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Expertos de la UNAM hablan del suceso al cumplirse a 40 años

La llegada del hombre a la Luna detonó la revolución científica

El hecho no fue logro exclusivo de EU, sino de un proceso histórico

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La llegada del hombre a la Luna revolucionó la ciencia y la tecnología. En la imagen, astronautas dan una conferencia este domingo en el laboratorio Columbus, instalado en una estación espacialFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de julio de 2009, p. 41

La llegada del hombre a la Luna –hace 40 años– representó la victoria del conocimiento, el reto de poder salir de la Tierra y el descubrimiento de evidencias que nos revelan hechos y acontecimientos suscitados hace miles de millones de años, aseguraron científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“No fue un logro exclusivo de Estados Unidos, ni particular de la NASA, sino del ingenio humano. Todo se resume en la famosa frase de ‘un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad’. La llegada al satélite se dio gracias al soporte histórico de compresión de la naturaleza. Ese logro no se hubiera concretado sin la creación del alfabeto, un calendario, la matemática, las ciencias y parte del entendimiento de la naturaleza”, aseveró Alejandro Farah, del Departamento de Instrumentación Astronómica del Instituto de Astronomía (IA) de la máxima casa de estudios.

El científico consideró que la llegada del ser humano a la Luna fue el hecho medular que disparó la revolución científica y tecnológica, que se venía gestando con siglos de conocimiento. A 40 años celebramos la victoria del conocimiento, del trabajo conjunto y de la competencia. La contienda entre Estados Unidos y la desaparecida URSS fue un motor para que el hombre llegara a la Luna. Hoy debemos aprender que la competencia científica es sana porque genera nuevo conocimiento.

Para Guadalupe Cordero, investigadora del Departamento de Ciencias Espaciales del Instituto de Geofísica de la UNAM, gracias a ese hecho el hombre conoció, y lo sigue haciendo, elementos para definir cómo se formó el universo, de qué está hecha la Luna, su relación con la Tierra y el entendimiento de la naturaleza.

Tal como lo vislumbró el escritor francés Julio Verne en su obra De la Tierra a la Luna, escrita más de 100 años antes, el 20 de julio de 1969 la misión espacial Apolo 11 alunizó con éxito. Los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin, junto con otros compañeros de tripulación, fueron los primeros en pisar la superficie lunar, pasaron a la historia, pero la frase éste es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad, pronunciada por el primero, resumió el significado del acontecimiento.

En esa misión espacial –señaló Cordero– sólo se midieron rayos cósmicos y se recabó alguna evidencia de la superficie lunar. Fue gracias a las otras cinco misiones que pudieron alunizar (los Apolo 12, 14, 15, 16 y 17 –el 13 no lo logró debido a una explosión en su tanque de oxígeno– que se lograron reunir nuevas muestras.

La investigadora destacó que algunas de las evidencias recabadas fueron la cantidad de partícula provenientes del sol que llegaban a la Luna; se excavó poco más de un metro para saber cómo es el radiante térmico de la superficie del satélite, lo que dio idea de la forma en cómo el calor se propagaba de la superficie hacia el interior del cuerpo celeste; experimentos sísmicos; se obtuvieron muestras de rocas que dieron información sobre la materia de la que está hecha, y que a su vez ayudaron a definir algunos indicios para sugerir su origen.

Gracias a esas muestras, los científicos pudieron definir, después de la década de los 70, que la Luna se formó del choque de un objeto del tamaño de Marte con la Tierra.

Los hallazgos lunares demostraron que durante los primeros miles de millones de años del sistema solar –que se conformó hace 4 mil 500 millones de años– hubo una tormenta intensa de meteoritos y asteroides contra todos los planetas y cuerpos celestes –como la Luna–, la cual disminuyó en intensidad hace 3 mil 800 millones de años.

A partir de entonces se estabilizó la tasa de impactos; ese es un dato importante porque la vida en la Tierra surgió aproximadamente hace 3 mil 800 millones de años. Esto implica que tuvieron que pasar los chubascos de asteroides para generar condiciones más estables para que hubiera vida en nuestro planeta.

Cordero informó que se comprobó que en la Luna existen sismos de dos tipos: los relacionados con las fuerzas de marea con la Tierra, que presentan repeticiones en ciclos de un mes, y otros que tienen que ver con impactos de objetos pequeños como asteroides. Agregó que los registros sísmicos mostraron que las rocas en la Luna no tienen agua, a diferencia de las de nuestro planeta, por lo que mientras en la Tierra un terremoto dura como máximo dos minutos, en el satélite esos fenómenos se prolongan por horas porque no hay nada que lo esté amortiguando, no hay agua dentro de la composición química de las rocas lunares que amortigüe las ondas sísmicas.

La mayoría de las rocas de la superficie lunar están conformadas de los mismos materiales que existen en la Tierra, aunque se descubrieron cinco minerales lunares desconocidos en el planeta, uno de ellos es el armalcolita. La experta añadió que las partes oscuras de la Luna son basaltos (roca volcánica de color oscuro, de grano fino, muy dura y compuesta principalmente de feldespato y piroxena), muy parecidos a los de la Tierra; en tanto que la parte más clara de la superficie del satélite está compuesta por un mineral llamado anortocita.

Por su parte, el científico del IA de la UNAM subrayó que México debe ponerse a la vanguardia en el estudio de las ciencias espaciales. En ese sentido, recordó que desde hace años en el país se impulsa la creación de la Agencia Espacial Mexicana, proyecto aprobado a penas el año pasado por el Senado de la República y que actualmente se discute en la Cámara de Diputados. Para que México se posesione en ese ámbito hacen falta recursos y planeación estratégica a largo plazo. Ese proyecto permitirá concretar esos dos elementos. El país cuenta con ingenieros, físicos, biólogos y personas altamente capacitadas en las ciencias del espacio, lo que hace falta es un detonante para que esa revolución también pase por nuestro país; necesitamos trabajar en equipo para lograrlo, y es en eso en lo que estamos ahora.