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Las causas, desvinculación emocional y una educación más agresiva, según experto de la UNAM

Aumenta el masoquismo en el país, sobre todo en la ciudad de México

Las personas con esa patología fueron rechazadas en la infancia por las figuras paternas y tienen antecedentes de maltrato físico o mental, explica José de Jesús González Núñez

 
Periódico La Jornada
Martes 7 de abril de 2009, p. 2

El masoquismo ha aumentado en el país, principalmente en la ciudad de México, porque cada día es mayor la desvinculación emocional y la educación es más agresiva y confrontativa, algo que obstruye el desarrollo de niños y adolescentes y deriva en esa perversión, destacó José de Jesús González Núñez, académico de la Facultad de Sicología (FS) de la UNAM.

Las personas que presentan esta patología fueron rechazados en la infancia por las figuras paternas, con antecedentes de maltrato físico o mental. Al llegar a la adolescencia reproducen el patrón de manera activa, precisó.

Esos individuos también sufrieron un freno en su desarrollo; es decir, se produjo un cruce con el proceso sicológico y el medio ambiente, lo que provocó tensión. Usualmente, en esta circunstancia la conducta se subordina a lo que es normal, porque el ser humano pasa por esa situación. En alguna etapa de la infancia, los padres regañaron o hicieron sentir dolor al pequeño, de forma deliberada o no, explicó el acacémico.

Desde la niñez, pueden presentar síntomas que indican que desarrollarán esa patología, como lacerar animales o plantas, romper o lanzar objetos, y tienden a ser golpeados en la escuela o a sufrir accidentes.

Los masoquistas se quedan fijos en su mundo interno y regresan a etapas anteriores. Es como un niño en un estuche de adolescente, adulto o anciano; es una sexualidad infantil, explicó.

Las perversiones detienen el desarrollo y son fijaciones, regresiones o insubordinaciones de la evolución de la libido en las etapas oral, anal, fálica y genital; a la par del instinto o los impulsos parciales, que son la erotización normal de otros órganos y sentidos.

La influencia y expresión de estos impulsos parciales se viven en toda la existencia, pero se desenvuelven subordinados a las zonas erógenas predominantes (oral, anal, fálica, genital). Si no se sujetan a ellas, pasan a ser un fin en sí mismo y sustituyen al orgasmo y se convierten en parafilias.

El masoquismo es un trastorno que ha adoptado distintos nombres. Primero se denominó perversión, pero se consideró un término agresivo y peyorativo, y ahora se le denomina variante sexual o parafilia. Se caracteriza porque cuando se realiza una actividad carnal se tiene la necesidad imperiosa de sentir dolor y sufrimiento físico o sicológico.

El reto de quienes lo padecen es satisfacer la necesidad de amar y ser amados; el fin es sufrir para ser queridos mediante el dolor y la humillación por medio de latigazos, palabras soeces, pellizcos, golpes, nalgadas, piquetes e insultos, entre otros. Si no existe un acto masoquista en la relación no hay orgasmo, explicó González Núñez.

También se caracteriza por conductas perentorias, porque no se miden los riesgos. Aparentemente sienten placer, pero no logran la saciedad y envidian a los neuróticos o normales, pues suponen que ellos sí tienen deleite.

Niño en estuche de adulto

Logran goce, pero es doloroso. Los neuróticos suponen que el perverso se deleita, pero no es así; es un niño en un estuche de adulto y padece esa conducta porque lo daña física y emocionalmente, aseguró.

Para que una conducta pueda ser considerada masoquista, se necesita a otra persona que genere dolor, denominada sádica; el sadismo es una anormalidad sexual que consiste en dañar a alguien más para obtener placer; se caracteriza por el egoísmo o el narcisismo.

También se caracteriza por haber padecido maltrato en la infancia, pero en lugar de sometimiento le gusta el control, como si fuera un acto de venganza por las desavenencias de la infancia.

El masoquismo es más frecuente entre las mujeres y se caracteriza por el sometimiento emocional. En cambio, los hombres suelen ser sádicos, pero en un aspecto físico. No obstante, en casi todas las relaciones se establece cierto grado de sadomasoquismo, porque una parte sufre más que la otra por los desacuerdos, dijo.

El académico aseguró que una de las fórmulas para contrarrestar el masoquismo es lograr que el individuo se vincule emocional o afectivamente; de no hacerlo, procrea una sensación de aislamiento, narcisismo y egoísmo.

El problema radica en que no se cree en las relaciones afectivas duraderas y los niños no conviven con sus progenitores, lo que obstruye el desarrollo, concluyó González Núñez.