Opinión
Ver día anteriorViernes 7 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El contratiempo de una amistad
C

onjunciones: Derrida y compañía es el título del cuarto libro que publica el Grupo Decontra como resultado, una vez más, de las sesiones de investigación que permanentemente celebra en la UNED sobre el pensamiento de Jacques Derrida.

En ese volumen se incluye un texto de Concha Torralba, titulado El contratiempo de una amistad: Javier Marías y Jacques Derrida, que comienza destacando que otras acepciones de la voz amistad son frecuentar, emparentar, repetir, transitar. Así las cosas, la autora se atreve a incluir a Javier Marías entre los amigos de Derrida.

Torralba dice encontrarse en una zona de sombra respecto de ambos personajes y manifiesta que ellos son sus amigos sin saberlo. Esta zona de sombra la describe Javier Marías como el lugar de los episodios inexplicados o inexplicables de nuestras vidas o, más aún, de aquellos elementos que ignoramos porque atañen a los otros y de lo que aún es más arduo saberlo todo o incluso saber un poco.

Torralba escribe: La primera vez que leí una novela de Javier Marías me llevé la sorpresa al encontrar bastantes rasgos deconstructivos e incluso, en algunos lugares, tenía la sensación de que aquello era la repetición de algo leído en otra parte, pero elaborado de otra manera, como si Marías hubiera tirado de un hilo de la filosofía para tejer la trama de muchos de sus relatos, en los que podía oírse la voz de Derrida transitando por sus renglones.

La autora asume que su relación con Derrida y Marías es absolutamente espectral y que es una amistad frecuentada en la zona de sombra, donde ningún espectro respondería en esos términos.

Para Derrida frecuentar es lo que hace el espectro de alguien que no está en nuestro tiempo y no es, puesto que no tiene origen, cuando nos visita más de una vez el espectro de un vivo pasado o de un vivo futuro, que no está ni vivo ni muerto y cuyo lugar es el no-lugar entre lo real y lo irreal.

Por tanto, pudiera inferirse que ambos personajes coinciden desajustando el concepto de tiempo y presentando su otra cara, su negra espalda.

En el último capítulo de la novela Mañana en la batalla piensa en mí (nota para aficionados a la literatura), Javier Marías aclara que es una cita de Shakespeare más o menos literal, pues también ha injertado en ella el adjetivo herrumbrosa que procede de Juan Benet y Miguel Hernández, que obliga a cierto distanciamiento, a que algo se repita sin ser ya lo mismo.

Habrá que leer la novela para saber que el fantasma de una mujer, la esposa muerta de Ricardo III, visita al protagonista durante un sueño, lleno de zozobra y temor, la noche anterior de una batalla y le habla maldiciéndole y deseándole la muerte. Con esta historia nos vamos a adentrar en una trama de espectros y encantamientos que sugieren al autor otra historia: la de una mujer muerta de manera ridícula que abre un relato en el que transcurren una serie de circunstancias que no se hubieran dado, de ninguna manera, sin esa muerte, porque nadie sino un espectro hubiera impuesto, desde el principio, un mandato obsesivo, piensa en mí, desde un lugar incierto como puede ser un sueño o ese lugar (no) desconocido en el otro lado del tiempo, en su negra espalda, ese personaje que es ya un fantasma y sin el cual no tendría sentido la historia de la novela.

Esa frase incompleta y marginal, a decir de Torralba, que figura como título, es misteriosa, hay algo en ella que invita a detenerse, aunque todavía no se conozca aún su historia ni la historia a la que da lugar, y preguntarse ¿Quién dicta o maldice y por qué? Esto proviene de un lugar en la memoria, el juego de la différence, la estrategia del injerto... y aún más tiene el tono de sentencia y de contratiempo. Un cruce, dos estados, dos tiempos en uno solo, un tiempo dislocado, desajustado, un tiempo out of joint.

La batalla futura irrumpe en un presente a la vez no-presente, porque ocurre en la negra espalda del tiempo. Lo porvenir del acontecimiento que desajusta el orden del tiempo.