n el mes de febrero que acaba de pasar, nuestros vecinos registraron ventas de automóviles y camionetas ligeras por un total de 9 millones 99 mil unidades. Se trata de la segunda cifra más baja de los pasados 33 años que registran sus estadísticas oficiales. Sólo en diciembre de 1981 –hace 28 años– se vendió un total levemente inferior al del mes pasado (8 millones 849 mil unidades).
En el país del automóvil esto representa una verdadera afrenta. Apenas en octubre de 2001 se había vendido el monto de automóviles y camionetas ligeras más grande de los pasados 33 años: 21 millones 702 mil unidades. Incluso en julio de 2005, una cifra similar: 20 millones 606 mil unidades. El desplome es de casi 13 millones de unidades en relación con el mayor volumen vendido. Simple, pero dramática expresión de la hondura de la retracción económica que vivimos. Y digo vivimos porque en los países como el nuestro, que producen parte importante de esos automóviles que se comercializan en el vecino país, la preocupación es similar. Incluso mayor. El drama de la baja salarial por los paros técnicos o, incluso, el despido, es terrible. En mi tierra –el Aguascalientes automotriz de hoy– se vive hoy con dos angustias colectivas: la de la inseguridad que provoca el movimiento abierto y violento de las bandas de narcotraficantes y la creciente militarización que ha venido con él; y la también creciente zozobra laboral que está generando la dramática retracción del importante complejo automotriz avecindado desde noviembre de 1982 en el estado del agua clara, del cielo claro, de la buena tierra y de la buena gente, como todavía reza el lema oficial. ¿Se imagina usted lo que significa esto?
Pensemos en el antes y en el después de la más grande de las 17 empresas automotrices de una entidad con casi 15 mil trabajadores de este sector. Un esquema de dos turnos-tres grupos (2S-3G) ha permitido un trabajo de 23 horas al día durante seis días de la semana. Y con él, cerca de 6 mil 400 horas de trabajo al año, que hacen posible que una planta laboral próxima a 10 mil trabajadores produzca casi 450 mil unidades. Esto significa –pensémoslo, a pesar de los casi 400 robots– más de un automóvil por minuto. Pero hoy, una sucesión ininterrumpida de paros técnicos ha llevado a una operación no mayor de 60 por ciento de la tradicional. ¿Qué significa? Menos trabajadores y menos salarios. Mucho menos.
Oficialmente 26 días de paro técnico en el primer trimestre de 2009. Sólo como ejemplo. Lo general –interno y externo– preocupa. Sin catastrofismos. Pero con realismo, pues la dinámica industrial estadunidense –de la que harto dependemos– sigue en tremenda caída. ¿Cómo ver la relación entre esa dinámica industrial de los vecinos y la marcha de nuestra economía? ¿Cómo imaginar qué nos puede pasar a nosotros según lo que les pase a ellos? Un simple dibujo ayuda mucho. En una pizarra –incluso electrónica, si se desea– dibujemos la línea de la producción industrial mensual en Estados Unidos. Luego, ahí mismo y con la misma escala, dibujemos el indicador de la actividad económica mensual de México, es decir, el Índice General de la Actividad Económica, conocido como IGAE, por sus siglas en español. Incluso, añadamos la línea del total mensual de asegurados del IMSS. Notaremos un paralelismo tremendo. Realmente impresionante. Añadir el dibujo del tipo de cambio mensual ayuda a explicar un poco más las variaciones de esa relación entre el IGAE y la Producción Industrial de nuestros vecinos. Bueno, pues deberemos notar que estamos siguiendo –casi reproduciendo– con un poquito de retraso en nuestro IGAE, la caída del indicador industrial vecino. De febrero de 2008 en adelante empezó a caer la producción industrial en Estados Unidos. En este caso en relación con el mes anterior, una vez descontados los efectos estacionales. Aquí nuestro IGAE empezó a caer desde agosto, también respecto del mes anterior y, asimismo, descontados los efectos estacionales. Y nuestros asegurados del IMSS caen desde noviembre de 2008. Pero desde esos meses –en los tres casos– la cifra es cada vez menor. ¿Qué estiman los analistas del vecino país? Más caída industrial, al menos hasta octubre o noviembre de este año, para ajustar hasta menos 7 u 8 por ciento anual de descenso en la producción industrial. Y que el año próximo –prematuro para decirlo–, pero crecerán entre uno y 2 por ciento en su producción industrial. Pensemos que exageran. Que sólo caerán 6 por ciento. Bueno pues eso significa que nuestra economía caerá más, mucho más que ese 2 por ciento del que se habla oficialmente. Incluso más que 3. Pero bueno, aceptemos que es pronto para decirlo, aunque el dibujo ya nos lo adelante. Por cierto en ese mismo dibujo se revela que ya hay 538 mil asegurados menos en el IMSS en relación con octubre pasado, mes del máximo registro histórico de este indicador. Ah… y que muy probablemente –y de seguir sus relaciones con los otros indicadores– los asegurados del IMSS también caerán más. Mucho, por cierto. Podrán ser hasta más de un millón respecto de ese momento máximo de octubre. Lamentablemente. ¿Qué es lo que realmente se hace para enfrentar la gravedad de la situación? ¿Qué? Se trata de un derrumbe. Más allá de catastrofismos, hay que entenderlo así para actuar en consecuencia… De veras.