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Las fuerzas armadas no dispararán al pueblo, asegura el general golpista Romeo Vásquez

Clinton ya no es firme contra la represión en Honduras: Zelaya

El gobierno de facto intensifica la detención de simpatizantes del presidente constitucional

Muchos zelayistas, varados cerca de la frontera

Xiomara Castro reitera que teme por su vida

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Asistentes al funeral de Pedro Magdiel Muñoz, joven de 23 años encontrado muerto con huellas de tortura tras participar en las protestas contra el gobierno de facto hondureño, reconocieron a policías (al centro) que vestidos de civil se mezclaron entre la muchedumbre; enfurecidos, los pobladores intentaron lincharlos, y aunque los agentes lograron ponerse a salvo, la patrulla en la que llegaron fue incendiadaFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Lunes 27 de julio de 2009, p. 21

Tegucigalpa, 26 de julio. Desde la vecina Nicaragua, a unos pasos de la frontera, el presidente Manuel Zelaya Rosales vuelve a dirigirse a sus seguidores, repartidos en acciones en varios puntos del país y reta a la Casa Blanca a que deje de evadir el tema de la dictadura, que la enfrente con fuerza para saber realmente cuál es la posición de Estados Unidos en relación a este golpe de Estado.

Las piezas del conflicto hondureño se reacomodan a punto de cumplirse un mes del golpe de Estado, rumbo a una nueva semana entre la resistencia y la negociación. El gobierno de facto vuelve a extender el toque de queda, intensifica la detención de partidarios de Zelaya y asegura que mantiene abierta la ruta del diálogo en Costa Rica, pese a que todos los días hace aparecer nuevos expedientes e informa de órdenes de aprehensión contra miembros de la comisión negociadora zelayista en San José.

El mensaje del día de Zelaya es escuchado por sus seguidores en diversos puntos donde mantienen acciones: la residencia del embajador de Venezuela, la emisora radiofónica Radio Globo –que ha sido amenazada, según sus directivos, con el decomiso de sus equipos de transmisión–, el sepelio del simpatizante que amaneció muerto el pasado viernes, y asambleas masivas que deciden continuar la resistencia hasta el fin.

También hay focos de resistencia en diversos puntos de la carretera que lleva al cruce fronterizo de Las Manos. De hecho, un número indeterminado de simpatizantes de Zelaya siguen varados en El Paraíso, a escasos kilómetros de la frontera con Nicaragua.

Piden comida y medicinas

Desde muy temprano, desde Radio Globo se solicitan alimentos, agua y medicinas para los manifestantes atrapados entre retén y retén, a quienes se impide tanto llegar al cruce fronterizo como regresar libremente a Tegucigalpa, dado el toque de queda que el gobierno de facto extiende cada 12 horas.

Cerca del mediodía, dos caravanas de vehículos cargadas de comida, agua, medicinas, artículos de limpieza y tripuladas por voluntarios a quienes acompañan médicos, cruzan los primeros retenes pero son detenidos a mitad del camino, en El Arenal, con el pretexto de que detrás de las ambulancias van decenas de vehículos particulares. Hasta media tarde siguen ahí, unos kilómetros adelante del punto donde, por la mañana, le arman su retén particular a la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, quien ha permanecido en Honduras desde el golpe de Estado.

Xiomara Castro y otros familiares del presidente Zelaya duermen en caseríos y pueblos cercanos a la carretera desde hace tres días. La noche del sábado pernoctaron en el pequeño poblado de Jacaleapa, y esta mañana Castro pide por teléfono galletas y refrescos, para enseguida insistir en que ella y su familia están en riesgo: Tememos por nuestra seguridad, por nuestras vidas. Un día antes, Castro rechazó el ofrecimiento del jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Romeo Vásquez, de un helicóptero para llevarla a Nicaragua: ¿Cómo aceptarlo de gente que comía en nuestra casa, que un día antes del golpe aseguraba que nada pasaría?

Las fuerzas armadas respaldan negociación de San José

Pese a que los golpistas machacan con la idea de que la participación de los militares se redujo a cumplir órdenes de la Corte Suprema, el general Romeo Vásquez ha reaparecido en una entrevista tras otra, para replicar las acusaciones de Zelaya. “Las fuerzas armadas son una institución seria y responsable que ama a su pueblo…” y no son las responsables de haber causado esta división interna, dice Romeo Vásquez, quien además asegura que los militares no dispararán contra el pueblo.

En su sitio de internet, las fuerzas armadas hondureñas emiten un breve comunicado para reafirmar su subordinación a la autoridad civil, pese a que todos los días centenares de periodistas y miles de hondureños corroboran que en los retenes sólo mandan los militares.

Ese primer punto del comunicado castrense sólo hace más interesante el segundo: Que como institución respaldamos una solución a la problemática que atraviesa nuestro país, mediante un proceso de negociación en el contexto del Acuerdo de San José. Asimismo, reiteramos nuestro apoyo irrestricto a los resultados de la misma, conforme a nuestra Constitución y demás leyes.

Debe recordarse que el Acuerdo de San José ha naufragado porque el gobierno de facto no acepta un punto que el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, pasó del primer al sexto lugar: la restitución de Zelaya en la presidencia.

Zelaya ha acusado a Romeo Vásquez y el resto de la cúpula militar de pretender asesinarlo y por eso insiste en que sólo entrará a Honduras acompañado del pueblo.

