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El poeta Leonard, el bardo Robert
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Periódico La Jornada
Sábado 18 de abril de 2009, p. a19

Dánzame por tu belleza con un violín ardiente, dánzame para ahuyentar el pánico del que camino hacia la calma, quiero ver tu belleza sin testigos, dánzame con ternura extrema y sin parar, tócame con tu mano desnuda o tócame con guantes.

El fervor romántico, la ternura extrema, el más delicado amor es el que canta.

El poeta Leonard Cohen canta como un gemido de ciervo enamorado.

Confiesa: así nací, con el don de una voz dorada/ y 27 ángeles del Gran Allá me ataron a esta mesa, aquí.

Ciudadano del mundo. Autor de libros de poesía. Dos novelas. Viajes sin fin. Vivió en Grecia, pero su ombligo de su mundo es Montreal. Su centro es su alma. La encontró luego de cinco años de meditación en un monasterio budista, donde fue ordenado monje zen y bautizado como El Silencioso.

Pocos como el poeta Cohen conocen el misterio del mundo femenino. Su percepción de la condición humana es tan poderosa que sexualidad, amor, alma, son lo mismo.

De eso hablan sus canciones, preñadas de una poética honda y alta.

Maestro de la percepción del eterno femenino y del concepto budista del desapego, vio correr a una mujer, su representante artística, con 5 millones de dólares. Se quedó como nació. Desnudo y transparente.

Durante 40 años ha sido guía espiritual, sexual y consejero, mediante sus poemas, del misterio de la relación de pareja. Sus álbumes son emblemas: I’m your Man (1988), Various Positions (que no es una versión leonárdica de Kama Sutra, sino un sistema prosódico de pensamientos lúdicos y lúbricos), The Future (1994), Ten New Songs (2001), Dear Heather (2004).

Hace unos meses renació. Organizó una extensa gira con boletos caros para recuperar calidad de vida luego del despojo económico que experimentó. A sus 75 años asombra al mundo por su elevada condición poética. Llena estadios porque agradece a ese público mantener vivas mis canciones tantos años.

El renacimiento del poeta Cohen quedó documentado en un álbum doble de reciente aparición, y su equivalente en devedé, que registra el punto central de aquella gira: el concierto ocurrido la noche del 17 de julio de 2008 en la O2 Arena de la capital británica. El disco, doble, se titula Leonard Cohen: Live in London y es una verdadera maravilla. De lo más noble, profundo y sublime que ha ocurrido en mucho tiempo.

Antología del opus omnia, summun exquisito de toda una vida de conciertos, documentación afortunada de lo sublime, lo poético, lo más amoroso existente.

Las 26 piezas que lo conforman espejean los momentos mejores de la creación suprema de un poeta agradecido (agradezco la claridad que me permite encontrar respuestas al misterio del amor) que pide a los ángeles, es decir a las tres bellezas que integran su coro, que por favor nunca dejen de cantarle, que le canten en la cama y al despertar. Dánzame a través de tu belleza.

Junto a este álbum amoroso y bello esplende la obra de otro gran poeta, el maestro Robert Zimmerman, quien a sus 67 años rejuvenece con los días y los poemas que suelta al viento en forma de discos compactos, el más reciente de los cuales nos ocupa y se titula Tell Tale Signs y contiene 27 inéditos 27, obras escritas entre 1989 y 2006 y es poesía que no cesa. Como el mar de Valéry, siempre recomienza.

La estrategia del poeta consiste en entregar obra. Que circule la energía. Su representante opina que así evitan la piratería y no dejan obra en el cajón. Por eso el título: The Bootleg Series, cuyo primer volumen apareció en 1991 y el que nos ocupa ahora es apenas el tercero.

El asombro, componente esencial de la poesía de este candidato al Premio Nobel de Literatura, se extiende hasta confines varios. Hay quienes no logran entender cómo es posible que un poeta, en este caso Robert Zimmerman, sea capaz de producir tal cantidad de textos, convertirlos en canciones y no repetirse.

Prosodia. Pero no sólo el dominio absoluto de la prosodia, ese elemento que distingue a los músicos de los cantautores. También una capacidad de percepción, asimilación y asombro, para convertir los sueños, la realidad y el misterio en poesía.

Entre otras virtudes de este álbum glorioso, vale también porque documenta la resurrección de Dylan, ocurrida en el periodo en que escribió estas canciones, luego de una etapa oscura, el nerudiano baño de tumba que vivió en los años 80.

Luego de ese periodo de reposo nacieron los tres últimos discos, que aspiran a lo perfecto, del poeta Zimmerman: Time out mind (1997), Love and theft (2001) y Modern Times (2006), que guardan relación estrecha con el álbum más reciente, que nos ocupa.

Y porque merecemos más buenas nuevas: faltan escasos días para que aparezca el ¡nuevo! álbum de Bob Dylan: Juntos a través de la vida.