Opinión
Ver día anteriorJueves 23 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Obama: carisma y sustancia
A

unque los estilos contrastan, con la primera visita de Barack Obama a México sucede algo semejante a como Bush inició su gobierno: ambos hicieron aquí proclamas de gran impacto militar y geoestratégico, pero la magnitud del mensaje pasó casi desapercibida. En 2001 Bush usó el lenguaje de los hechos militares y desde nuestro territorio ordenó un ataque aéreo contra Irak: un anticipo del encadenamiento de operativos que desembocarían en la agresión a Afganistán y la petroguerra, genocidio y ocupación de Irak.

Fue un evento macroliminal, es decir, un estímulo tan grande, que muchos no lo captaron. También pasó con la visita relámpago de Obama al Distrito Federal, en ruta a la cumbre de Trinidad y Tobago. La escala fue percibida como un acto sin consecuencia por el estilo del mandatario, quien siguió la tradición de Teddy Roosevelt del speak softly, but carry a big stick (habla suave, pero lleva un gran garrote). Al revés de Bush, Obama fue tan tenue en sus dichos, tan subliminal, que la dimensión sustantiva del recado a México, Latinoamérica, el Caribe y el mundo permaneció envuelto en el velo de sonrisas, juventud, buenos deseos y carisma, que también llevó a Puerto España.

De paso en México, casi como por casualidad, ratificó a los medios lo que anunció como candidato: que con la Iniciativa Mérida su gobierno apoyaba a Calderón contra el narcotráfico y crimen organizado. Por ser la iniciativa calca del Plan Colombia, un represivo y corrupto esquema de invasión y ocupación con fuerza militar, paramilitar y mercenaria en curso en ese país, lo dicho por Obama merece traducción: permanecerá la primacía de los dispositivos castrenses y de seguridad (Pentágono –DdD-, CIA, DEA, etcétera) en la proyección de poder estadunidense al sur del Bravo y en aquellas regiones del mundo que, por sus recursos naturales se consideran de interés vital para Estados Unidos, sus contratistas y grandes firmas. El embajador Carlos Pascual es parte de eso.

Esta postura privilegia acciones y diseños que comportan enormes erogaciones militares para la estabilización y reconstrucción, es decir, para operativos de invasión y ocupación por los recursos. Inmune al gran déficit fiscal y la megacrisis económica, en 2010 el DdD gastará 534 mil millones de dólares (mmdd), un aumento de 4 por ciento, más 130 mmdd en Irak y Afganistán. C. Drew y E. Bumiller desde el International Herald Tribune (6, 4/09) sintetizan en qué consiste el nuevo diseño elaborado por el secretario de Defensa, Robert Gates: se rebajan gastos para conflictos convencionales con Rusia y China junto con reducciones o eliminaciones de fondos para sistemas de armamento avanzado (balísticos, aéreo-espaciales, etcétera) y se aumentan las partidas para más efectivos al Ejército y cuerpo de marinos, manteniendo al personal que iba a ser removido en la fuerza aérea y la marina, así como mayor apoyo al espionaje, vigilancia y aviones no tripulados (Predator, Reaper y Drones), como los propuestos para México por el almirante Müllen, jefe del Estado Mayor y que Obama, el Comander-in-Chief, en violación del derecho internacional, lanza hoy sobre Afganistán, Pakistán e Irak con decenas de bajas civiles, pánico y huida de miles de ellos. Como se asignan más fondos a las fuerzas especiales y la guía de ejércitos extranjeros, Michael T. Klare (The Nation, 4 mayo de 2009) ve símiles con las funestas invasiones, operaciones encubiertas y contrainsurgencia de Kennedy.

Finalmente, Gates compra más naves de guerra para litorales que usaría la Cuarta Flota en ríos navegables y cuencas como el Amazonas, Orinoco, etcétera, y pospone la reducción de la marina de aguas profundas hasta 2040, a fin de mantener presencia en las líneas de comunicación marítima donde transitan mercancías, combustibles, entre otras materias primas vitales, desde y hacia Oriente Medio, Japón, Rusia, China, India, África, América Latina y Europa.

Con Obama, estilo y carisma importan. Pero mucho más la sustancia.