Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Tres acciones ante la epidemia
E

sta contingencia sanitaria, a mi juicio, nos debería conducir hacia tres acciones que considero estamos obligados a contemplar muy seriamente.

1) Reconocer que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal y las sanitarias, encabezadas por el secretario José Ángel Córdoba, están tomando decisiones valientes, efectivas y comprometidas para salvaguardar la salud de la población en su conjunto y que las medidas llevadas a cabo hasta la fecha han sido más que adecuadas para disminuir el riesgo de transmisión. Asimismo, hay que reconocer que la población se ha comportado de manera ejemplar ante esta contingencia, mostrando nuevamente que el pueblo mexicano es solidario como pocos en momentos de crisis, a pesar de todas las crisis cotidianas con las que tiene que contender en el diario vivir.

En mi opinión, hay que asumir que en este preciso instante es inútil, como medio para resolver la crisis, señalar errores, omisiones o ineptitudes que pudieron (o no) existir en el pasado y que contribuyeron (o no) a la presencia de esta epidemia. Lo que pasó, ya pasó, y no hay nada que modifique eso. Lo que hoy nos corresponde hacer es todo lo conducente para contribuir a resolver la crisis de este momento y los análisis deberían de ir en esa dirección.

2) Las autoridades están obligadas a emitir con absoluta claridad la información sobre el número de infectados y el número de muertos. La claridad genera confianza y, en momentos de crisis, la confianza es el valor agregado más importante. En este periodo, el único autorizado para emitir las estadísticas sobre cuántos infectados y cuántos fallecimientos ha habido debe ser el secretario de Salud, José Ángel Córdova. Los medios de comunicación deberían abstenerse de dar esta clase de información cuando no está basada en lo que diga el secretario de Salud, quien tiene, a mi juicio, la obligación de emitir su información en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Manifiesto esto porque, por ejemplo, La Jornada del domingo, en su página 3, informa que había 473 casos confirmados del virus A/H1N1 y que hubo 19 defunciones atribuibles al virus, pero en su página 19 señala, en nota de Afp y Reuters, que en México había 443 casos y 16 fallecimientos. Si en un solo periódico, en un mismo día, se emiten cifras distintas, no me puedo imaginar cuántas diferentes cifras aparecerán en diversos diarios, en la radio y la televisión. Considero que sería fundamental escuchar una sola voz autorizada y veraz sobre el número de personas infectadas y fallecidas. Los medios deberían cuidar sus fuentes y opiniones al respecto. La gente lo va a agradecer, sobre todo siendo tan cooperativa.

3) Cuando toda esta emergencia sanitaria termine, entonces sí será necesario investigar y manifestar cuáles fueron las posibles causas y origen del virus y determinar si lo que se hizo antes y durante la crisis fue apropiado y además procurar tener la información más completa posible y con la más absoluta veracidad. Así también se genera confianza en las autoridades sanitarias.

Como parte de este análisis, además será imperativo reflexionar profundamente sobre el asunto de la inversión en la actividad científica. No es correcto que México tenga una capacidad instalada tan débil e incompleta de ciencia. No es correcto que México muestre una debilidad científica tan grande cuando nos enfrentamos a contingencias como la que hoy nos aqueja. Es absolutamente necesario que el Ejecutivo reflexione y tome acciones concretas para impulsar la ciencia y fortalecer el crecimiento y la capacidad científica de este país, pues esto no sólo ayudaría a promover el desarrollo económico y social, sino que además nos permitiría enfrentar cualquier contingencia con mucha mayor efectividad, rapidez y certidumbre. Ojalá que esta crisis sirva por lo menos para rectificar el equivocado camino que toda la clase política mexicana ha tomado a lo largo de muchos años con respecto a la investigación científica.

Finalmente, una observación. No puedo creer, pero así lo constato, que los partidos políticos estén poniendo en la palestra el asunto de sus campañas, que de por sí no sólo dejan mucho que desear por el eterno cúmulo de promesas nunca cumplidas, sino que además despilfarran el dinero público de manera vergonzosa. Los candidatos de los partidos deberían donar sus recursos para ayudar a resolver la crisis. De todas formas, las orientaciones políticas de los candidatos no tienen ninguna relación de compromiso con la sociedad, nadie conoce a los postulantes y a final de cuentas da lo mismo, pues seguirán estando ausentes cuando se les necesite.

Propongo que se aplacen las campañas, pues éstas ponen en riesgo a la población y se puede perder mucho por nada.