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TOROS

Las autoridades encargadas deberán tener la sensatez para poner orden, señala

Desregularse para autorregularse es contrario al orden público: jurisconsulto

El interés colectivo es superior al particular o individual: Xavier González Fisher

Foto
La fiesta de toros tiene como destinatario al público, señala el jurisconsulto Xavier González Fisher. La imagen corresponde al Luis M. Pérez El Canelo, durante la temporada novilleril de 2008Foto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de julio de 2009, p. a42

Lo único que no puede garantizar la legislación es el éxito del espectáculo anunciado, porque escapa a toda previsión humana o jurídica. Una norma de orden público desplaza a una que queda al arbitrio de los particulares. La noción de orden público, en cualquiera de sus acepciones, nos lleva a la idea de que el interés colectivo es superior al particular o individual –observa el jurisconsulto y escritor taurino Xavier González Fisher.

“Lo que debe entenderse es que el hecho de que se reglamenten los festejos taurinos de ninguna manera implica un atentado contra la libre empresa, ya que ésta sólo puede funcionar en tanto su actividad no perjudique a la colectividad en la que se desarrolla.

“Entonces, visto que la regulación taurina protege los intereses de quienes tienen afición, deseo o curiosidad de acudir a esos festejos, y dado que ellos tienen como única opción aceptar la oferta de la empresa o rechazarla pero carecen de los medios para verificar si esa oferta se cumple en su integridad, es que la autoridad tiene el deber y la necesidad de asegurar, en la medida de lo posible, el mejor interés de la colectividad a la que la actividad del empresario taurino se dirige, y la manera que el derecho tiene para lograr ese cometido es precisamente mediante la puesta en vigor de normas de orden público, cuyo cumplimiento no puede quedar al arbitrio de los particulares.

“De lo anterior se sigue que la pretensión de quienes aspiran a la desregulación oficial para después autorregularse, es contraria a la noción de orden público que explícita e implícitamente informa a la reglamentación taurina.

“La regulación en este ámbito representa además la posibilidad de obtener apoyos para difundir, fomentar y dar opciones de crecimiento a lo taurino, partiendo siempre de la idea de que esos recursos se canalizarán cuando se presenten proyectos sustentables, coherentes y tendientes a ofrecer un espectáculo auténtico, sin la imposición de ideas y de actitudes autoritarias, y partiendo de la consideración de que como una expresión de cultura popular, la fiesta tiene como destinatario al público.

“Así pues, con la regulación taurina se pueden establecer las bases por medio de las cuales, los sectores interesados en el desarrollo armónico de la fiesta y las entidades oficiales encargadas de promover y desarrollar las expresiones culturales, generen los medios y los recursos para mejor lograr ese cometido.

“Quienes pretenden la autorregulación como consecuencia de una desregulación oficial, solamente buscan la satisfacción de sus intereses particulares, sin tomar en consideración a los destinatarios de la actividad que realizan, pues consideran que son ellos los únicos que conocen las formas y el fondo de la tauromaquia, y en actitud soberbia desprecian el aporte de aquellos que sin ser profesionales de esto algo sabemos y más sentimos un profundo amor por las cosas de los toros.

“Tengo la convicción –concluye Xavier González Fisher, autor entre otros del interesante libro Tocados por los duendes. Diez figuras de la edad de plata del toreo en México– de que a pesar de la globalización y de los intentos de quienes dicen que por ser profesionales son los únicos que saben hacer fiesta, las autoridades encargadas de la protección y fomento de esta manifestación cultural tendrán la sensatez y sensibilidad para mantener la regulación en una actitud de respeto y no de complicidad o de costosa indiferencia política.”