Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de mayo de 2009 Num: 740

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

José Emilio: el lector está contigo
ABELARDO GÓMEZ SÁNCHEZ

Eurídice
YORGOS YERALIS

Memorable cuerpo
JOCHY HERRERA entrevista con LUIS EDUARDO AUTE

El día que el teatro perdió su magia
JOSÉ CABALLERO

La guerra perdida de Calderón
ROBERTO GARZA

Una Ajmátova de Modigliani en México
JORGE BUSTAMANTE GARCÍA e IRINA OSTROÚMOVA

Porchia: un sabio ermitaño en Buenos Aires
ALEJANDRO MICHELENA

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Eurídice1

Yorgos Yeralis2

Vi a Eurídice en su regreso,
con una rama de luz en la mano, descender,
inclinada, los escalones sombríos,
con su cabello aún repartido
en los vientos de la vida y la muerte.
Y conforme se acercaba, la tarde se llenaba
de murmullos, como si fuera la túnica
que se doblaba en la rodilla etérea,
una lira, o como si en su cabellera resonara
el sonido de besos en la hora desierta

[...]

Así era entonces.
Una figura vaga, que se acorta,
lo acerbo bajando la playa.
Ahí la ciñeron las sordas, moradas rocas
y al entrar en la frontera, las aves blancas,
partiendo de los cuatro extremos del viento,
se unieron sobre su sombra delgada
y llevándola en sus anchas alas, se dispersaron,
flecha veloz, desde la orilla de la esperanza
hasta el principio de la nada oscura.
Y toda la noche el Hades cantaba.

Toda la noche cantaba el silencioso país
y una luz más suave que la tristeza
rayaba sobre los montes de granito.
Toda la noche velamos mirando más allá
en el país aletargado la gracia blanca
sobre la densa oscuridad, escuchando
la música increíble del abismo.

Poema tomado de Los ojos de Circe

1 Eurídice, esposa de Orfeo quien, desperado por su muerte, bajó a buscarla al Hades. Conmovió con su canto a las divinidades infernales y los convenció de que le permitieran llevarla con él devuelta a la tierra, a condición de que no la mirara antes de salir a la luz del sol. Pero poco antes de dejar el mundo de las tinieblas, Orfeo no resistió y se volvió a mirarla. Entonces Eurídice fue de nuevo arrastrada a los Infiernos y Orfeo regresó solo.

2 Véase La Jornada Semanal, núm. 671, 13/I/2008

Versión de Francisco Torres Córdova