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LA INVENCIÓN DEL MÉXICO MODERNO
RAÚL OLVERA MIJARES
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La Independencia,
Antonio Annino y Rafael Rojas,
FCE y CIDE,
México, 2008.
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El Fondo de Cultura Económica y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) han decidido editar, en forma conjunta, la serie Herramientas para la historia, bajo el cuidado de Clara García Ayluardo, que adopta un formato un tanto cuanto austero en lo que respecta al diseño, el papel y el tamaño de los volúmenes (quizá demasiado alargado, 21 x 12 cm , más el formato de un catálogo para un festival). Con cajas de texto bastante apretadas y magro medianil, sangrías inusualmente mayúsculas, colocadas incluso bajo cabezas de descanso, sale a la luz La Independencia (México, 2008) de la coautoría de Antonio Annino, de la Universidad de Florencia, y Rafael Rojas, ambos pertenecientes al cuerpo docente del CIDE.
De una corrección formal impecable: las únicas erratas en grafías –en el cuerpo del texto– suceden en locuciones o nombres de personas extranjeros: Emmanuel Kant, en lugar en Immanuel, como el filósofo de Königsberg oficializara su nombre, o bien Emanuel como fue bautizado, coincidiendo con la forma española; y exemplum mirabilis, que debió ser mirabile, tratándose de un neutro latino, siendo annus mirabilis la expresión más común. La buena prosa humanística –es menester señalarlo– en que está redactada, sobre todo la primera parte del libro, aquella que aborda la historiografía del siglo XIX, compuesta al alimón por ambos autores hace de La Independencia una obra de fácil e ilustrativa lectura, pues abre un abanico enorme de perspectivas posibles.
Por años el grueso de los mexicanos aprendimos lo poco que sabemos de historia nacional en la escuela, a través de una serie de sentencias y estampas consagradas a los héroes de la patria: Hidalgo, Morelos, Juárez, Zaragoza. Muchas otras figuras quedaban un tanto vagas, casi envueltas en una densa calígine de confusión y hasta desprecio, así pasaba con Mina, Rayón, Guerrero, Leona Vicario y, no se diga, Iturbide, Santa Anna o Porfirio Díaz, quienes eran y siguen siendo los villanos.
El movimiento de Independencia puede verse, en principio, como el resultado de la crisis borbónica, cuando Napoleón i ocupa España el año de 1808, o bien como una consecuencia de las ideas libertarias y progresistas del siglo xviii , sumadas a las revoluciones en Europa y a ciertos factores locales de disturbio, tanto económicos como políticos. Hidalgo, en 1810, no se levantó en armas por la independencia, sino pretendía más bien reivindicar los derechos del monarca español, Fernando vii .
La historia nacional ha dado pasos enormes desde los días de Clavijero y fray Servando, lúcidos autores, visionarios en esa rara empresa que fue la invención del México moderno, pasando luego por Lucas Alamán, Bustamante, Zavala, Mora, Bulnes y Urbina, con todas las salvedades de la postura y los compromisos de cada cual, hasta llegar el día de hoy a las informadas y críticas páginas de Luis Gonzáles y González, David Brading, Jean Meyer, Enrique Florescano, José Manuel Villalpando y mujeres como Josefina Zoraida Vázquez, en cuyos escritos es posible encontrar un análisis pormenorizado de acontecimientos específicos suceden a lo largo de esos trece años que van de 1808 a 1821. La Independencia es un valioso volumen que provee de las herramientas indispensables al interesado y a la vez representa una lectura posible y hasta necesaria para el meramente curioso.
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Fantasmas en tránsito. Prácticas discursivas de videastas mexicanas,
Cynthia Pech,
Universidad Autónoma de la Ciudad de México/Fonca/Conaculta,
México, 2009.
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Dice la propia autora que “en este trabajo sólo se retoman
los discursos videográficos de Sarah Minter, Pilar Rodríguez
y Marie-Christine Camus [...] desde una propuesta
de video arte y auto-representación”, pero no deja fuera,
en el espíritu que anima a esta obra, al resto de las muchas
mujeres videastas (sic) “que utilizan el video como medio de
discurso”.
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Einstein. Su vida y su universo,
Walter Isaacson,
Debate,
México, 2009.
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Con traducción de Francisco J. Ramos, se publica ésta que,
con toda seguridad, busca ocupar el primer lugar entre
las muchas biografías que se han hecho del científi co más
relevante del siglo pasado. Isaacson, por cierto, es todo un
especialista en la confección de biografías –antes elaboró las de Benjamin Franklin y de Henry Kissinger. Asimismo,
ha sido presidente de CNN y director ejecutivo de la revista
Time.
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Teorías del cuento I, II y III,
Lauro Zavala,
Difusión Cultural UNAM/Dirección de Literatura,
México, 2008.
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El volumen I lleva por título Teorías de los cuentistas, el II Poéticas de
la brevedad, y el III La escritura del
cuento, y en ellos Lauro Zavala, acaso
el más apasionado estudioso del
género en este país, recopila textos
insustituibles acerca de la creación y
la escritura del cuento, de autores sin
los cuales el género sencillamente no
existiría o sería muy otra cosa. Cuente,
entre muchos otros, a Poe, Chéjov,
Quiroga, Borges, Monterroso, Bioy
Casares, Maupassant, Hemingway,
Calvino, Cortázar, Joyce,
Faulkner, Lessing, Singer, Chandler...
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