Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Se van cerrando las válvulas de escape
M

éxico, a lo largo de todo el siglo XX, puso en marcha diversas válvulas de escape que han tenido ciertos efectos positivos en la economía del país, si bien no han logrado desarrollarlo ni, por lo tanto, impedir la salida de los trabajadores. Sin embargo, el problema actual es que en el marco de esta nueva crisis estas válvulas de escape se están cerrando, por lo que las dificultades del país se incrementan.

En el marco de la crisis de 1929, y con el retorno de importante número de trabajadores migrantes, el general Lázaro Cárdenas llevó a cabo un nuevo proyecto de nación, cuyos ejes fueron por supuesto la reforma agraria, con el reparto de tierras y la consolidación del ejido, un proyecto de industrialización, apoyo a la educación, entre otras cosas, todo ello acompañado por la nacionalización del petróleo. Este recurso debía ser el pilar para permitir el gran propósito de transformar y desarrollar el país y servir para el bienestar de la población. Sin embargo, con el paso del tiempo esta industria enormemente generosa fue utilizada por los diversos gobiernos priístas para enriquecerse, enriquecer a los corruptos líderes sindicales y servir de caja chica para sus campañas electorales. Y los gobiernos panistas, como el de Vicente Fox, no lo hicieron mejor, pues éste se dio el lujo de dispendiar y prácticamente desaparecer la extraordinaria renta petrolera que recibió su administración cuando el precio del barril alcanzó precios nunca vistos, y el gobierno de Felipe Calderón sigue empeñado en su privatización.

Sin embargo, esta válvula de escape que ha mantenido la economía del país, a pesar de todo, está dejando de ser tal, pues, como reportó Petróleos Mexicanos, la exportación de crudo está en picada, ya que en los primeros cuatro meses de 2009, en comparación con el mismo periodo de 2008, se produjo un desplome de 60.4 por ciento de sus ingresos por concepto de exportaciones de petróleo crudo, situación que no parece que podrá remontarse, pues el precio está a la baja y difícilmente alcanzará los montos de los años recientes.

Un segundo momento importante surge con la crisis de los años de 1970 y con el fin del Programa Bracero. Se dieron nuevamente movimientos migratorios de retorno, al tiempo que se abría una nueva válvula de escape con la llegada de importantes montos de inversión extranjera directa en el marco de lo que se denominó la nueva división internacional del trabajo. México, como otros países subdesarrollados, formaría parte de la segmentación internacional de los procesos productivos, desplazados desde los países industrializados. Las maquilas llegaron a ser muy importantes, principalmente por la generación de empleos y porque han sostenido una parte fundamental de las exportaciones mexicanas. Sin embargo, la industria nacional no se desarrolló y no se crearon los eslabonamientos productivos internos, lo que nulificó un posible efecto positivo y quedamos como país maquilador. Por ello, si bien han podido absorber buena parte de la fuerza de trabajo, ha sido a costa de profundizar el subdesarrollo, pues responden a los requerimientos del capitalismo internacional y no a las exigencias de un progreso autónomo. Pero ahora, para colmo, es claro que esta válvula de escape se está cerrando, pues el propio gobierno de México estimó que para 2009 la inversión extranjera directa caerá 16.6 por ciento en relación con lo captado el año pasado, cuando se recibió el menor monto de los últimos cinco años.

Ante la crisis de los años 94-95, la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y los requerimientos extraordinarios de la economía de Estados Unidos, los movimientos migratorios iniciarían, como nunca, sus enormes desplazamientos hacia el país del norte. Con ellos se incrementaría en forma extraordinaria lo que, desde mi punto de vista, se convirtió en la tercera válvula de escape de la economía mexicana: las remesas.

Pero ante la crisis de los años 2007-2008 estas divisas se están reduciendo entre 8 y 10 por ciento, con el consecuente efecto negativo para las familias que se sostienen en gran parte con esas divisas. Pero, como he comentado en otras colaboraciones, si bien en esta crisis los trabajadores que viven en Estados Unidos difícilmente volverán al país a pesar de sus precarias condiciones y por ello envían menos remesas, en la medida en que el desempleo en Estados Unidos se ha incrementado, los flujos migratorios hacia ese país han disminuido en forma notable, al tiempo que se ha incrementando el desempleo en el país.

Efectivamente, la economía de México es un desastre, tal como señaló José Ángel Gurría (La Jornada, 23/5/09), a quien por lo visto se le olvida que ha estado vinculado orgánicamente al quehacer económico y político de los gobiernos mexicanos y ha sido uno de sus artífices y, por tanto, también responsable del desastre, el cual no es consecuencia únicamente de la crisis actual, sino de un modelo económico que se ha traducido en desigualdades flagrantes de riqueza y pobreza, retraso respecto de otros países, potencialidades desaprovechadas y dependencia tecnológica.

Las válvulas de escape han sido desaprovechadas y, para colmo, ahora se están cerrando.