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Fernández de Cevallos, el coordinador, narra en su libro

Salinas fue el cerebro de los videoescándalos: Ahumada
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de mayo de 2009, p. 6

Al cumplirse hoy dos años de su excarcelación, Carlos Ahumada Kurtz confirma a través de un libro titulado Derecho de réplica, que el escándalo de los videos filmados en sus oficinas, donde aparece entregando dinero a dirigentes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) –divulgados por Televisa en marzo de 2004–, fueron parte de un complot para denunciar la corrupción y acciones en su contra por parte del Gobierno de Distrito Federal, encabezado entonces por Andrés Manuel López Obrador, así como para exigir le fueran pagadas las deudas que el sol azteca había contraído con él.

... Todos los días se discutía si había sido un complot, si había participado Carlos Salinas, si en él estaban el presidente Vicente Fox, Santiago Creel, Diego Fernández de Cevallos, o si estaba no sé quién más. ¡Sí! Sí estuvieron todos ellos, hoy lo puedo decir: sí estuvieron todos. Pero insisto, eso no fue lo relevante, se lee en la página 125.

Más adelante, en la página 156, puntualiza: ... Todo lo negocié directamente con Carlos Salinas, muchas veces en presencia de Rosario Robles; con Diego Fernández de Cevallos, con Ramón Martín Huerta, con Eduardo Medina Mora, el actual procurador general de la República, en aquel entonces director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), a quien conocí en la oficina de Martín Huerta, así como con el general (Rafael) Macedo de la Concha... todos ellos intervinieron, formaron parte, realizaron alguna tarea en especial; pero concretamente negocié con Carlos Salinas y Diego Fernández.

Así, cinco años después, el empresario –radicado hoy en su natal Argentina– relata en un libro editado por Grijalbo todo el entramado de una operación que en ese momento fue denunciada por el propio López Obrador. El mismo día 3 de marzo –cuando en su programa matutino Víctor Trujillo, Brozo, difundió los videos que le llevó el entonces asambleísta Federico Döring–, el político tabasqueño dijo que esa maniobra era una respuesta a las acciones judiciales que el gobierno de la ciudad emprendió contra directivos de las empresas del Grupo Quart, propiedad de Carlos Ahumada. Luego, tres días después, en una tesis de la que nunca se movería, no obstante que los propios involucrados lo negaron todo el tiempo, el entonces jefe de Gobierno denunció que el videoescándalo (como de inmediato se le bautizó) era una acción en su contra.

Textualmente acusó que los videos “están siendo coproducidos por la derecha. Los Pinoles (la casa presidencial y el innombrable (Carlos Salinas)”, y dijo que ese material se lo habían comprado (a Ahumada) e incluso habían negociado su salida del país.

¿Y por cuánto?, pregunta Ahumada en la página 156 del libro. Acordamos casi 400 millones de pesos, los cuales nunca me pagaron. Asegura que fijó ese monto porque yo consideraba que después de que se dieran a conocer públicamente los videos no tendría oportunidad de cobrar lo que me debían tanto en el GDF (Gobierno del Distrito Federal) como en el PRD.

Pero de esa cantidad prácticamente no vio ni la décima parte. En la página 158 refiere que antes de entregarle el material fílmico al ex presidente Salinas, éste le hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos a través de Manuel Andrade, ex gobernador de Tabasco; Arturo Montiel, ex gobernador del estado de México; Enrique Peña Nieto, hoy mandatario de esa entidad y a la sazón diputado del PRI; de la lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, y de Jorge Kahwagi, “el boxeador y en ese entonces diputado verde”.

Ahumada Kurtz revela ahí mismo que los motivos de Salinas para hacerse de los videos eran políticos y familiares. De los primeros, señala en la página 141: “Salinas prendió su computadora, puso el disco y comenzaron a aparecer las imágenes de Bejarano en la pantalla. Debo confesar que durante el tiempo que lo traté, nunca lo vi tan emocionado: le brillaban los ojos y sonreía. Dijo algo así como: ‘es muy, muy duro, devastador. Con esto están acabados’. Aunque hacía todo para disimular su emoción, ésta lo sobrepasaba”.

Y sobre los segundos, dice en la página 158: Considero que para Salinas, en lo personal, y para su familia, concretamente para su hermano Raúl, fue uno de los mejores negocios que pudieron haber hecho en su vida... Carlos Salinas me confió que una de las cuestiones que había negociado con el presidente Fox a cambio de los videos, a través de Fernández de Cevallos, era la exoneración de todos los cargos, inclusive el de homicidio, que mantenían en ese momento a Raúl en la cárcel, además de la devolución por parte de la PGR de todos sus bienes, incluidos los millones de dólares congelados por la PGR. Y así sucedió finalmente.

El gobierno de Fox criticó desde todos los frentes –Santiago Creel, en Gobernación; la propia PGR, etcétera– los señalamientos del complot. Y también, no pocos medios de comunicación, columnistas y articulistas trataron de desmentirlo. Pero como lo deja claro con multitud de evidencias para argumentar la traición de que se dice víctima por parte del ex presidente, el ex senador panista, la propia Rosario Robles, el abogado Juan Collado y otros más, el complot se consumó:

... Sí, Salinas fue el cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del escándalo. En cuanto a Fernández de Cevallos, él fue el coordinador.