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Ser desaforado le daba una dimensión relevante, señala el experto Miguel Cervantes

Inauguran muestra de Gironella para recordar al pintor a 10 años de su muerte

Exhiben en Valle de Bravo una selección de 20 cuadros del artista creados a partir de 1961

Foto
Alberto GironellaFoto Rogelio Cuéllar/ La Jornada
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de marzo de 2009, p. 4

La exposición Homenaje a Alberto Gironella, para conmemorar el décimo aniversario luctuoso del pintor fallecido el 2 de agosto de 1999, forma parte de las actividades del Décimo Tercer Festival Internacional de Música y Ecología Pro Valle de Bravo, que ayer comenzó y concluirá el 31 de marzo.

Con la curaduría de Miguel Cervantes, la muestra fue inaugurada ayer en el Centro Cultural Joaquín Arcadio Pagaza, de esa localidad mexiquense.

Gironella vivió los últimos 27 años de su vida en Valle de Bravo, y dispuso en su testamento la creación de un fideicomiso con carácter de fundación para salvaguardar su obra y dejar su casa como museo, biblioteca, archivo y lugar de promoción cultural en el estado de México.

Sin embargo, no ha sido posible crear el fideicomiso ni convertir la casa en museo. La biblioteca se trasladó a la ciudad de México y se instaló en El Aire, Centro de Arte, que mantienen los artistas Carmen Parra y Emiliano Gironella Parra.

Ambigüedad del artista

La exposición incluye una selección de 20 pinturas de Gironella creadas a partir de 1961, provenientes de diversas colecciones, así como su máscara mortuoria. Se trató de cubrir todo el universo de la imaginación de Alberto, expresa Miguel Cervantes.

“Hay cuadros muy buenos del periodo de las Meninas, de sus homenajes a André Breton, de los grandes personajes que captaron su imaginación, como Nietzsche, Buñuel y Lowry. Está el Alberto que homenajea a Zapata, el Alberto obsesionado por Velázquez, el Alberto español, hay un retrato de Valle-Inclán.

Esa ambigua admiración y rencor que era Alberto, esa contradicción, de violencia y devoción. Era, por un lado, un devoto de Velázquez, pero también era capaz de la máxima falta de respeto. Esa ambigüedad suya con todos sus héroes.

–¿Trató a Alberto Gironella?

–Sí. Lo conocí por 1961. En los años 60 exhibía con la galería Juan Martín, donde presentó su primera exposición de las Meninas, que se llamó Cámara obscura, para la que Salvador Elizondo escribió un texto. Era ese personaje contradictorio, violento, simpático y antipático, siempre como de dos o más caras.

“Pero su falta de respeto, su agresividad –prosigue Miguel Cervantes–, era precisamente gran parte del atractivo de su imaginación. Luego, por otro lado, su proximidad al surrealismo, a las actitudes rebeldes. Es decir, Alberto es una gran rebelión permanente.

–¿Se ubica dentro del surrealismo de alguna manera?

–En cierto momento sí simpatiza, pero como con todo, no podía ser ortodoxo ni devoto de algo permanente. Entonces, en un momento dado, al vivir en España se acercó mucho a Breton, al final de la vida de éste.

Breton, inclusive, lo considera parte del surrealismo, pero inmediatamente esto le sirve a Alberto Gironella para decir no a ese movimiento.

No se le ha revalorado

–¿Cómo figura Gironella en el panorama nacional del arte de la segunda mitad del siglo XX?

–Siento que a Alberto, como a muchos de los artistas mexicanos, no se les ha revalorado. No se ha hecho una gran exposición desde la que montó Televisa en los inicios del museo Tamayo. Luego Mercedes Iturbe hizo una gran muestra en el Museo del Palacio de Bellas Artes, pero Alberto de alguna manera siempre ha gozado de un lugar marginal.

–¿Debido a su personalidad conflictiva?

–Sí, exactamente. Siento que realmente ese conflicto fue muy bien para el momento que vivió, esa herencia incómoda de Alberto. Y que sigue incomodando, porque los objetos de pronto son muy brutales, porque hay una falta de respeto total. De pronto hay una mala hechura muy a propósito. Y de pronto hay, claro, como siempre, intuiciones finísimas del pintor.

Su última pasión fue Madonna, entonces de pronto los homenajes desenfrenados. Lo que le daba una dimensión importante era ser desaforado.

Por su lado, Gironella Parra, hijo del homenajeado, expresa que en estos 10 años no hemos aflojado el paso. Esta exposición es de los últimos esfuerzos que se hace para concretar el museo, para ver si se revalora por medio del gobierno del estado. Si no, ahora sí se perderá lo que se planeaba hacer de donación.

–¿Existe la posibilidad de que se venda la casa?

–Sí, si este año no pasa nada, a otra cosa mariposa. Lo estamos haciendo con todo cariño. Vamos a seguir haciendo cosas. Voy a dar en comodato todas las piezas en torno a Malcolm Lowry (12 cajas y un altar) al Jardín Borda, en Cuernavaca. El chiste es que las personas vean su obra.

En octubre próximo, el Museo Nacional de Arte montará una exposición a la manera de una reflexión sobre las Meninas, con obra de Alberto Gironella.