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Golpe de Estado en Honduras

Derrocaremos a quien asuma el poder, advierte Hugo Chávez; pone a su ejército en alerta

Restitución de Manuel Zelaya, demanda general de mandatarios latinoamericanos

El embajador venezolano en Tegucigalpa denuncia agresión militar contra él y otros diplomáticos

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Roberto Micheletti (izquierda), líder del Congreso de Honduras, rinde juramento como presidente de factoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de junio de 2009, p. 27

Caracas, 28 de junio. Los gobiernos de las naciones de América Latina condenaron hoy por separado el golpe de Estado en Honduras, mientras el presidente venezolano, Hugo Chávez, aseguró: derrocaremos a cualquiera que asuma el poder en el país centroamericano, horas antes antes de que el titular del Congreso, Roberto Micheletti, fuera designado de facto.

Haremos todo lo que tengamos que hacer para que Zelaya sea restituido en su cargo, aseguró el presidente momentos antes de partir a Nicaragua para una reunión de emergencia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).

El mandatario venezolano responsabilizó al alto mando militar y a la derecha hondureños por el golpe de Estado, que calificó de troglodita, como tantos golpes que ocurrieron en América Latina en los pasados 100 años.

Creo que se han equivocado de rango esos gorilas, No podemos permitir que vuelva el gorilato. Ojalá que los militares reflexionen sobre esa brutalidad, manifestó.

Riesgo de revoluciones violentas

Chávez advirtió a los militares golpistas que no arremetan contra el pueblo desarmado, porque se abrirían las puertas para revoluciones violentas.

Tras llamar a la comunidad internacional a condenar el golpe de Estado y a tomar las medidas necesarias para restituir a Zelaya en el poder, anunció, en declaraciones a la televisora pública VTV, una batalla continental en favor de su homólogo hondureño.

Es una batalla continental entre las fuerzas retrógradas y las fuerzas del alba, y no me refiero exactamente a la Alianza Bolivariana, sino a los países que representan el amanecer, afirmó.

Por lo pronto, calificó de posición importante la asumida por el gobierno de Estados Unidos; sin embargo, apuntó que a la declaración de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, le faltó fuerza, al referirse a la invitación que hizo para resolver pacíficamente sus disputas políticas por medio del diálogo.

Advirtió a los militares golpistas que podrían entrar en una situación de guerra con Venezuela por el atropello que sufrió su embajador en Tegucigalpa, Armando Laguna, quien fue golpeado cuando intentaba escoltar a la canciller hondureña, Patricia Rodas, secuestrada por soldados horas después de la detención de Zelaya.

El diplomático venezolano aseguró que también sus pares de Cuba y Bolivia fueron golpeados por militares hondureños.

Chávez, que puso en alerta a sus fuerzas armadas, aseguró que no se quedará con los brazos cruzados y que un ataque a la embajada o al embajador venezolano en ese país centroamericano será considerado una declaración de guerra de facto y respondida incluso militarmente.

Mientras, cientos de sus seguidores se apostaban a las puertas del presidencial Palacio de Miraflores gritando consignas en favor de Zelaya, en repuesta al llamado del gobernante venezolano para que salieran a las calles a manifestar su condena.

Hugo Chávez señaló que lo que ocurre en Honduras es el mismo formato ideado por la Agencia Estadunidense de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) que lo vivido en Venezuela en abril de 2002, cuando un golpe de Estado lo alejó del poder durante 48 horas.

En la misma línea se pronunció Bolivia, cuyo presidente, Evo Morales, caracterizó lo sucedido en Honduras de emergencia internacional. Tras manifestar su solidaridad a Zelaya, llamó a los organismos internacionales, a los movimientos sociales de Latinoamérica y de todo el mundo y a los presidentes y gobiernos democráticos a condenar y repudiar el golpe militar.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, calificó de brutal, infame y burdo el golpe de Estado; consideró que se trata de una muestra de la desesperación de las elites ante el despertar del pueblo, y sostuvo en que jamás reconocerá a otro gobierno que no sea el de Manuel Zelaya.

Su par de Nicaragua, Daniel Ortega, llamó al ejército hondureño a deponer su actitud, al repudiar el golpe que, aseveró, es un acto de terrorismo en contra de la institucionalidad, en con-tra del pueblo de Honduras y en contra de todos los pueblos latinoamericanos y caribeños.

De manera conjunta, todos los países de América Central y República Dominicana pidieron la inmediata restitución de Zelaya y desconocieron la designación ilegítima de Roberto Micheletti, durante una reunión de cancilleres en Nicaragua, mientras en algunos países de la región se efectuaban expresiones callejeras de apoyo a Zelaya, como fue el caso de Nicaragua y El Salvador

En América del Sur, la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, se declaró preocupada por la situación en Honduras y expresó que las fuerzas armadas secuestraron al presidente constitucional en un hecho que nos remonta a la peor barbarie de la historia de América Latina.

Paraguay y Chile, que también sufrieron las dictaduras militares más duraderas de la región, exigieron igualmente la restitución del presidente de Honduras; en términos similares se pronunciaron Brasil, Colombia, Uruguay, Paraguay, Chile y Perú.