Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de abril de 2009 Num: 736

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

De la Edad de Oro a las utopías modernas
MANUEL DURÁN

Sentir lo que otros sienten
ULRIKE PRINZ entrevista con CRISTINA PERI ROSSI

El Museo de Antropología e Historia a revisión
DULCE Ma. LÓPEZ

El tercero
JAVIER SICILIA

Joaquín y Ramón Xirau, hombres en tiempos oscuros
ADRIANA DEL MORAL

Ramón Xirau, ¿poeta o filósofo?
RAÚL OLVERA MIJARES

Ian McEwan: la suma de nuestras emociones
JORGE GUDIÑO

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Maurice Jarre, papá de Jean Michel

Pese a lo poderoso que es el séptimo arte, sea como entretenimiento o como vía de expresión para grandes artistas, llama la atención el hecho de que muchos de sus más grandes compositores, creadores de bandas sonoras, encargados de pintar el aire para el celuloide desde los tiempos del cine mudo, sean completa o parcialmente desconocidos. Esto pasa incluso con la costumbre, apenas adquirida en los años noventa, de comercializar los llamados soundtrack. ¿Razones? Normalmente los músicos que trabajan en este rubro estudiaron en escuelas clásicas, no tienen grupos de rock ni son tan guapos como para la noticia de cotilleo; normalmente, tal anonimato resulta conveniente a una vida medianamente común y sin el forzado aislamiento de los pop stars.

Claro que hay excepciones. Cada vez son más las bandas famosas que participan en la musicalización de películas o en la composición de temas “inspirados por”. Es un hecho, de Yann Tiersen a Johnny Greenwood (Radiohead) ha aumentado el número de músicos jóvenes, o no tan maduros, involucrados en esta actividad. Ahora, ¿qué tiene que ver todo ello con el título de esta columna? Empecemos: ¿recuerda el lector al músico francés Jean Michel Jarre, ése que ha roto cualquier cantidad de récords Guinness con su capacidad de convocatoria a conciertos en París, China, Venecia y Egipto? Ése mismo, el que compusiera álbumes trascendentales para la electrónica en los años setenta y ochenta. ¿No le dicen nada nombres como Oxygene o Magnetic Fields? ¿No recuerda su intento de tocar en Teotihuacan, el que fracasó cuando el barco europeo en el que venía su equipo zozobró en el mar?

Bueno, resulta que el padre de Jean Michel Jarre, Maurice Jarre, murió hace un par de semanas, dejando un hueco ancho y profundo entre los compositores de películas. Y es que si su hijo se convirtió en uno de los artistas más conocidos del planeta llevando la tecnología en concierto a límites nunca imaginados, fue él, Maurice, quien escribió sobre un pentagrama la música de Lawrence de Arabia, La sociedad de los poetas muertos, Ghost, Doctor Zhivago, Mad Max, Gorilas en la niebla, Pasaje a la India, Un paseo por las nubes, Atracción fatal y muchas más. Fue él quien, ligado al director David Lean, recibió tres premios Oscar, igual cantidad de Globos de Oro más un Grammy, metas que lo hicieron mudarse a California, abandonando su natal Francia desde inicio de los setenta.

Aparentemente distanciado de su hijo (se separó de su madre mucho tiempo atrás) y muerto a los ochenta y cuatro años de edad, apenas fue hace cinco que anunció su retiro, por lo que en el último Festival de Cine de Berlín, en febrero pasado, se le dio un premio especial. Otra cosa encomiable de su trayectoria es que, antes de convertirse en ciudadano estadunidense, Maurice Jarre trabajó doce años seguidos como compositor permanente del Teatro Nacional Popular de Francia, luego de terminar sus estudios en la Universidad de Lyon, la Sorbona y el Conservatorio de París. Tal experiencia lo preparó para su futuro en Hollywood, adonde debutó ganando el primer Oscar de su vida: Mejor Música por Lawrence de Arabia (1962). Empero, su inicio en el cine fue en el corto francés Hotel de Inválidos de 1951.

Después ganó otro Oscar por la orquestación de Dr. Zhivago, de donde se desprende el “Tema de Lara”, con el que obtuvo reconocimiento mundial (en buena medida gracias a la versión de Ray Conniff). Finalmente alzaría su tercera estatuilla por Pasaje a la India. Con todo esto se puede decir que una de las razones de su éxito se halló no sólo en su entrenamiento formal, sino en la capacidad que tuvo para adaptar instrumentos étnicos a cada historia, igual que su constante actualización sobre los avances tecnológicos (terreno en donde su hijo destacó como nadie).

Participando además en producciones francesas como París en llamas y Jesús de Nazareth, Jarre sumó más de 150 bandas sonoras filmadas por una pléyade de creadores que va de William Wyler a Alfred Hitchcock, pasando por el mexicano Alfonso Arau, gracias a lo cual, además, recibió el nombramiento de oficial de la Legión de Honor Francesa por su contribución a la cultura. Casado cuatro veces, junto con Jean Michel a Maurice le sobreviven su hijo Kevin y su hija Stefanie. Por cierto, la única colaboración entre padre e hijo de la que tiene conocimiento este escribano es la del año 2000, para la película I Dreamed of Africa. ¿Conoce otra el lector? Descanse en paz.