Opinión
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Penultimátum

La doctrina Abascal

N

ueva teoría para explicar el pandillerismo que existe en el país. A juicio de Mario Turrent, alcalde panista de León, Guanajuato, ese fenómeno social es consecuencia de que las madres de familia tienen que abandonar sus hogares para trabajar. Para solucionar el problema en todo México y en muchos otros países, el edil expresó la necesidad de que las madres vuelvan a sus casas para atender ese problema social. Turrent refuerza así el cuerpo central de la doctrina Abascal, llamada así por los expertos en recuerdo del antiguo secretario del Trabajo y de Gobernación en tiempos del señor Fox, y quien proclamó que el mejor lugar de la mujer es el hogar. Al fogón madres latinas, a limpiar su cochinero, es su lema. Seguramente por eso, y por otras virtudes, el grupo Pro Vida insiste en elevar a los altares al acucioso lector que encontró en la novela Aura, pasajes inconvenientes para ser leídos por una adolescente.

También otros teóricos explican lo que las autoridades todavía no logran entender. Es el caso del párroco de la iglesia de la Inmaculada, en Valle Dorado, estado de México. Ante 30 niños del Colegio Hispanoamericano que celebraban su primera comunión, el sacerdote aseguró que la epidemia que se está viviendo es una consecuencia de la falta de cuidado y de información de las autoridades y del alejamiento de la fe. Todo esto que nos está pasando, lo de la epidemia de influenza y todo eso, como la drogadicción, prostitución, son producto de que esas personas están alejadas de la fe. Fe es lo que falta para acabar con la epidemia. Esa tarea la encargó el sacerdote Cuauhtémoc Islas (colaborador del cardenal Norberto Rivera) al Señor de la Salud, cuya imagen se encuentra en la Catedral Metropolitana. No salía de ese recinto desde 1691, cuando fue paseado varias veces por las calles de la ciudad para que acabara con la epidemia negra que ese año dejó cientos de víctimas. Entonces se predicó que las muertes se debían a un castigo divino por los pecados del hombre.

No fue por eso, sino que, como la gran peste que acabó entre 1347 y 1350 con un tercio de la población de Europa y millones en Asia, se debió a la bacteria Yersinia pestis (http://es.wikipedia.org/wiki/Yersinia_pestis) que se contagia por las pulgas con la ayuda de la rata negra (Rattus rattus), hoy conocida como rata de campo. La inmensa mayoría de las víctimas fueron pobres que vivían en pésimas condiciones higiénicas. Se culpó también a los judíos y a los leprosos de la mortandad. La imagen del Señor de la Salud se quedará en el altar principal de Catedral hasta que desaparezca la gripe humana.

Las mismas autoridades científicas que apoyan la tesis de los sacerdotes, según aseguran fuentes generalmente bien nutridas, sostienen que las pulgas son una consecuencia fisiológica del pecado, pues antes del pecado no había pulgas.