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Con la participación de los ocho barrios de la delegación, llega a su representación 166

La Pasión de Cristo en Iztapalapa, de las más destacadas del mundo

Ayer se escenificó la Última Cena

Este año Diego Zirahuén Villagrán interpreta a Jesús

La reunión ha sido motivo de inspiración de diversos artistas; la de Da Vinci, la quintaesencia

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Durante la celebración en la explanada del Jardín Cuitláhuac de la demarcaciónFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de abril de 2009, p. 8

En Semana Santa las representaciones de la Pasión de Cristo que se efectúan en el país se cuentan por cientos. Un cálculo del Arzobispado de México arroja la discreta cifra de 350. Sobresalen las realizadas en la delegación Cuajimalpa, con 120 escenificaciones; la de Taxco, Guerrero, que empezó en 1949; la de Cuautepec Barrio Alto, en la delegación Gustavo A. Madero, con 40 años de tradición, y, por supuesto, la de la delegación Iztapalapa, una de las más importantes en el mundo, instituida en 1834, que llega a su representación 166, con la participación de sus ocho barrios.

Precisamente ayer, Jueves Santo, se celebró la Última Cena en la explanada del Jardín Cuitláhuac de la delegación Iztapalapa. En esta ocasión Diego Zirahuén Villagrán representa a Jesús, quien, como cada año, convidó a los 12 apóstoles pan y vino y después fue vendido a los romanos por Judas.

La Última Cena ha servido de inspiración a diferentes artistas para realizar innumerables pinturas; sin lugar a dudas la elaborada entre 1494 y 1497 por Leonardo da Vinci es la más famosa. La pintura se encuentra en la pared sobre la que se plasmó originalmente, en el refectorio de Santa María delle Grazie, en Milán.

En la obra Leonardo no representó a Judas, el traidor, delante de la mesa, sino entre los apóstoles; el artista optó por representar el momento posterior al anuncio de Cristo de que uno de ellos lo traicionaría y todos preguntan: ¿Acaso soy yo, Señor? En lugar de representar a Jesucristo como uno más, con el apóstol Juan en brazos, decidió aislar la figura de Jesucristo y agrupar a los apóstoles de tres en tres, caracterizando a cada uno por medio de su actitud y movimiento.

Aunque el tema había sido tratado en numerosas ocasiones por el arte cristiano, el cuadro de Leonardo se ha convertido en la quintaesencia del tema. El nombre Il Cenacolo es una evidente referencia al Simposio de Platón; por ello los apóstoles han sido estructurados en cuatro tríadas, de las cuales las dos del extremo luminoso corresponden a tríadas platónicas.

Leonardo realizó este mural con una técnica no convencional, como era utilizar temple y óleo en lugar de fresco. La razón es que en este último se precisa cierta rapidez en la ejecución, cosa impensable en el toscano. La consecuencia es que a los pocos años ya se estaba deteriorando, cuarteando y desprendiéndose.