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El realizador Pedro Almodóvar presentó a la prensa internacional su filme número 17

Los abrazos rotos pretende ser una declaración de amor al cine

A pesar de la gran expectativa que generó la reciente película del cineasta, fue recibida con frialdad

Elogió el impecable trabajo del director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 14 de marzo de 2009, p. 9

Madrid, 13 de marzo. Los abrazos rotos, reciente película del cineasta español Pedro Almodóvar, aspira a ser una declaración de amor al cine, en la que además se entrecruzan varias historias narradas mediante distintos géneros.

Fiel a su estilo, Almodóvar recrea una atmósfera muy peculiar, con personajes que viven situaciones extremas y en los que, en esta ocasión, persiste cierta nostalgia. La expectación creada ante el primer pase de prensa de la película –más de 500 periodistas acreditados– contrastó con la frialdad con la que fue recibida; muy lejos de los cálidos aplausos que provocaron Hable con ella o Volver.

Historias más intimistas

Almodóvar presentó en Madrid su película número 17, pero en la que persiste cierto tono intimista que irrumpió en su obra hace algunos años, cuando empezó a reflexionar a través del séptimo arte sobre sus lazos familiares, sus vínculos culturales, la muerte, el amor y la fugacidad de la vida.

Los abrazos rotos es, como su nombre indica, una película de lazos intensos, imbricados, difíciles de romper. Pero también una reflexión abierta sobre las cadenas invisibles, de la –en ocasiones– condición trágica de la vida y, por supuesto, de las virtudes del lenguaje del cine para expresar sentimientos y dolores acumulados con el tiempo.

Precisamente, por eso del paso del tiempo, el mismo Almodóvar reconoció que su cine mira cada vez más hacia el interior, pues a diferencia de sus primeras películas, en las que tenía una vida más coral, más rodeada de gente, ahora vive una madurez o vejez que se inclina por el solipsismo.

De ahí que Los abrazos rotos también surgiera a raíz de al menos dos cuestiones personalísimas y que acabaron por marcar la película con cierta nostalgia: en uno de sus primeros viajes por la isla de Lanzarote, alrededor de 1984, el realizador tomó una fotografía en una playa bajo un acantilado, con el mar furioso; en el horizonte se veía la piedra volcánica, negra y rojiza, típica de esta isla. En la imagen apareció por sorpresa, una vez revelado el material, una pareja misteriosa que se besaba en el costado inferior de la imagen.

Sus rostros no eran reconocibles, solamente se veían sus siluetas fundidas en un abrazo intenso. Quería descubrir quiénes eran esas dos personas; no sé si al final lo he hecho, pero he intentado seguir y ser fiel a lo que la historia me fue contando, explicó el también autor de Todo sobre mi madre.

La segunda razón de Almodóvar para hacer esta película fue la de rendir un homenaje al cine, su gran amor a lo largo de su vida, con lo que en el filme no sólo se entremezclan imágenes de clásicos de Rosselini o del cine negro estadunidense, sino también hay un homenaje a su propio cine, en concreto a su celebradísima Mujeres al borde de un ataque de nervios, considerada por muchos como una de sus mejores películas y, sin duda, su mejor comedia.

Foto
Muchas veces el cine es la duplicación de la realidad, declaró el cineasta, quien aparece en la imagen flaqueado por Penélope Cruz y Blanca Portillo en la presentación de la cintaFoto Ap

Los abrazos rotos cuenta una historia melodramática –algunos incluso la situaron muy próxima a las telenovelas que inundan las pantallas de América Latina–, en la que utiliza varios géneros, si bien el thriller es finalmente la vía para retratar a unos personajes extremos, algunos despiadados, otros sometidos y destinados a la reiteración de la tragedia en su vida.

El cine es la profesión de varios de los personajes de la película. Siempre lo he dicho, el cine para mí es representación de la realidad, y a veces su más fiel reflejo, su duplicación. A pesar de que todas las películas al momento de terminarlas ya son pasado, les reconozco cualidades premonitorias. Es una teoría que aparece frecuentemente en mi filmografía, señaló.

Musas y actrices fetiche

En este cúmulo de melancolías, Almodóvar también quiso rendir homenaje a sus actrices fetiche durante la década de los 80, a quienes en esta ocasión reservó un personaje efímero, como fue el caso de las actrices Chus Lampreave, Rossi de Palma y Kiti Manver.

Almodóvar contó –como en todas sus demás películas– con un elenco de primera, al tener como protagonista del filme a Penélope Cruz, ganadora del pasado Óscar como actriz secundaria por su interpretación Vicky Cristina y Barcelona, de Woody Allen.

El actor masculino es Luis Homar, quien interpreta a un director de cine –alter ego de Almodóvar– que se queda ciego y por medio de quien se entrelazan las demás historias. Otros actores son Blanca Portillo –otra de las musas del cineasta–, José Luis Gómez, Rubén Ochandiano, Tamar Novas, Ángela Molina, Lola Dueñas, Kira Miró y Alejo Sauras, entre otros.

Almodóvar contó en esta ocasión con el mexicano Rodrigo Prieto, como director de fotografía, de quien destacó su trabajo impecable y profesional, a quien elogió por su disposición a trabajar con el mejor de los humores. Me he sentido realmente muy cómodo y contento con su trabajo, señaló.

La primera proyección de la película se llevó a cabo en el cine de un centro comercial de las afueras de Madrid, a la que acudieron más de 500 periodistas del mundo.

Desde que Almodóvar ganó el Óscar por la mejor película extranjera con Todo sobre mi madre, en 1999, sus películas provocan enorme expectación, en este caso alimentada con una estrategia de mercadotecnia que empezó desde el primer día del rodaje. A pesar de todo, la proyección del filme se recibió con frialdad y, en algunos casos, hasta con cierta decepción y aburrimiento.

Los abrazos rotos se estrena el 18 de marzo en España.