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Aquí he sido reconocido, no en España, dijo en un homenaje realizado en Bellas Artes

Me asumo como escritor mexicano: José de la Colina, en el acto por sus 75 años

Participaron en la ceremonia Consuelo Sáizar, directora del CNCA; Teresa Franco, titular del INBA; Adolfo Castañón; el crítico Armando González Torres y Ana García Bergua, entre otros

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En la ceremonia también se recordaron los 50 años de la publicación de Ven, caballlo gris, primer libro de cuentos de De la Colina; atrás, Alejandro Toledo y Teresa FrancoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de marzo de 2009, p. 9

Me asumo como escritor mexicano; en realidad no he sido un exiliado político ni un exiliado de España, expresó José de la Colina (Santander, 1934), quien recibió un homenaje ayer en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con motivo de su cumpleaños 75.

Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), le entregó la Medalla Bellas Artes, y aseguró asistir como devota admiradora y editora del homenajeado, de quien esperamos más libros con toda la emoción de lectora.

También se festejaban los 50 años de la publicación del primer libro de cuentos de De la Colina, Ven, caballo gris (Universidad Veracruzana), apuntó Teresa Franco, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien le otorgó un reconocimiento.

El homenajeado reiteró su calidad de escritor mexicano, con la finalidad de aclarar unos puntos ante las maravillosas difamaciones sobre su persona, pronunciadas por los escritores participantes en la mesa: Salí de España a los tres años, anduve por Francia y Bélgica con mi madre y mi hermano Raúl, en días en que se daba por muerto a mi padre.

Rencontrados con el padre, la familia estuvo en Santo Domingo y Cuba antes de llegar a México, en 1941. Durante un tiempo me consideré un exiliado, porque me parecía que eso me llenaba de una especie de aureola, continuó De la Colina. Pero, aquí me formé como escritor, aquí fueron mis lecturas de muchos autores, no sólo mexicanos. Nuestra verdadera patria es nuestra lengua. He sido reconocido como escritor en México, no en España.

También rebatió el calificativo de escritor y periodista, algo que nunca he entendido, porque para mí un periodista, si es de la palabra escrita, es un escritor, tan bueno o tan malo como lo puede ser cualquier escritor.

El novelista Fernando del Paso, sentado entre el público, al pedir la palabra se refirió a De la Colina como el más grande de todos mis maestros. Yo era un niño tonto con cierta facilidad para escribir, que trabajaba en publicidad, pero absolutamente desorientado en cuestión de lecturas. A la publicidad llegó un amigo mutuo, Antonio Montaña, y entre los dos no sólo me abrieron los ojos en cuanto a la gran literatura, sino que me deslumbraron.

Adolfo Castañón, también escritor, trajo a colación los varios Pepes: el narrador, el cronista, el testigo, el espectador de cine, el lector, el bibliófilo, el enamorado, el dibujante y el niño eterno. Sus raíces imaginarias cristalizan en una prosa tersa, sugerente, delicada, sedosa, pero, sobre todo, magnética, con ese magnetismo pegajoso de los sueños.

Para el crítico Armando González Torres, el homenajeado es un cuentista mayor que rebasa las definiciones escolásticas, que crea un género personal, gozoso, un arte de la prosa ajeno a cualquier dogma estilístico o de procedimiento.

La narradora y periodista cultural Ana García Bergua trajo a colación su cuento La última música del Titanic, representativa de la voz y la mirada de José de la Colina en las letras mexicanas, una voz exquisita que ve cosas que los demás no vemos, y que al paso de los años reverbera cada vez más fuerte.

También participaron los escritores Alejandro Toledo y José Luis Martínez S.