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Destacan veta filantrópica del general, quien rescató a cientos de huérfanos

Con notas de la Adelita convocan a los capitalinos al homenaje a Villa

El que quite esta placa será fusilado, escribió al nombrar la calle de Madero

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Integrantes del Frente Popular Francisco Villa en el Monumento a la RevoluciónFoto Roberto García
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Homenaje al Centauro del Norte en el cual se destacó su labor en favor de los niños desvalidos de la ciudad de MéxicoFoto Roberto García
 
Periódico La Jornada
Martes 21 de julio de 2009, p. 32

Autoridades de la ciudad de México seleccionaron algunas de las numerosas historias que se cuentan sobre el Centauro del Norte durante sus visitas a la ciudad de México, en especial la de 1914, para la ceremonia luctuosa realizada en el Monumento a la Revolución al cumplirse 86 años del asesinato de Francisco Villa, en Parral, Chihuahua.

Las notas de la Adelita convocaron a decenas de transeúntes a detener su paso para observar la ceremonia cívica en recuerdo del héroe de la Revolución.

Ahí, Inti Muñoz Santini, director general del Fideicomiso del Centro Histórico, recordó la anécdota de Villa cuando recogió a los niños olvidados de la ciudad de México a quienes dio educación, sustento y un futuro posible.

Una noche, en 1914, Pancho Villa pidió a algunos de sus hombres y al jefe de la policía de la ciudad de México, a quienes citó a las 11 de la noche, que trajeran consigo el transporte suficiente para una misión que les iba a encargar.

La misión que Villa les encomendó fue recorrer las plazas de la ciudad de México, pues días antes el general, había visto que estaban llenas de niños indigentes, huérfanos que vivían en las calles y no tenían a nadie ni nada que comer, indicó.

Villa, encargó la tarea de ir a recoger a todos esos menores para ofrecerles abrigo, darles de comer y embarcarlos en un tren rumbo a Chihuahua. Estamos hablando de cientos de niños, añadió.

Para llevar a cabo esa empresa antes había enviado un telegrama a su mujer, Luz Corral, pidiéndole que juntará recursos entre los ricos de Chihuahua y Ciudad Juárez para fundar un albergue y que empezará a trabajar ahí para formar una escuela de artes y oficios.

Todos esos niños que Francisco Villa se llevó en tren, muchos años después tuvieron la oportunidad de tener un oficio y muchos se volvieron hombres de bien que siguieron trabajando por la revolución.

Rememoró también el día en que el legendario general pidió una escalera y, acompañado de gente del pueblo, colocó en la calle que antes llevaba el nombre de San Francisco una tabla en la cual, de puño y letra, escribió el nombre de Francisco I. Madero, para que en adelante, llevara el nombre del héroe muerto en la decena trágica.

Narró que en 1914 tras la Convención de Aguascalientes las tropas de la División del Norte y el ejército de Emiliano Zapata tomaron la ciudad de México. En los primeros días de diciembre de ese año, ocurrió que Pancho Villa y Emiliano Zapata se encontraron en la ciudad de México, llegaron al Palacio Nacional y dieron juntos un paseo que determinaría el rumbo definitivo de la revolución”, mencionó Muñoz.

Unos días después Villa cayó en cuenta de que la calle que daba entrada al Zócalo se llamaba San Francisco; en algún momento acudió con mucha gente, pidió una escalera, un martillo, un clavo y en una tabla escribió el nombre de Francisco I. Madero.

Subió la escalera y clavó la tabla para que quedara claro que esa calle a partir de ese momento se llamaría calle Francisco I. Madero, precisamente para honrar la revolución. Por cierto puso un letrero abajo que decía: el que quite esta placa será fusilado.

Destacó en la ceremonia, la intervención del presidente del Frente Nacional Villa, Pedro Ávila orador a nombre de la familia del general.