Economía
Ver día anteriorDomingo 28 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Desde finales de los 70, Albet i Noya optó por las bebidas orgánicas

Apuestan a la producción de vinos en armonía con la naturaleza y la gente
Foto
Vinexpo, la feria más grande de vinos, realizada en Bordeaux, al sur de FranciaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de junio de 2009, p. 26

Sant Pau D’ordal, España, 27 de junio. A finales de los años 70, el viticultor Josep Maria Albet i Noya, ecologista y vegetariano, decidió producir vino orgánico por convicción, pero 30 años más tarde su decisión ha probado ser todo un acierto.

Al principio era algo filosófico, pero más tarde he visto que era un gran mercado, con más opciones para nosotros, explica, convertido hoy en día en uno de los mayores productores de vino orgánico del país, con una producción de alrededor de un millón de botellas anuales que exporta a 30 países.

Sus vinos también han sido elogiados por los críticos, siendo ganador de 26 medallas de oro internacionales.

Nuestra primera obsesión fue siempre la calidad, declara en la terraza de su granja del Siglo XIII situada en su viñedo de 122 hectáreas en la región del Penedés (Cataluña, noreste).

La superficie total de viñas orgánicas se ha doblado entre 1999 y 2007, según cifras de la oficina europea Eurostat.

Orgánico significa más respeto por la naturaleza y la gente busca estos valores en el vino, añade.

Es la dirección que ha tomado Occidente, especialmente los jóvenes que son el futuro del mercado. Todo el mundo es más sensible a los problemas del medioambiente y al cambio climático.

Sin contar los escándalos alimentarios. Cada escándalo de los conservadores (...) empuja a la gente hacia lo bio, porque se preocupan por su salud, consideró.

Pero esto tiene un costo. Juan Carlos Sancha, profesor de viticultura de la Universidad de La Rioja (norte), considera que producir vino orgánico supone un costo añadido de 18 opor ciento que se repercute sobre el consumidor.

El mismo productor de vino orgánico cree que el mercado progresa, pero muy lentamente. Es una buena señal que los supermercados tengan ahora secciones bios.

Ecologistas vergonzantes

Pero, paradójicamente, algunos viticultores producen vino bio sin querer etiquetarlo como tal. Hacen vino bio porque saben que tendrán (...) una mayor calidad (...) pero a veces tienen miedo de que la denominación como tales sea percibida con un signo de calidad inferior, según Albert i Noya.

Sancha también admitió que el vino bio tiene una mala imagen entre los consumidores.

Una bodega francesa, Château Pontet-Canet, en la región de Burdeos (sudoeste de Francia), está reorientando su producción para hacer vino bio y biodinámico (un tipo de vino orgánico).

Aunque todavía no pueda utilizar el término bio o biodinámico, el bodeguero Jean-Michel Comme explica que no es tanto por razones de marketing como por la calidad y ventajas en materia de salud.

Es para mejorar el vino, pero es también por la salud de nuestros trabajadores, y la mía también; sobre todo es por la salud de los consumidores, porque también creemos que con los pesticidas, quedan residuos. Es por una serie de cosas, por el respeto al medioambiente, afirma.

Si gracias a la biodinámica el vino es mejor, la gente estará dispuesta a comprarlo, según él.

Pero, para Albet i Noya, lo bio no es sólo el futuro, sino también el pasado, y una vuelta a los métodos tradicionales que se utilizaron en España durante siglos.

Algunos se acuerdan de que su padre no utilizaba nada de química y se dicen: si mi padre podía, entonces yo también lo puedo hacer.