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La muralista recibió un homenaje en el Museo de la Acuarela

Inspirada en el Popol Vuh, Rina Lazo pinta el inframundo maya
Foto
Rina Lazo captada ayer antes de comenzar el homenaje que recibió en el Museo Nacional de la Acuarela, en CoyoacánFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de mayo de 2009, p. 7

Un homenaje de casi tres horas recibió este martes la pintora, grabadora y muralista Rina Lazo en el Museo Nacional de la Acuarela Alfredo Guati Rojo, en el barrio de Santa Catarina, en el centro de Coyoacán.

Con más de 50 años de trayectoria, esta guatemalteca y mexicana, alumna y ayudante de Diego Rivera y amiga de Frida Kahlo, adelantó en entrevista que pinta El inframundo de los mayas, cuadro de cinco metros por tres del que aún no tiene comprador pero que, por el tamaño, dijo que sería adecuado para un museo.

“Estoy metiendo ahí todo mi corazón, me he inspirado en el Popol Vuh”, comentó, y recordó que en 1966 hizo la réplica de las pinturas de Bonampak para el Museo Nacional de Antropología y que ahí mismo pintó, tres décadas más tarde, un mural propio: Venerable abuelo maíz.

Antes, en su país natal, había pintado en 1954 el mural al fresco Tierra fértil, también referido al universo maya, una de las constantes en su obra de gran formato, pues Rina Lazo es originaria del pueblo indígena de Cobán, en la selva de Guatemala.

Contenta por el homenaje-conferencia, llevado en forma de entrevista por José Luis Alcubilla, la pintora recordó su niñez, la magia de Cobán, el chipi-chipi cotidiano, el verdor del paisaje, la primera lengua que aprendió: el kekchí. Después aprendería el alemán, por la descendencia de parte de su familia, cafetalera, y como tercera lengua, el español.

Con pretensiones más de astrónoma que de artista, la joven Rina ganó en 1946 un concurso de pintura y el premio era un viaje a México para estudiar en La Esmeralda. Y una amiga le aconsejó: apréndete estos nombres: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, los tres grandes.

La Esmeralda no era lujosa como ahora, sino más bien un jacalón, pero hoy ya no salen tan buenos pintores, consideró Lazo, quien recordó a artistas, maestros y compañeros como Juan Cruz, Alfredo Zalce y Pedro Coronel, así como el Dr. Atl en una tienda de campaña viendo nacer el volcán Paricutín.

Maravillosa oportunidad

Ya en México conoció poco a poco a los tres grandes. El primero fue Rivera, pues su maestro Andrés Sánchez Flores la había recomendado para ser su ayudante. Fue la más maravillosa oportunidad que tuve en mi vida, confió, y dijo que Rivera era atento y respetuoso, pero no mujeriego como se dice y como él mismo se empeñó en que lo consideraran.

“Llegué a las seis de la mañana al hotel del Prado, donde el maestro pintaba Sueño de una tarde de domingo en la Alameda. Había un muro blanco, al fresco, y su enorme figura se recortaba como una sombra oscura. Entonces, se acercó y me besó la mano.”

Rivera, continuó, dibujaba sin soltar el carboncillo y casi no llevaba apuntes ni proyecto, y le explicaba a su nueva alumna que un verdadero muralista de la Edad Media no trabajaba antes en el estudio, porque si no ahí dejaba la inspiración.

En ese mural Lazo pudo colorear los vestidos de algunos personajes y pintó los zapatos del Diego niño, aunque su maestro le dijo que lo había hecho al revés, sin comprender ella hasta ahora a qué se había referido.

A partir de ahí todo vino como en cascada. Conoció a Frida en la Casa Azul, a donde Rivera la invitaba a comer, aunque la primera vez fue recibida con recelo, pero enseguida Kahlo se mostró contenta, como siempre.

Conoció además a Siqueiros, un hombre de un gran corazón, de apariencia dura pero en realidad muy accesible.

A Orozco, el artista más apasionado, aunque se necesita estar inspirado para disfrutar su pintura. Es un genio que no entendieron bien los críticos europeos, agregó Lazo.

Y conoció a muchos más, entre ellos a su esposo, el también pintor, grabador y muralista Arturo García Bustos, quien a su vez fue alumno de Frida Kahlo.

Las conferencias-homenaje en el museo son cada mes, y el 16 de junio toca el turno a García Bustos.