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La banda defeña rompió con la armonía de decenas de grupos en el festival de jazz

Fue como tocar en Ecatepec, dicen Los de Abajo en Montreal

Con sus ritmos latinos, su son jarocho y su ska lograron una fiesta en la calle, contra la guerra

Eugenio, Enrique y Fernando Toussaint acompañaron a Jean-Pierre Zanella

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Héctor Infanzón y Aarón Cruz durante su actuación en el encuentroFoto Juan José Olivares
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 13 de julio de 2009, p. a12

Montreal, 12 de julio. Como si hubiéramos tocado en Ecatepec, dijo en entrevista Vladimir Garnica, guitarrista de Los de Abajo, luego de que la banda defeña rompió anoche con la armonía de las decenas de bandas y solistas que se presentan en el Festival Internacional de Jazz de Montreal, que se lleva a cabo en esta cosmopolita ciudad, que huele y sabe a música por cada rincón. Se trata de uno de los banquetes más suculentos para los melómanos de todas partes del mundo.

Los de Abajo llegaron –por tercera ocasión a este encuentro– con sus ritmos latinos, su son jarocho, su tambora, pero sobre todo con su ska, y sus letras directas y de contenido social, para organizar un extraordinario desmadre que convocó a crear un slam entre los seguidores, muchos de ellos hijos de inmigrantes que, en plena catarsis, sintieron un pedazo del país que dejaron. Vladimir tenía razón: era como estar en un concierto en Ecatepunk o Ciudad Neza, pero en versión verdosa y con aires fríos del norte del continente.

Los adolescentes mexicanos contagiaron a los canadienses, y en un mar de empujones explotaron en ésta, su fiesta en la calle, fiesta contra la guerra, contra el imperialismo, decía la cantante y trombonista Odisea Valenzuela, quien ahora está frente al micrófono, en sustitución de Líber Terán, quien salió del grupo para realizar su proyecto personal.

Al grito de viva México, los presentes, que rebasaban los siete mil, escucharon piezas de tropipunk, que los hicieron empujar, brincar, sudar… ser libres y poder recordar sus raíces.

Y el latinska seguía escuchándose con rolas como War 4 peace, Adiós negrita, Teresa, y la banda, con todo y playeras de la decepción nacional de futbol o de los campeones Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como con sus máscaras de los ídolos del pancracio, seguía en su explosión de alegría. La hora que le toca a cada grupo terminó y no faltó el: “… eros, … eros” para que el combo regresara al escenario para ofrecer tres piezas más, entre ellas una versión skametalera de la La sandunga.

Sacbé en el L’Astral

Los Toussaint regresaron por lo suyo. Fue un día para músicos mexicanos de altos vuelos. Antes que Los de Abajo, los hermanos Toussaint: Eugenio, Enrique y Fernando, dícese Sacbé, grupo efigie de la escena mexicana del género desde hace 30 años, obsequió en el club L’Astral una dosis de finura jazzística, una sesión para acompañar a unos de los clarinetistas y saxofonistas más apreciados de Montreal, Jean-Pierre Zanella, virtuoso como los Toussaint, quien pareció pertenecer al mismo cordón umbilical.

El nexo es 25 años de conocerlos debido a que era de la sección de metales de la orquesta de Paul Anka, con quien también tocó Enrique. La amistad y el mismo placer los ha unido, lo que se reflejó en el proscenio.

El año pasado que Sacbé (camino blanco, en maya) tocó en este encuentro, se aventó un palomazo, y ahora lo invitamos a echar la paloma con nosotros con algo más serio, dijo Eugenio en una charla. Durante el año se mandaron por correo electrónico los mp3 y las partituras, que se transformaron en un set maravilloso, con rolas alternadas de unos y del otro, pero que parecieron diseñadas por un grupo que tiene años de tocar.

Tiene que ver con conocerse como persona antes que como músico; tener una empatía que permita comunicarse con ese lenguaje universal, plasmado en el cuaderno pautado, comentó Eugenio, quien se refirió a la diferencia del escenario de este año con respecto al pasado, al aire libre: el hecho de estar en un lugar cerrado evoca algo más íntimo. La reacción del auditorio es distinta; es más exigente porque sabe e incluso paga.

Infanzón y cómplices

Otros que robaron cámara fueron Héctor Infanzón y banda de musicazos que lo acompañaron. El pianista de la ciudad de México, sutil con los dedos al tiempo que agresivo, ofreció dos conciertos al aire libre que hicieron que varias decenas movieran el bote con su jazz latino. Aarón Cruz en el contrabajo, Giovanni Figueroa en la batería y Armando Montiel en las percusiones sonaron potentes.

Infanzón es un maestro y la conexión con sus músicos es orgánica, de instinto, pues. Ni siquiera la pertinaz lluvia que a ratos cayó en la tarde-noche en esta urbe impidió que le pegara con suavidad al tiempo que con rudeza a las teclas. Las percutía en ocasiones. En la segunda presentación, el agua hizo que los impermeables y paraguas salieran.

Muchos disfrutaron del concierto desde lejos, protegidos en cornisas de los edificios cercanos, pero la sabrosura los calentó.

La música de Infanzón nunca paró, como ha sucedido en estos 12 días que lleva esta reunión para los verdaderos amantes del arte de los ruidos y silencios.