Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Tarja y los darketos
C

omo no sea el de una trompeta, yo de metal conozco poco o nada, así sea heavy o de otro peso específico. Pero la noche del sábado 16, varias razones me impulsaron a apersonarme en el cavernoso Circo Volador para una tocada sui generis, auténticamente metalera, certificadamente dark.

Antecedente 1: Finlandia es famosa por sus buenas voces, como las de Karita Mattila y Soile Isokoski en el ámbito de concierto, o como las de las tres blanquísimas cantantes de Värtinnä.

Antecedente 2: Finlandia ha lanzado al mundo numerosas bandas representativas de diversas vertientes del gótico y del heavy metal. Por ejemplo, Apocalyptica y Stratovarius. Así pues, el anuncio de la presencia de Tarja Turunen, ex vocalista de Nightwish, fomentó mi curiosidad y me hizo lanzarme hacia los ignotos (para mí) rumbos de la colonia Jamaica, ataviado con un vestuario a todas luces erróneo, en el que la única prenda negra era mi ropa interior.

Ya dentro del Circo Volador, una estricta división de clases. Los fanáticos recalcitrantes, los meritorios históricos, abajo, de pie, apretujados hombro con hombro. (El coro de ¡Tarja, Tarja, Tarja! comienza temprano y no cede en toda la noche). Los tímidos y precavidos (yo entre ellos), arriba, sentados en unas rústicas butacas en diverso estado de decrepitud y deconstrucción. A los lados del escenario, enormes pendones con la críptica leyenda Culto Joven, que me hace sentir todavía más ajeno.

Un par de miles de gargantas rugen rabiosas cuando sale la banda, y llegan al paroxismo cuando aparece Tarja, cobijada por los rayos de la no-luz de colores diversos y las indispensables cortinas de humo.

En un instante, se despliega un mar de cámaras digitales y foto-celulares, y la sesión deviene feroz lucha por capturar a Tarja. ¿Para qué tanto afán, si en la explanada exterior los corsarios la ofrecen de a 10 o de a 15, en todas las presentaciones posibles?

Adentro, Tarja transita con autoridad por todos los puertos de escala del discurso metalero, desde la contemplativa balada de la damisela infortunada, hasta el aliento épico de la heroína gótica invencible, todo ello sumergido en ese ambiente de medievalismo rimbombante que tan cálido refugio ofrece a los delirantes darketos, quienes, por razones perfectamente comprensibles, preferirían habitar ese mundo paralelo en el que el negro es vida y las astillas de plata de la luna representan la luminosidad trascendente.

No cabe duda que Tarja Turunen, Diosa del Decibel, Diva del Dark, posee todos los atributos de voz y de presencia para encarnar a ese mutable personaje (ora Morticia, ora Vampirella, ora sacerdotisa druida) que se erige en oficiante ideal para guiar el rito violentamente sonoro que piden a gritos los epígonos del Inframundo, los postulantes ansiosos de habitar el Lado Oscuro.

Mentiría si dijera que esa tocada en el Circo Volador me sirvió para calibrar la calidad musical de Tarja Turunen. Lo que importa en esos casos es el volumen sin límite, el potente aullido a la Tarja-Luna, el frenesí colectivo que exige que de los tímpanos mane sangre.

Al día siguiente, en un ámbito más silencioso y luminoso, escuché a Tarja cantando con Nightwish, y en algunos de sus cedés como solista, y también interpretando a Schubert, unplugged, y cantando Adeste Fideles, y La Traviata, y Gianni Schicchi. Y sí, ahí está la voz de amplio registro, de variado color, de buena potencia. Dicho de otro modo: aun sin la parafernalia electrónica del metal, Tarja Turunen sí es cantante, que es más de lo que pueden decir muchas y muchos de sus colegas.

Me fue dada otra explicación, pero prefiero creer que todas esas manos levantadas en el Circo Volador haciendo la señal de cuernos es la justificación ideal para que los panistas, mochos, censores y retrógrados, puedan vociferar que el heavy metal y todo lo que con él tiene que ver es cosa del demonio.

Lo cierto es que esa noche, al terminar Tarja Turunen su presentación, la banda de los oscuros salió a la calzada de la Viga y se dispersó por el auténtico infierno.