Opinión
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Epidemias: retratos de la realidad
L

eo en una revista de medicina, The Lancet, publicada en marzo de 2009, los doctores del siglo XIX afirmaban que era mejor tener cáncer que gripa. Existían docenas de remedios para tratar el cáncer pero ninguno para la gripa. Aunque hoy esa afirmación es insostenible, las epidemias de influenza siguen siendo una especie de demonio para los sistemas de salud (o de cáncer para quienes gustan de las metáforas). Baste recordar la epidemia en Europa que entre 1918 y 1919 acabó con la vida de 50 millones de personas y las de 1957 y 1968 que mataron, cada una, a un millón. El nuevo virus 2009 A/H1N1 ha cobrado pocas víctimas mortales, pero ha evidenciado muchas facetas de la condición humana. Continúo la discusión iniciada hace dos semanas.

4. Estigmatización. Son añejos y múltiples los testimonios médicos y literarios que vinculan enfermedad y estigmatización. La estigmatización puede ser individual o colectiva. Cuando se trata de individuos afectados proviene de la ignorancia. Sidoso, leproso o tuberculoso, son, entre otros, términos utilizados para denostar a quienes padecen la enfermedad.

En la epidemia que ha afectado a México en 2009, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) consideró, en voz de su presidente, que las autoridades del sector salud deben mantener bajo reserva los nombres y otros datos de las personas contagiadas con el virus de la influenza humana A/H1N1, así como los que han fallecido por esa causa. La sugerencia de la CNDH rememora algunas épocas donde prevalecía el oscurantismo y que obligaba a esconderse a quienes padecían tuberculosis o sífilis.

La epidemia que ahora vivimos ha desatado diferentes formas de estigmatización colectiva. Cuatro escenarios. 1) En Egipto se sacrificaron 300 mil cerdos y muchos países, sobre todo europeos, prohibieron la adquisición de carne de cerdo de naciones estigmatizadas, entre ellas, México, España y Estados Unidos. 2) Algunos países, como Cuba, Argentina, China y Ecuador prohibieron que aviones mexicanos, pero no estadunidenses o canadienses aterrizasen en su territorio. 3) En España se prohibió que un grupo de niños mexicanos cantase. 4) Fidel Castro, convertido en epidemiólogo estigmatizador, aseguró: Nada ha cambiado en México los últimos ocho años, excepto el virus.

Aunque la ignorancia no requiere ni permiso ni pasaporte, las acciones y señalamientos anteriores son inconcebibles: la Organización Mundial de la Salud y otras agrupaciones han repetido incontables veces que la ingesta de cerdo no incrementa las posibilidades de contagio del virus A/H1N1 (por esa razón se eliminó el término influenza porcina); la emigración de individuos de una nación a otra sólo retrasa el contagio 15 días; hubiese sido más humano que los españoles efectuasen pruebas de laboratorio en los niños mexicanos sospechosos de estar enfermos en vez de cancelar la presentación; finalmente, afirmaciones como la de Castro, sin sustento científico, siembran discordia. Corolario: La estigmatización, a pesar de los inmensos avances de la ciencia, no perdona: arremete contra las personas y daña sociedades y economías.

5. Globalización de las epidemias. Al inicio de cualquier epidemia es muy complejo, quizás imposible, encontrar el equilibrio entre preservar vidas y no generar pánico, local e internacional. Exagerar las medidas salva vidas; exagerar demasiado puede dañar economías. Los modelos epidemiológicos de influenza han demostrado la dificultad de predecir lo que sucederá ante la emergencia de nuevos virus. La OMS ha dicho que el gobierno mexicano actuó bien. El PRD y el PT sostienen lo contrario. Aseguran: Con su actitud esquizofrénica, la administración de Felipe Calderón propició que el resto de las naciones se vieran obligadas a protegerse de cualquier contagio masivo que afectara a sus ciudadanos.

A la epidemia de influenza deben agregarse otras epidemias que devastan nuestra economía e imagen: el narcotráfico, la corrupción e impunidad de nuestros gobiernos y la merma en la industria del turismo. Corolario: ¿Quién tiene razón: la OMS o el PRD-PT?

6. Politización de la enfermedad. En la ciudad de México se tomaron algunas medidas, para muchos adecuadas, para otros arbitrarias y cuestionables. Se cerraron escuelas pero no el sistema de transporte colectivo; se cerraron restaurantes pero no los comederos callejeros. Entre otras acciones, descaradamente populistas, se vio a Marcelo Ebrard limpiar personalmente el Metro. Lo mismo representa la foto que muestra a Javier Lozano y Alberto Cárdenas, secretarios de Trabajo y de Agricultura, degustando carnitas de puerco.

Fueron también muchas las discrepancias en cuanto al manejo de la epidemia entre el gobierno del DF y el federal y no pocos los reportes incompletos de varios estados de la República. Aunque cada gobierno puede diseñar sus políticas, hubiese sido sano que todos actuasen bajo la misma lupa. Corolario: las enfermedades son utilizadas como arma política.

Las epidemias retratan muchas realidades. Si alguno de los médicos del siglo XIX que preconizaban mejor cáncer que influenza volviese a ejercer en este siglo diría que se equivocó, pero, también se sorprendería de la capacidad de una partícula tan pequeña como el virus para desnudar algunas de las crudas realidades de la especie humana. No hay duda: las epidemias son inmejorable termómetro para evaluar la salud de las naciones y de los individuos.