Opinión
Ver día anteriorMartes 7 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Cambios en la Secretaría de Educación?
L

a renuncia de Josefina Vázquez Mota, como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), podría ser una oportunidad inmejorable para reorientar la política del gobierno federal en un área de importancia estratégica para el desarrollo nacional. Sin embargo, diversos elementos permiten observar que no será así.

El cambio parece responder simplemente a una estrategia electoral del partido gobernante. La salida de la funcionaria no estuvo acompañada de ideas que ilustraran alguna reformulación de la política educativa.

En el acto en el que se informó de la salida de Vázquez Mota, el licenciado Felipe Calderón sólo dedicó su tiempo a elogiar el desempeño de la funcionaria saliente. Entonces el mensaje consistiría en que todo ha marchado muy bien en esa dependencia o que realmente lo que ahí pasa poco importa. Esto resulta increíble tratándose de un tema que es del mayor interés para los mexicanos.

La ausencia en el acto referido de alguna mención sobre el funcionario que ocupará el puesto vacante indica que al momento de realizarse ese movimiento sólo se tenía claro quién debía marcharse y no quién debería estar en el despacho que en el pasado han ocupado personajes de la estatura de José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, quienes realizaron grandes transformaciones y dotaron de idea y rumbo a la educación en México. Aunque, por otra parte, es claro que en el Partido Acción Nacional no abundan los personajes con estas características y sí, en cambio, los enemigos de la educación pública.

El cambio en la SEP no obedece a una reforma en la educación. No habrá modificaciones sustanciales en la política educativa, pues no se anticipa una ruptura del pacto del gobierno federal con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, mucho menos ante la inminencia de las elecciones. El sindicato que encabeza la maestra Elba Esther Gordillo es capaz de movilizar a un ejército de personas especializadas en procedimientos electorales, y es de dudarse que el cambio en la Secretaría de Educación Pública busque, por ahora, que esta alianza resulte lastimada.

La tardanza en el nombramiento del nuevo secretario puede deberse a que aún no se había logrado un acuerdo satisfactorio entre estas partes.

Así, probablemente habrá una nueva diputada y un secretario de Educación completamente anodinos. Los cambios serán de gran utilidad; sin embargo, para lograr un objetivo perfectamente estructurado: mantener a la educación pública en un nivel de desamparo, que es el compatible con las expectativas de los principales partidos políticos –que no sobrevivirían ante una población educada–, lo que les permitirá continuar con una democracia ficticia y con el saqueo impune de los recursos de México.

Nota final: En el momento que escribo estas líneas, me entero de la designación del maestro Alonso Lujambio como nuevo secretario de Educación Pública. No tengo mucho que agregar a lo ya dicho.

El funcionario, que se desempeñaba como presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), ha sido el encargado del control de la información gubernamental, es decir, de lo que debe saberse y lo que no. Su perfil académico muestra que se ha formado, no en el ámbito de las instituciones públicas de educación, sino en las del sector privado, como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la Universidad Yale. No se aprecia en su currículo experiencia en los temas educativos, pero sí en el campo de la ciencia política. De acuerdo con la página electrónica del ITAM, en el que se ha desempeñado como profesor, sus temas de interés son las elecciones, los sistemas electorales, los sistemas de partidos y las relaciones Ejecutivo-Legislativo.

Así, no llega a encabezar la SEP un conocedor de la educación, sino un experto en elecciones, lo que refuerza la idea de que el enroque en el gabinete de Calderón obedece a objetivos electorales que claramente se encuentran hoy por encima del interés –que debería ser prioritario– de atender las grandes necesidades y el drama que vive la educación pública de México.