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MILES DAVIS/ Sketches of Spain
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Periódico La Jornada
Sábado 4 de julio de 2009, p. a19

Hace unos cuantos Disqueros celebramos el advenimiento de la edición conmemorativa de El álbum por antonomasia no sólo de todo el género jazz, sino en especial de la producción, vasta, inconmensurable, pródiga, de Miles Davis: Kind of Blue, bello de nombre, bello de contenido.

Nueva buena, buena nueva: en los anaqueles de novedades discográficas esplende joya que no nacida nadaba en ventura (Joyce) y que conmemora el medio siglo de Sketches of Spain (Bosquejos, apuntes de España), esa obra maestra concebida junto con Gil Evans, compositor, arreglista, aprendiz de brujo, con quien realizó tres proyectos monumentales en años consecutivos: Miles Ahead (1957), Porgy and Bess (1958) y Sketches of Spain (1959).

Una orquesta conformada por 21 instrumentos de alientos-metales contrapuntea, dialoga, bosqueja, canta, arropa la trompeta solista del semidiós (de a) Davis.

He aquí dos discos que son una celebración de la vida y sus misterios. El primero contiene la grabación original de hace 50 años, por supuesto remasterizada, con la adición del último track, que no salió en la primera edición sino 20 años después. El segundo contiene las sesiones de ensayo, versiones alternativas y otro bonus track.

A lo que ya conocíamos se añade la plenitud de la magia. El espíritu que anima este proyecto prodigioso es el maridaje entre distintas músicas populares y otras tantas de raigambre clásico o de salas de concierto.

El tema central es el celebérrimo Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, una de las composiciones más glosadas, grabadas, aplaudidas, pavimentadas y asfaltadas. El ejemplo más afortunado reciente es el uso que hace Slava Polunin en su maravilloso Slava’s Snowshow: suena El Concierto de Aranjuez mientras Slava danza su preludio y muerte por amor, flechado por Cupido, y lo hace con desparpajo, serenidad, sonrisa, celebración de la vida.

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La versión de Miles Davis/Gil Evans es también un prodigio. Exquisitez en el balance orquestal, orientación bruckneriana en los pleamares y bajamares de los alientos-metales, interludios en expansión, líneas polifónicas, tempi lentos, lentísimos, ostinati, tríadas, metálicos susurros.

Además de Joaquín Rodrigo otros compositores aparecen en este disco doble y celebratorio: Leo Delibes, con su Bolero; Manuel de Falla y su Amor Brujo; Heitor Villa-Lobos y una de sus Bachianas Brasileiras.

Otro lujo más: las notas al programa son de antología. Las escribe el mismísimo Gunther Schuller, autor de una de las historias del jazz más valederas, compositor, cornista, amigo íntimo de Miles Davis, tan íntimo que narra aquí confidencias en la época de la grabación de este álbum histórico: los conflictos que le causaba a Miles no tener la altura de Dizzy Gillespie.

Quería volar y le faltaban alas. Acudió, como sucede en estos casos, el amor de amigo y el resultado lo disfrutamos las generaciones siguientes y queda para la posteridad: un álbum pleno de magia, encantamiento, sensualidad, dulzura, invención genial.

Proporciona al escucha lo que necesita para volar.

Exacto: alas.

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