El otro pie fuerte de su estrategia es, claro, la exigencia de una definición a Estados Unidos: La posición de la secretaria Hillary Clinton al principio fue firme. Ahora siento que ya no está realmente denunciando, no está actuando firmemente contra la represión que sufre Honduras, al tiempo que asegura no haber recibido invitación para entrevistarse con Clinton en Washington.

En los pasillos de la asamblea del Frente Nacional contra el golpe de Estado, los dirigentes tienen una sola postura respecto del viaje a Washington: La gente no quiere que vaya, es una táctica dilatoria, dicen a coro. Pero uno de ellos matiza: “Claro, se ha hablado de que podrían ofrecerle una entrevista con Barack Obama…”.

Carlos López Contras y la soberanía

Entra y se le captura, porque esas son las instrucciones, o se retira y vuelve a la mesa de negociaciones en San José de Costa Rica. Esas son las opciones del presidente Manuel Zelaya, según Carlos López Contreras, quien por segunda vez es canciller de Honduras, aunque ahora de un gobierno de facto.

El pueblo está dispuesto a lo que sea con tal de no verse atropellado por intereses ajenos, por la intromisión de países ajenos, y está dispuesto a que se haga respetar su soberanía, dice López Contreras, en conferencia de prensa donde también, siguiendo la línea del presidente interino Roberto Micheletti, afirma que la presencia de Zelaya en la zona fronteriza es un poco mediática, es un poco para el consumo internacional.

López Contreras, quien fue canciller con el presidente José Azcona del Hoyo, entre 1986 y 1990, sabe del tema de la soberanía, puesto que en ese periodo la contra nicaragüense, el ejército irregular financiado por la estadunidense Agencia Central de Inteligencia, seguía actuando en territorio hondureño. Los periodistas se carcajeaban cuando el presidente Azcona decía no saber de la existencia de campamentos de la contra en Honduras, justo en la zona donde hoy caminan por los cerros los seguidores de Zelaya (se calcula que en esos años llegó a haber 20 mil desplazados de guerra en esa porción del territorio hondureño). A tono con su presidente, el canciller repetidor negaba la presencia de las tropas nicaragüenses, aunque con el tiempo comenzó a admitirla, con la fórmula de que era “limitada, esporádica y de facto”. Debido a ello, los hondureños rebautizaron al ahora canciller de Micheletti como Carlos López Contras (datos del libro Los deliberantes, de Matías Funes, una historia del poder militar en Honduras).

La huida en los cerros, un petardo y un sepelio

Olivia y Bertha son dos jovencitas avispadas que participan en el frente de resistencia. Sus padres, los dirigentes de la Coordinadora de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), andan en los cerros de El Paraíso tratando de llegar, con otras 230 personas, al encuentro con Manuel Zelaya.Andan corriendo, perseguidos, los acosan los soldados, y a veces no saben exactamente dónde están.

Los padres de las jovencitas andan en los cerros desde hace dos días, pero esta mañana sus compañeros perdieron contacto con ellos. A lo largo del día se multiplican las versiones de que más de cien han sido aprehendidos. Ya muy entrada la noche, dirigentes de la resistencia informan que siguen huyendo en las montañas, luego de que logran comunicarse con uno de ellos.

Olivia y Bertha hablan de sus padres en el local del sindicato donde acaba de concluir la asamblea de la resistencia. En eso están cuando truena un petardo que hace saltar a todo mundo. No hay heridos y los daños materiales son escasos, pero el horno no está para bollos pues de este lugar los zelayistas acaban de salir en caravana para dar sepultura a Pedro Magdiel Muñoz, el joven de 23 años que apareció muerto en El Paraíso, donde participaba en las protestas frente a un retén militar, luego de ser detenido por la policía, según sus compañeros.

El cadáver de Muñoz fue encontrado con huellas de tortura y más de 40 puñaladas. Hoy lo entierran en un pequeño y humilde cementerio a las afueras de Tegucigalpa. Centenares de personas bajan una empinada cuesta, con la ciudad como telón. El pueblo está ardido, nos vamos a armar, son las voces sueltas que se escuchan mientras la gente baja por una estrecha vereda, detrás del ataúd de madera.

Serán muchos Honduras tus muertos/ pero todos caerán con honor, canta la multitud el himno nacional hondureño.

Desde el camino, arriba, comienzan los gritos de alerta. Los zelayistas acaban de capturar a dos policías de civil que, por torpeza o deliberadamente, acuden al sepelio con el pretexto de que los envía la Fiscalía de Derechos Humanos a investigar.

Adscritos a la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC), los policías Héctor Galvez y Miguel Lozano son rodeados por decenas de personas: ¡Malditos! ¡Asesinos!, les gritan, y algunos les tiran golpes mientras otros los defienden.

El inminente linchamiento sólo lo para la autoridad de Rafael Alegría, el dirigente campesino detenido ayer por unas horas en su intento de llegar a la frontera: ¡Vamos a entregarlos a las autoridades, nuestro movimiento es pacífico!

Los jóvenes alebrestados se entretienen destrozando la patrulla de los policías, mientras Alegría y otros líderes protegen a los agentes con sus cuerpos y caminan hasta un puesto policial cercano donde los entregan. Sudoroso, el dirigente de la resistencia dice que es una provocación de los golpistas enviar policías armados a un sepelio: Ni siquiera nos dejan enterrar en paz a nuestros muertos, dice, y rompe a llorar por un minuto.