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Los noveles autores son Saúl Ordóñez, Amaranta Caballero y Carlos Velázquez

Dos poemarios y un libro de relatos se suman al catálogo del Fondo Editorial Tierra Adentro
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de agosto de 2009, p. 5

El Fondo Editorial Tierra Adentro suma tres nuevos títulos: los poemarios Museo vivo, de Saúl Ordóñez y Todas estas puertas, de Amaranta Caballero; y La Biblia vaquera, de Carlos Velázquez. Tres propuestas y tres visiones distintas de la literatura.

Amaranta Caballero (Guanajuato, 1973) emplea en su poemario el verso y la prosa libres y da a sus poemas un hilo conductor autobiográfico, “pero abordado también desde esa posibilidad de ficción que nos permite la literatura.

“Pretendo que el lector o lectora asuman este libro como parte de sí mismos, como ese llevar de lo subjetivo a lo colectivo. En ese ‘no nos quedemos en el ego estúpido de alguien que cree que su vida es muy interesante’. Yo propongo: vamos a jugar a que yo como autora quizá puedo describir ciertas circunstancias, abordar ciertos temas, decirlos de cierta manera para que el lector o lectora los lleve a otro lugar.”

En Todas las puertas, añade, “abordo todos los temas de toda la vida de todos los escritores, con una acotación particular a la infancia, la preadolescencia, a ese despertar de etapas de la vida.

“Me gusta asumir que la poesía no se circunscribe a un género literario. Podemos decir poesía aunque estemos haciendo un texto en prosa, podemos decir poesía incluso cuando hacemos ensayo. Es esa traducción de cierta visión de la vida o de cierto estilo y reflexión de la vida, o de los conceptos que nos conforman la vida para decir. La poesía porque es donde me ha resultado más contundente.

He estado abordando la ficción, el miniaforismo, he hecho ensayo, pero la poesía es un lenguaje particular.

Tampoco se trata de decir ya me publicaron, agrega, sino de hacerse responsable por lo que escribo y los demás están leyendo.

Saúl Ordóñez, nacido en Toluca, estado de México, en 1981, también habla de la responsabilidad de dedicarse a la poesía, porque tienes una tradición impresionante, todos los poetas espléndidos que tenemos. Llegas con tu pequeño texto y lo pones sobre la mesa para que tus contemporáneos lo juzguen y también para que te lo juzgue el tiempo, y eso es una gran responsabilidad, te obliga realmente a cuestionarte profundamente acerca de tu trabajo y cómo lo estás haciendo, a pensar y replantearte tu poética, pero creo que eso es lo que hace que no nos repitamos y que vayamos creciendo y madurando.

Museo vivo es su segundo poemario y en él hace una lectura de piezas de arte –en esto no estoy descubriendo el hilo negro, porque ya otros lo han hecho, como Rafael Alberti con obras de Picasso– y le interesa que los textos funcionen como poesía y tengan valor estético capaz de crear una experiencia en el lector, comunicar cosas con las que los demás puedan identificarse empleando un lenguaje muy coloquial y cotidiano.

Por dar cabida al humor

El tercer libro es un volumen de seis cuentos escritos por Carlos Velázquez (Torreón, 1978), quien “pretende también fundar una nueva mitología, a la manera de Matando enanos a garrotazos, de Alberto Laiseca, es decir, hacer una mezcla interminable de referentes para confundir la realidad a tal extremo que no sabemos si es la que se encuentra contenida en el libro”.

Su dedicación al cuento es por necio. Al respecto, explica: “entre más desinterés tengan las editoriales comerciales por el género, voy a seguir escribiendo. Me molesta mucho la actitud de algunos jóvenes que ante esta poca aceptación que se tiene por el realato se mudan a la novela. Es válido que se busquen alternativas editoriales, que quieran promover su obra, pero nunca voy a renunciar nada más porque el foro sea muy reducido.

“Ya terminé un tercer libro de cuentos; sí, estoy escribiendo una novela, pero quiero calar hondo en el cuento; no voy a permitir que muera.

“Me interesa reflejar historias sobre personajes que comúnmente son despreciados en la literatura. Pienso que ya fue suficiente de poblar a nuestras letras de seres extraordinarios que van a conocer el hielo, o estirpes como los Buendía. Hay muchísima materia literaria en los despachadores de pollo frito, en las cajeras del supermercado, en los repartidores de pizzas, en los limpiaparabrisas.

“No entiendo por qué los autores sitúan sus obras en Alemania, escriben sobre cofradías, música clásica, teniendo una realidad tan rica, tan explotable.

Algo que me molesta de la literatura es que se ha intelectualizado demasiado, parece ser que el humor ya no tiene lugar dentro de las letras. Cuando pretendes hacerlos reír te llaman irreverente, pero no entiendo cuál es la irreverencia en querer arrancarle una sonrisa a una persona. La literatura tiene que ser gozosa, disfrutable.