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Feria del libro de minería

La autora, presente en el encuentro de Minería

Mónica Lavín reincide en el relato corto con más libertad y atrevimiento
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de marzo de 2009, p. a14

En la carrera literaria de Mónica Lavín existe un empate: ocho libros de cuentos y ocho novelas.

Pero “si me dijeran ‘escribes cuento o escribes novela’, sin duda escribiría cuento”.

Y justamente ahora publica su más reciente libro de narraciones breves, La corredora de Cuemanco y el aficionado a Schubert (Punto de Lectura).

En este volumen, explica, “siento más libertad y atrevimiento en la escritura. El cuento es muy canónico y no se le puede romper mucho; pero dentro de lo estricto que es –que sólo se cuenta una cosa, tiene que tener un clímax– existe la posibilidad de jugar, y ése es el reto que me gusta.

Quiero ensayar y buscar cosas, ser lo más libre posible. Ya estoy pensando en juegos con el tiempo, las formas, en gozarlo muchísimo. Ya no me es fácil lanzarme a escribir cuentos como siempre los he hecho. Quiero correr otros riesgos.

Esos riesgos indudablemente atañen a los personajes, pero también se decantan más hacia las atmósferas en lugar de las anécdotas. “A mí –dice en entrevista– me gusta a la manera de Chéjov. Las atmósferas son lo que me subyuga y siento que son las que llevan la rienda. Me va gustando también la sencillez, que no pasen grandes cosas aparentemente. No tienen que ocurrir cosas estridentes, terribles, para que los personajes vean la vida y haya una lectura de vida.”

Lo que ahora hacen los personajes, desde luego en complicidad conmigo, es esa lectura de vida: tienen oportunidad de hacerla en esa anécdota o asunto que les toca vivir y yo con ellos, dijo Mónica Lavín, quien antes de dedicarse a escribir, o casi al mismo tiempo, estudió biología, carrera que hizo a un lado justo cuando le tocaba especializarse y ya con una beca para cursar una maestría.

Me siento más segura en el cuento porque me gusta la concisión. El cuento es como un Alka-Seltzer: compacto, pero después lo echas a un vaso con agua y burbujea. Es un género de silencios, porque calla más de lo que dice.

Los escritores, añade, vamos a seguir con el cuento aunque pase casi lo mismo que con la poesía, porque son pocos los editores que apuestan por él. La razón es sencilla: no escribes un cuento para tener éxito de mercado, sino porque no puedes dejar de mirar. No sabes siquiera en cuánto tiempo vas a armar un libro de cuentos, pero con que haya un lector cómplice es más que suficiente. Ahí andan; entras a Internet y ves que uno de tus cuentos fue publicado. A lo mejor Internet es ahora el espacio del cuento.

La corredora de Cuemanco... se presentó hace unos días en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM).