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TOROS

Exitosa presentación del rejoneador Gastón Santos con un alegre novillo de Montecristo

Humberto Flores dio cátedra de pundonor ante dos mansos del hierro de Los Ébanos

Con un puyazo en todo lo alto, se despidió de la fiesta el picador Delfino Campos

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El rejoneador potosino Gastón Santos se llevó un apéndice durante la vigesimoprimera y penúltima corrida de la temporada en la Plaza MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de marzo de 2009, p. a42

En la penúltima función de lo que empezó como temporada me-xi-ca-ní-si-ma, y luego tuvo tardes de esplendor internacional, para regresar ayer a las limitaciones de siempre, Humberto Flores reiteró con creces lo buen torero que es, en esta ocasión ante dos mansos del hierro de Los Ébanos, fundado por Manolo Martínez, que estuvieron a punto de pegarle sendas cornadas y que se fueron al destazadero en medio del repudio general.

El rejoneador Gastón Santos llevó a cabo una faena precisa y correcta a un alegre novillo de Montecristo, que el juez Eduardo Delgado premió con una oreja, pese a que la petición popular muy lejos estaba de ser mayoritaria y, como ya es costumbre, en cuanto el alguacilillo se la entregó al jinete, sobrevino el abucheo.

Que no fue tan ruidoso como el del domingo pasado –cuando la México registró la máxima entrada del serial– porque ayer no acudieron más de 5 mil personas. Toda la expectación que había por ver a Arturo Macías, Joselito Adame y José Mauricio juntos en Mixcoac se esfumó a principios de la semana, cuando los dos aguascalentenses recharazon la ridícula oferta económica del empresario Rafael Herrerías.

Este, por tanto, se quedó con José Mauricio, convocó a Flores y Santos, y cerró la tercia con el imberbe michoacano Pepe López, que rebosa valor y entusiasmo pero no le dice nada a nadie. Y en un arrebato de lirismo, bautizó a los toros con insultos o apodos –Pollo, Ardido, Traicionero, Alfredito, Criado, No Doy Una y Mentiritas–, en honor de sus ex socios, con los cuales, como salta a la vista, no acabó nada bien.

En Mérida, Yucatán, al mismo tiempo, se efectuó una corrida también mixta, con Pablo Hermoso de Mendoza, El Conde y Federico Pizarro que, al decir de los aficionados que la vieron y reseñaron en exclusiva para este diario, confirmó que la plaza Monumental de aquella ciudad es la más seria y exigente del país, toda vez que luego de cuajar una faena similar a la que hace ocho días en la México le valió dos orejas y un rabo, el caballista vasco fue premiado con un solo apéndice, mientras por la lidia a su primer enemigo fue invitado cortésmente a saludar al tercio.

Los que llevan las estadísticas afirman que Hermoso no corta un rabo en Mérida desde 2003, por la sencilla razón de que allá no los regalan como en la México, escenario donde ayer, vestido de negro y oro, y recuperado del cornadón que sufrió a principios de la me-xica-ní-si-ma, Humberto Flores hizo lo mejor de la tarde al muletear a Criado, segundo de su lote, un negro bragado y bizco, de 497 kilos, que llegó al tercer tercio rajadísimo.

Resuelto, no obstante, a cuajarlo y triunfar, el jalisciense se las ingenió para cortarle el viaje y evitar que se le escapara al término de cada derechazo, para pegarle el siguiente, tocándolo de pitón a pitón a medida que lo obligaba a girar en torno de su cuerpo, hasta ligar una tanda que ahí queda. El resto fue tragar leña y sufrir un derrote, que le partió la taleguilla como un navajazo, por suerte, sin herirlo, tal como le había ocurrido al tratar de fijar en la muleta a su primer enemigo, que desarrolló sentido y genio y le asestó un puntazo en el muslo izquierdo.

Mientras José Mauricio se mostraba fuera de sitio y Pepe López carente de ideas, los banderilleros Christian Sánchez y Raúl Bacelis levantaron a la gente de sus asientos, al clavar de poder a poder, y algunos lloraron cuando el anciano picador Delfino Campos se despidió de la fiesta después de poner un puyazo en todo lo alto, que lo cubrió de elogios.