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Ministro de la Corte los exhorta a conducirse con humildad y ética

Llaman a nuevos jueces y magistrados a no amedrentarse ante el poder del crimen
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de julio de 2009, p. 8

En una ceremonia solemne de plenos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y del Consejo de la Justicia Federal (CJF), en que se tomó protesta a una veintena de jueces de distrito y magistrados de circuito que asumen el cargo a partir de este martes, el ministro Sergio Valls Hernández reconoció la importancia que tiene en el combate a la delincuencia organizada la reforma en materia penal propuesta por el presidente Felipe Calderón, que entró en vigor en junio de 2008.

En su discurso, Valls llamó a los impartidores de justicia, que habrán de juzgar a peligrosos narcotraficantes y secuestradores, a no amedrentrarse ante el poder de intimidación de los grupos criminales, que amenazan por igual a ciudadanos comunes y a servidores públicos, policías, militares y jueces.

En la actualidad, esa gran responsabilidad (de los juzgadores) es palpable por los difíciles tiempos en que vivimos, donde la ominosa criminalidad crece desmesuradamente, lo que exige que profesionistas como ustedes, que han demostrado poseer profundos conocimientos en la ciencia del derecho, una vez en el ejercicio de su función, demuestren con valentía, ante este embate intimidatorio, estar comprometidos con servir a nuestra institución y, sobre todo, a la patria, desde sus más profundas convicciones, conscientes de lo frágil y delicada que es esa línea entre simplemente resolver o resolver con justicia y ética, lo cual significa realmente juzgar.

El ministro también exhortó a los impartidores de justicia a que se conduzcan en sus funciones con humildad y ética, y que asuman un compromiso con el cumplimiento irrestricto de la ley.

El juzgador tiene que cultivar el valor de la humildad, ya que aquel que juzga a los demás debe estar consciente de sus propias limitaciones, aspirar a saber más, lo más que pueda, pero reconocer en su interior la posibilidad de errar que tenemos todos los seres humanos. Así, la honestidad de espíritu no le permitirá caer en las trampas del ego, y lo llevará a revisar constantemente lo que hace y aceptar, cuando sea el caso, la posibilidad de cambiar su criterio al advertir que no siempre es el más acertado.