Opinión
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El Imparcial*

Centenaria

El mes de marzo es el más terrible

V

arias veces hemos enumerado las principales causas que figuran en las estadísticas de defunciones en nuestra Capital, é indicamos también algunas medidas generales de precaución, que la población debe adoptar para oponerse á los efectos de aquellas causas.

El uso del hielo

Con la presencia del calor, son muchas las personas que se sirven del hielo, y así, en numerosas casas de familia, mezclan el agua, el vino, u otras bebidas que en la mesa se sirven, con trozos de hielo, dejándose suponer, lógicamente el fácil medio de infección que tales bebidas deben constituir, desde el momento en que el mismo hielo está fabricado en muchos casos, con aguas contaminadas de materias infecciosas.

Las autoridades locales deben exigir, por lo tanto, la fabricación del hielo con agua esterilizada; y las familias, como medida de precaución, adoptar la de no mezclar el hielo al agua ó vino, sino poner á refrescar estas bebidas sirviéndose de refrigeradores ó valiéndose de otros medios que variados los hay para introducir en el organismo bebidas frescas, sin necesidad de emplear el hielo directamente.

Los efectos del calor

Sabido es que con el cambio de estación, sobrevienen pequeñas epidemias de enfermedades más ó menos contagiosas. El Consejo Superior de Salubridad ha dictado oportunamente muy sabias medidas para la sofocación de cualquiera enfermedad de carácter epidémico, pero no obstante eso, hay familias descuidadas que no observan con exactitud las disposiciones sanitarias, por lo que nos creemos en el deber de hacer una recomendación especial.

Los habitantes de la Capital, mirando por su propia salud y conservación, deben denunciar inmediatamente de producido, todo caso de enfermedad que revele caracteres infecciosos, de modo que el Consejo Superior de Salubridad pueda disponer todo lo necesario para evitar un posible contagio, no sólo en las personas vecinas á la casa donde ocurrió el caso, sino también en las personas que en la misma casa habiten, y todo ello en virtud de los medios de desinfección, muy perfeccionados, con que actualmente cuenta la administración sanitaria de la Capital.

CAL

*Se publicó de 1882 a 1883 y de 1897 a 1914