Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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TOROS
Morante en la gloria torera
M

orante de la Puebla abrió su capotillo deslumbrante, desmayó los brazos y recreó la verónica y remató dos series con medias verónicas de soplo divino y el toreo fue otra cosa, en que el capote paseaba en triunfo. Unos lances que quedarán para la historia del toreo y algunos crónicos consideran como los mejor realizados en la vieja plaza monumental de Las Ventas madrileña. Todo esto en las corridas del tramo final del ciclo isidril que navegaba en las aguas de la mediocridad, debido en parte a la mansedumbre de los aparatosos toros.

Y si José Tomás ausente de Madrid se llevó su toreo dramático a Jerez de la frontera y encandiló a los jerezanos, Morante de la Puebla lo regresó artísticamente a Madrid, donde la plaza vibró herida, no dando crédito a lo que contemplaba. Toreo que fue como un sueño por la belleza de los lances del diestro sevillano, llenos de hondura, torería y misterio, imposibles de describir de no poseer el canto de las guitarras que mágicamente aparecieron en los tendidos y acompañaron el juego de brazos y cintura de Morante con un son de palmas por burlerías que terminaron por recrear un alboroto en el coso que parecía nunca terminar, mientras el torero fuera de sí, daba la vuelta al ruedo, literalmente sacado de madre, en otro mundo.

Toreo, canto y dicha escondidos bajo los pliegues del torero nacido en la Puebla del Río sevillana que giraban en la verónica llena de aromas y romeros, recortando paisajes que sabían de amores entre las laderas y el rumor de los árboles sobre la tierra. Un soplo taurino que pasaba sobre las palmas de la mano del diestro en un quehacer torero a la vez clásico y cargado de duendes que lo tornaban bello y novedoso y volvían el arte de torear un encuentro amoroso.