Política
Ver día anteriorMartes 5 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un sistema de salud cómplice del virus
H

e copiado casi textualmente el título de un excelente reportaje de Pablo Ordaz, publicado el pasado domingo en El País: resume en siete palabras el impacto magnificado de la epidemia en México en comparación con cualquier otro país donde también hay brotes de la influenza A H1N1.

Entre las muchas acertadas aseveraciones del reportaje, puede leerse: “México está ofreciendo estos días al mundo la imagen de un gigante al que se le quedaron cortos los pantalones…; el brote de la gripe está poniendo al descubierto que el sistema de salud no está a la altura de las circunstancias”. Frases que son un espejo en el que volver a mirarnos: ya todos lo sabíamos.

Somos la novena, o décima, o undécima, o duodécima economía del mundo –según el funcionario que esté al micrófono–, es decir, somos una economía grande, aunque los que están arriba se hallan muy arriba, pero en lo absolutamente básico, la salud y la educación, mantenemos un tercermundismo inaudito, extremo. El desarrollo socioeconómico de México es impensable con nuestras carencias.

El sábado pasado el secretario Córdova Villalobos dijo: los tres sistemas de vigilancia epidemiológica con que cuenta la Secretaría de Salud no funcionaron cabalmente en la actual contingencia. El propio funcionario habló de las condiciones y fallas en los gobiernos de algunas entidades federativas; su actuación ha sido deshonesta y antiprofesional, afirmó.

Thelma Gómez corrobora lo sabido: México no posee la infraestructura para desarrollar y producir la vacuna contra el virus de la influenza. Sucede que hace 30 años el gobierno federal desmanteló dos institutos especializados y dejó de invertir en la creación de productos biológicos, mientras que apenas hace un año adquirió una planta para producir la vacuna contra influenza estacional.

Lo anterior, a pesar de que desde 1999 la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado con insistencia a las naciones en prepararse para una epidemia: una de sus recomendaciones fue crear laboratorios para desarrollar tratamientos de inmunización, con el objetivo vital de garantizar la disponibilidad de vacunas (El Universal, 30/4/09).

¿Por qué en México la incidencia del nuevo virus es tan alta; por qué aquí han muerto ya más de dos decenas por una enfermedad que se cura en tres días con un medicamento antiviral, en tanto en ningún otro país ha habido decesos?

Las respuestas parecen variadas, pero no son muchas: la mayoría de los muertos son pobres y los pobres no asisten al médico cuando padecen una gripe (finalmente la mayor relación entre contagio y pobreza, que había permanecido oculta, ya fue informada); hay negligencia de médicos, especialmente en algunos estados; no corroboran (o no lo hicieron oportunamente) si un enfermo llegó simplemente con una gripe; no existen los virólogos, u otros especialistas, ni los medios y laboratorios necesarios, subrayadamente en los estados; las autoridades sanitarias de todos los niveles actuaron tarde; no hay en el país los medios suficientes para comprobar si fallecidos y enfermos en su momento fueron presa de la nueva cepa: es la hora que aún no tenemos la información de todos los enfermos y de todos los fallecidos. Las adquisiciones de los equipos más modernos todavía no muestran su eficiencia.

La información ha sido un galimatías. Córdova Villalobos quizá sea un médico competente, acaso pueda ser un funcionario razonablemente eficiente, no lo sé, pero es probablemente el peor comunicador del gobierno, y es precisamente quien nos informa.

Un epidemiólogo, o virólogo, profesionalmente calificado, mejor dotado en el manejo del castellano, y capaz de sistematizar las cifras de modo que todos los mexicanos entendamos qué subconjuntos lo son de qué conjuntos y qué es cada cosa, ordenadamente, sería necesario. El secretario podría intervenir para validar lo dicho y subrayar algún hecho por su particular importancia.

La OMS publicó hace unos días el Plan Mundial de Preparativos para una Pandemia de Influenza, que actualiza, modifica y amplía sustancialmente el documento Influenza pandemic plan. The role of WHO (OMS) and guidelines for national and regional plannig de 1999.

Este nuevo plan redefine las fases de riesgo creciente que plantea para la salud pública la aparición de un subtipo nuevo del virus de la influenza, que representa ya una amenaza pandémica, recomienda medidas a las autoridades nacionales y describe las medidas que debe adoptar ese organismo mundial durante cada fase.

Revise usted el nuevo plan de la OMS frente a la inminencia de la pandemia de influenza y hallará la vasta cantidad de objetivos y medidas que debe tomar la propia organización y el aún mayor número que corresponde a los estados nacionales, en todas las fases, pero especialmente en las interpandémicas. Es mucho lo que nos falta, sólo frente al problema de las epidemias y pandemias de influenza. Los mejores datos de las horas recientes no sacan al mundo de la inminencia de la pandemia.

Los temas aludidos en esta nota son sólo una parte menor de la situación que vivimos. Tercermundismo sofocante sostenido consistentemente al menos por los pasados cinco gobiernos.

Sin alta educación, ciencia, tecnología, innovación, hoy más que nunca no iremos a ninguna parte. Es claro que requerimos un nuevo pacto social para redefinir el rumbo del país. Lo piden a gritos la crisis económica, la pobreza y la desigualdad, la educación y la salud.