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Nunca se opacó con la personalidad del presidente más querido de la historia reciente

Rinden homenaje a Amalia Solórzano de Cárdenas; el inmueble resultó insuficiente
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Homenaje a Amalia Solórzano de Cárdenas, en Casa Lamm, al que asistieron sus familiares, Camila (nieta) y Cuauhtémoc (hijo)Foto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de abril de 2009, p. 9

Lejos de la nostalgia o del duelo por lo perdido, el homenaje que se ofreció ayer a la memoria de doña Amalia Solórzano de Cárdenas fue una cálida velada, en la que decenas de hombres y mujeres compartieron lo entrañable que sigue siendo la enseñanza que legó la esposa del general Lázaro Cárdenas.

El salón más amplio con que cuenta la Casa Lamm resultó insuficiente para dar cabida a quienes se acercaron a escuchar y compartir algo de la vida de doña Amalia. Desde las tertulias con chocolatito caliente y pan con nata, como a ella le gustaban, hasta su capacidad de renovación vital, de congruencia y tenacidad. Los recuerdos de quienes la conocieron personalmente o de aquellos que compartieron esa parte de la historia del país, estuvieron marcados por un profundo agradecimiento.

Nunca se opacó con la personalidad del presidente más querido de la historia reciente de México, y siguió su huella más allá de su muerte, convinieron Luis Prieto, Marcela Briz, Margarita Carbó, Ignacio Sosa y Camila Cárdenas, quienes en sus intervenciones destacaron el compromiso de doña Amalia con el país, y su permanente preocupación por el destino de México.

Fueron reiterados los comentarios sobre su participación en la expropiación petrolera, recibiendo las ayudas que llegaban a Bellas Artes, ante la convocatoria de defender la soberanía nacional, o su defensa de los expatriados de Chile, Argentina o Uruguay, y su recorrido de más de 16 años por la Mixteca oaxaqueña, como gestora de pequeñas obras para la gente de esas comunidades.

La historia de amor que la llevó a casarse con el general Lázaro Cárdenas también fue parte del recuerdo. Una mujer que no consiguió entrar al salón platicaba con una pareja de jóvenes que cuando el general andaba en campaña para ser gobernador de Michoacán conoció a doña Amalia, y que a pesar de que su familia se opuso a la relación, se casaron el 25 de septiembre de 1932, cuando él terminó el periodo de gobierno en el estado. Su matrimonio fue en una ceremonia civil, ya que era la única que reconocían las leyes del país y la única que el general aceptaba.

Mientras que en el interior, Camila Cárdenas, la nieta que doña Amalia más quiso, se refería a la condecoración de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, con la que el gobierno de España reconoció a doña Amalia, por su trascendente papel en el recibimiento de miles de españoles exiliados que debieron huir de su país durante la Guerra Civil, a finales de la década de los treinta.

Amalia Solórzano tuvo un papel trascendente en la acogida de más de 456 niños españoles que el 7 de junio de 1937 llegaron a México procedentes de un país en guerra, y que hoy se conocen como los niños de Morelia, ciudad que los recibió y en la que muchos se quedaron a vivir, apostilló la misma señora, quien desde el vestíbulo recordaba a la mujer discreta para vestir, que no usaba joyas, no usaba pieles, como era la costumbre de las señoras de buena posición.

Además de Cuauhtémoc Cárdenas, estuvieron presentes Gilberto López y Rivas, Alonso Aguilar, Enrique Herrera, Ifigenia Martínez y Laura Itzel Castillo, entre otros.