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Entre enero-junio se gastaron 4 mil mdd en estas importaciones, según cifras oficiales

Precios de alimentos en México, 135% superiores a la inflación

En AL son 24% más elevados que antes de la crisis de inicios de 2008: FAO

Ese año suman mil 20 millones las personas que sufren hambre en el mundo; en el país son 20 millones

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Varios diferentes tipos de granos vendidos en un mercadoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Martes 28 de julio de 2009, p. 23

Los precios de los alimentos en los países de América Latina permanecen 24 por ciento más elevados que en el periodo pre-crisis alimentaria de comienzos de 2008, a pesar de un fuerte descenso a nivel internacional en la cotización de estos productos y las buenas cosechas generalizadas, y llevan a un mayor número de personas a la pobreza alimentaria, alertó la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

En tanto, en México el índice que mide la elevación del precio de los alimentos marcó una diferencia de 135 por ciento sobre la inflación general al consumidor en el primer semestre del año, informó el banco central. Mientras el Inegi indicó que en la primera mitad de 2009 se destinaron casi 4 mil millones de dólares a importar este tipo de productos agrícolas, monto equivalente a 24 por ciento de la compra externa de bienes de consumo realizada en el mismo periodo.

Más de 38 por ciento de la importación de alimentos llevada a cabo durante el primer semestre correspondió a la compra de cereales en el exterior, principalmente maíz.

La FAO, que en octubre presentará su informe 2009 sobre la inseguridad alimentaria en el mundo, adelantó que por efectos directamente relacionados con la crisis económica, este año se sumaron 105 millones más al universo de seres humanos que diariamente pasan hambre en el mundo, el cual alcanzó una extensión sin precedente histórico de mil 20 millones de habitantes en el planeta a quienes no les alcanza su ingreso para comer.

En esta situación se encuentra una de cada seis personas en el mundo, apuntó Jacques Diouf, director general de la FAO, quien calificó de mezcla explosiva la combinación de desaceleración económica mundial y precios de los alimentos que se empeñan en permanecer altos en muchos países.

Mientras, el informe del organismo Perspectivas de cosechas y situación alimentaria, alertó que los precios de los alimentos permanecen elevados a nivel doméstico en los países en desarrollo, a pesar de un fuerte descenso a nivel internacional y las buenas cosechas generalizadas.

En el contexto de aumento de la pobreza en el mundo, los precios y la importación de alimentos en México se mantienen en crecimiento, a la par de que el Consejo Nacional de Evolución de la Política de Desarrollo Social (Coneval), documentó que entre 2006 y 2008 unos 5.1 millones de habitantes en el país se incorporaron al universo de personas pobres alimentarias, el cual expandió su afectación de 14.4 a 19.5 millones de individuos.

En México se considera pobre alimentario a quien tiene un ingreso mensual per cápita total menor a 949 pesos en el área urbana y de 707 en el área rural. Cualquier ingreso inferior a esa cantidad se considera insuficiente para adquirir una mínima canasta alimentaria, aun cuando se destinaran todos los ingresos nada más que a ese propósito, definió el Coneval.

Informó que el incremento en los precios de los alimentos fue de 3.02 por ciento en la primera mitad de 2009, una elevación que más que duplicó a la inflación general de la economía, la cual registró un aumento de 1.28 por ciento en ese periodo.

Pero las diferencias en la carestía de los alimentos, de por sí amplias, se observaron con mayor nitidez en algunos productos básicos de la alimentación de los mexicanos. En el primer semestre del año, por ejemplo, el maíz se incrementó 11.3 por ciento; el arroz aumentó 4.03 por ciento entre diciembre de 2008 y junio de 2009; los aceites y grasas vegetales se elevaron 4.19 por ciento en ese lapso, y el pan de caja, en un mercado ampliamente dominado por una sola empresa, tuvo un encarecimiento de 4.32, frente a una inflación general de 1.28 por ciento.

El reporte de la FAO sobre la amplitud de la pobreza en 2009 señala que la región latinoamericana y del Caribe fue la única en el mundo donde no se elevó el número de personas con hambre entre 1995 y 1997, y de 2004 a 2006. Pero advierte que en esta región los progresos en la reducción del hambre se han visto anulados como consecuencia del alza de los precios alimentarios y la actual crisis económica.

Por el lado de la carestía, el Banco de México indicó que en los primeros 30 meses de este gobierno, esto es, de diciembre de 2006 y junio de 2009, la inflación de precios al consumidor fue de 11.94 por ciento, en tanto la carestía de los alimentos fue de 20.49. Por productos específicos el alza fue de 39.08 por ciento en el precio del maíz, de 74 por ciento en el del arroz, de 56.31 en el de aceites y grasas comestibles, y de 40.90 por ciento en el del pan de caja. Esto sugiere que la carestía doméstica de alimentos es un buen negocio para los importadores de alimentos.

En este sentido la FAO indicó que mientras los precios de alimentos han bajado en forma sustancial en los últimos meses en los mercados mundiales, a nivel doméstico en los países en desarrollo este descenso se ha producido en forma más lenta. Los precios han permanecido en promedio 24 por ciento más elevados en términos reales a finales de 2008, en comparación con 2006. Para los consumidores pobres, que gastan hasta 60 por ciento de sus ingresos en alimentos básicos, ello supone una fuerte reducción de su poder adquisitivo efectivo.

En el contexto de una mayor desigualdad en la distribución del ingreso, durante los dos primeros años de gobierno de Felipe Calderón la pobreza alimentaria aumentó 35.4 por ciento en México hasta abarcar a 19.5 millones de sus habitantes: 7.2 millones sobreviven en zonas urbanas y 12.2 en rurales.

Según los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2008, en promedio el gasto en alimentos en los hogares absorbió 33.6 por ciento de su ingreso. Pero para el 20 por ciento más pobre, la proporción del gasto en alimentación fue de 46.1 por ciento.