Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de febrero de 2009 Num: 729

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El día que conocí a papá
E. M. MURCIA

Espejo de contrastes: el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera
INGRID SUCKAER

Otro Bolívar para la nueva república
HAROLD ALVARADO TENORIO

Un museo para corazones solitarios
FERRUCCIO ASTA

Para cambiar al mundo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con PATRIZIA CAVALLI

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Para cambiar al mundo

Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Patrizia Cavalli


Foto: cortesía de flickr.com

Yo casi siempre duermo (Dirección de Literatura, UNAM) es la primera antología de Patrizia Cavalli (1947, Todi, Italia) publicada en español. La selección, traducción y el prólogo son de Fabio Morábito, quien afirma que su poesía “hecha de momentos de entrañable ternura pero también de amargas comprobaciones, oscila entre dos impulsos contrarios: la exaltación y la ironía, el embrujo momentáneo y la huida reparadora”. Considerada una de las poetas más relevantes de la postguerra en Italia, Cavalli es autora de Mis poemas no cambiarán al mundo (1974) y Perezosos dioses, perezosa suerte (2006), entre otros libros. La autora participó en la xxii Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

– En uno de sus poemas se refiere a su extraña habilidad de abrir cualquier puerta o cajón de los que se hubiera perdido la llave, ¿por qué?

– Es sobre la capacidad de abrir puertas en un sentido metafórico, abrir la puerta que permite acercarse a una persona. Este poema es sobre el conocimiento y el uso que le doy a las palabras que representan una suerte de llaves que sirven para alcanzar un objeto: el del conocimiento y el del amor. Cuando una escribe, se puede producir magia con las palabras, en el sentido de que es posible crear una realidad. Escribir poesía es así un acto de fe: se cree en el poder del lenguaje.

– ¿Reconoce un tema central en su obra?

– Yo no creo en los temas ni en dar una explicación sobre mi propia obra. ¿Cuál es el propósito de escribir poemas si una debe dar explicaciones sobre su poesía?

– ¿Qué piensa sobre la primera antología en español de su obra poética? El dibujo de una pequeña almohada separa a cada poema.

– El dibujo es divertido pero no me gustaría que me asociaran siempre a una persona que se la pasa durmiendo sobre una almohada.

– ¿Su poesía refleja el gusto por la vida cotidiana?

– Tal vez habría una dulzura en la repetición y en la costumbre si éstas existiesen realmente. Las pocas veces que he logrado tenerlas me he sentido en el éxtasis. Con todo, lo cotidiano del que tanto se habla, es una rareza, se me esconde, no se decide a cumplir su deber, finge existir. En las cosas más simples, como el desayuno por la mañana o ponerse un par de zapatos, lo cotidiano siempre se desliza hacia la calle. No hay nada en él que no intente hacerse notar: las puertas crujen en cada momento, las tazas se rompen como suicidas, el café se estremece agitado en la cafetera, las nubes nunca permanecen quietas, y yo y mi poesía no podemos hacer nada más que notarlo. En este sentido, es muy comprometedor.

¿Por qué titula uno de sus libros Mi poesía no cambiará al mundo?

– Es el título de mi primera antología y se lo debo a Elsa Morante. Era el '74, cuando escribir poesía se consideraba una actividad inútil y algo ridícula, a menos de que no hubiera de por medio un interés político-social. Era un título provocativo, pero al mismo tiempo decía la verdad, era como decir: sé que mi poesía no logrará cambiar al mundo, pero de todos modos la escribo. Después de tantos años puedo decir lo mismo, y añado que, además de no cambiar al mundo, tampoco tiene la intención. No hay poesía que pueda hacerlo, ninguna novela o ensayo filosófico, porque nadie puede decir qué cosa es el mundo: el mundo cambia de acuerdo con sus propias leyes que nadie puede prever o controlar, va a donde debe ir, a causa de la inercia o de la catástrofe, y la poesía no puede hacer nada; con todo, puede liberar a algunos de sus habitantes del mal de las ideas y devolverlos de nuevo a la realidad de lo sensible, a la integridad de sus propias cualidades.

– ¿Cuál es su palabra preferida?

– Mi lengua es la que tengo, no la salgo a buscar, es ella la que viene a mí; en este sentido no es literaria ni libresca. Todas las palabras me parecen bellas cuando son apropiadas y necesarias; experimento sólo repugnancia por los automatismos lingüísticos comunes en la televisión y en los periódicos, que deforman y gastan cada una de las cualidades significantes de la lengua. Pienso que un poeta puede acoger bien a las palabras abusadas, ya sea salvándolas de la insignificancia, o bien a las palabras muertas haciéndolas resucitar.

– ¿Cree que haya silencio en su poesía?

– No lo creo. Pienso que es lacónica, no lo explica todo, sino que interrumpe lo que dice.

– Su poesía es transparente, libre de censuras.

– Me interesa expresar lo femenino. Cuando expreso en mi poesía mis sentimientos amorosos hacia una mujer, no significa que tenga algo que esconder o declarar. Mi intención no es mostrar nada. El sentimiento está allí, solamente. Nunca he pertenecido a un movimiento feminista.

– ¿Cómo cree que la crisis económica afectará a la cultura?

– Las personas necesitan dinero, pero la cultura: ¿lo necesita? Creo que esta crisis económica podría representar un bien, al menos para Italia. Menos dinero, menos vulgaridad. Y también menos festivales de poesía. En Italia existen tal cantidad de festivales literarios –no hay ciudad, región o pueblo que no tenga el suyo– que parecería que los italianos aman a la literatura sobre cualquier otra cosa. Esto no es verdad, de ninguna manera. Quienes frecuentan el festival, si no son ya lectores, ciertamente no se transforman en ellos. Así, creyendo haber escuchado y visto todo (han visto al autor en carne y hueso), su tarea se acaba allí. La verdad es que este tipo de festivales sirven casi exclusivamente a los organizadores, uno de los muchos clientes a quienes se dona generosamente el dinero público. El resultado de toda esta promoción cultural es una gran confusión, porque sólo provoca un ruido que desvía la atención y disuade de la lectura o de cualquier otra actividad mental auténtica, produciendo una miseria peor que la monetaria.

– Fabio Morábito le hizo una entrevista en Italia, salió a comprar cigarros y, cuando regresó, usted le dijo que se había dormido durante diez minutos…

– ¡Ah, sí! Esta capacidad para dormir y para soñar…Ahora menos que antes.