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Toros

Desde el domingo pasado, y hasta nuevo aviso, cerradas todas las plazas del país

Ante el ayuno en México, los ojos de la afición se vuelven a la feria de San Isidro

Por desacuerdos económicos con la empresa, no actuarán en Las Ventas José Tomás ni Ponce

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El matador Andrés Palacio durante la lidia a su enemigo, la tarde de este domingo en la plaza de toros de MadridFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de mayo de 2009, p. a39

La del domingo pasado, en Cozumel, fue hasta donde se sabe la última corrida de toros que hubo en la República Mexicana antes de la contingencia sanitaria. Ayer, en distintas plazas del oriente de la península de Yucatán, estaban previstos festejos para celebrar la Chan Santa Cruz, o cruz parlante de los mayas, que tiene su templo en Felipe Carrillo Puerto, y réplicas en numerosas localidades cercanas, desde Chumpón hasta Chetumal. Pero en todas ellas, como en el resto del país, fueron canceladas las pequeñas ferias locales, que incluían espectáculos de tauromaquia y bailes hasta el amanecer.

Ante el vacío existencial que esta situación deja en el espíritu de miles y miles de aficionados, los ojos de los taurófilos se vuelven hacia la capital del reino de Juan Carlos I de Borbón, donde el jueves arranca la tradicional feria de San Isidro, que eslabonará corridas, novilladas y funciones de rejoneo hasta finales de mayo, cuando el sarao continúe con la joven feria del aniversario de la plaza de Las Ventas.

Sin embargo, tras los deslucidos resultados de la feria de abril en Sevilla, que este año cosechó un doble fracaso –en términos económicos y artísticos–, en torno a la que en breve comenzará en Madrid no hay un entusiasmo, por usar la palabra de moda, contagioso: y es que no figuran en ninguno de los carteles los nombres de José Tomás, Enrique Ponce, Cayetano y Diego Ventura, los diestros más esperados por el exigente público del tendido 7.

José Tomás, por ejemplo, pidió que le pagaran el equivalente en euros a 70 millones de antiguas pesetas. La empresa le respondió que en una tarde, con la plaza llena a reventar, la máxima cantidad que se recauda en taquilla es exactamente esa: 70 millones de antiguas pesetas, por lo que, si cediera a sus pretensiones, no podría cubrir los honorarios de los otros toreros, ni de las cuadrillas, ni el costo del ganado, ni el sueldo de Florito, el genio que controla con mano maestra todo lo que sucede entre la puerta de toriles y las corraletas.

Excluido José Tomás por estas claras razones, la empresa madrileña topó entonces con la negativa de Ponce: el valenciano se opuso a que le pagaran menos que en 2008, pese a que le explicaron y arguyeron que con 4 millones de desempleados –una cifra récord en la historia de España–, la crisis económica por la que atraviesa aquel país exige sacrificios de todos. Pero el Nijinsky de los ruedos no quiso ni siquiera oír del tema.

De Cayetano y Ventura poco hay que decir, pues los aficionados mexicanos no los conocen. Más vale hablar, en cambio, de las figuras que sí estarán presentes, empezando por Julián López El Juli, que será la base de los carteles más atractivos, y siguiendo por artistas que revisten mayor interés que Ponce, como el poderoso Sebastián Castella y el impredescible José Antonio Morante de la Puebla, que un día sale a pegar trapazos y otro, en forma insospechada, esculpe una obra maestra.

Con ellos alternarán Miguel Ángel Perera –a quien vimos en la México ante chivos sin emoción alguna–, Jose Mari Manzanares y El Cid. Los conocedores le reprochan a la empresa que todos estos diestros torearán, juntos y revueltos, en cuatro fechas consecutivas, lo que deja muy despoblado de artistas con sello el resto del mes.

En uno de los carteles de la feria, del que ya se hablará en su momento, habrá de consumarse al fin la confirmación de alternativa del niño prodigio de Aguascalientes, Joselito Adame, que en la isidrada de 2008 se quedó con las ganas de refrendar su título de matador de toros ante el público más serio del planeta.