hadad, Eugenia León e Iraida Noriega

Se exhibe en el CCU; luego se llevará a la Cineteca

Foto
Iraida Noriega, en fotograma del documental
Foto
Chavela Vargas, en fotograma del documental
Foto
Lila Downs, en fotograma del documental
Foto
Astrid Hadad, en fotograma del documental
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de agosto de 2009, p. 7

Beto Gómez pensaba que lo suyo era Tom Waits y no Chavela Vargas. Hasta que vivió muchos años fuera de México y le pasó lo que a muchos: la distancia le hizo darse cuenta de que tenía dentro de él, clavada, la música mexicana. Se sorprendió añorando escuchar a Lola Beltrán, a Los Tigres del Norte. (También descubrió que en esencia Tom Waits y Cuco Sánchez no son tan distintos.)

El cineasta sinaloense vivía en Madrid con una española, y allá tuvieron una hija: Lucía. Se mudaron a México, y Gómez se preguntó cómo hacer para transmitirle a Lucía, que hoy tiene ocho años, lo que significa ser mexicana. Decidió contárselo con una película, así que le dedicó: Hasta el último trago… corazón (2005).

Y sí, el documental es un amoroso regalo en el que siete cantantes –Chavela Vargas, Lila Downs, La Negra Graciana, Eugenia León, Astrid Hadad, Iraida Noriega y Chayito Valdez– nos hablan sobre su infancia y su acercamiento a la música, sobre la vida y la muerte, sobre Dios y la fe, sobre México y los hombres, y entretejido en todo ello está el ser mujer.

Mi mayor interés era ser fiel a ellas y por dónde ellas quisieran caminar, dijo el director en entrevista, tras una función este martes en el Centro Cultural Universitario (CCU), que culminó con felicitaciones y numerosos pedidos de autógrafos.

Retratos en la intimidad

La película retrata a las artistas en espacios cotidianos e íntimos: la cocina, el patio, el jardín, antes de salir a escena, en una visita a la carnicería, y también sobre escena, o en un frondoso patio veracruzano… Va aflorando el temperamento, la pasión, la fortaleza, la singular inteligencia y la sensualidad de cada una: La Negra Graciana, jocosa, jacarandosa, veracruzana de pies a cabeza; Chavela Vargas, fuerte, aguda, irónica, que no se le va ni una…

Creo que lo interesante es que más que como artistas, siempre hablaron como mujeres. Y creo que nunca sintieron que eran entrevistadas, porque no lo fueron. Ellas hablaron y del otro lado de la cámara estaba yo con una cerveza, escuchándolas, y ellas me iban guiando, contó Gómez, quien dirigió El sueño del caimán (de 2001, premio del público a la mejor película en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2002).

El arpa la toco con el corazón en las manos, dice en la cinta La Negra Graciana, cantante de son jarocho. Cuenta que la primera vez que escuchó este instrumento: sentí una evidencia: el corazón y el sentido (señala su cabeza) se pusieron de acuerdo.

Chavela Vargas le dijo a Beto Gómez, tras ver la cinta: “A La Negra Graciana la debí haber conocido hace 20 años y lo que no hubiéramos hecho”.

En el documental, Chavela Vargas se refiere a José Alfredo Jiménez, de quien fue amiga cercana y es para muchos la mejor intérprete de sus composiciones. Dice de una canción suya: era una oración, y se queja de que la canten como si nada.

Hablando acerca de la intensa vida que ha tenido Vargas, el cineasta dijo: a Chavela, la voz se la ha dado la vida.

La cantante es directa en sus opiniones. Si algo no le gusta, no le gusta. Punto. Era, sin duda, la gran juez que debía aprobar la película. Así que, asustadillo, se la puso. Me tomó la mano y me dijo que le había emocionado, contó el cineasta.

El filme retrata a Lila Downs, de madre mixteca y padre estadunidense, una de las más reconocidas cantantes de México aquí y en el extranjero, con una intimidad pocas veces captada. En la cocina prepara el agua fresca, en otro momento habla con profunda emoción acerca de su padre, su madre, su abuela, del lugar donde nació, Tlaxiaco, tierra de montañas, de sus raíces.

Las mujeres cuentan sobre su infancia. La sinaloense Chayito Valdez recuerda cómo en el rancho pastoreaba las vacas y les cantaba.

Eugenia León expresa que quería cantar para saber quién era yo. Y más adelante, luego de interpretar La Bruja, cuenta que para ella se trata sobre la capacidad sensual, de seducción de las mujeres, que asusta a los hombres.

Astrid Hadad sale en escena con su teatralidad y sus extravagantes vestuarios, que son en sí una especie de instalación.

Al finalizar la proyección le llovieron felicitaciones al director, de 40 años. Distintas entre sí: algunos le echaban flores por haber hecho un retrato de estas mujeres, otros por hablar sobre la cultura y las tradiciones mexicanas, sobre la identidad, otros por la música… Todos, sin embargo, le daban las gracias. Algunos sugerían que hiciera lo mismo con personajes masculinos.

Sólo me paro para aplaudirle (por) una película muy hermosa que me llenó el corazón, dijo una mujer del público.

Gracias, me hiciste identificarme con cada una, le dijo alguien más.

¿Y Lucía? A Lucía, dijo Gómez, quien hoy vive en Guadalajara, le gusta mucho Lila Downs y algunas canciones de José Alfredo Jiménez.

Hasta el último trago… corazón, se proyecta en el CCU y más adelante se exhibirá en la Cineteca Nacional. Se planea que el dvd salga a la venta en octubre.