Usted está aquí: sábado 14 de febrero de 2009 Cultura La voz del escritor Julio Cortázar acabó con el silencio en un homenaje a 25 años de fallecido

■ El público leyó fragmentos de Rayuela y otras obras del gran cronopio, en Donceles 66

La voz del escritor Julio Cortázar acabó con el silencio en un homenaje a 25 años de fallecido

Fabiola Palapa Quijas

Con la lectura de fragmentos de Rayuela, Casa Tomada, Historias de cronopios y de famas y Prosa del observatorio, así como una exposición fotográfica y la proyección de un video, el espacio cultural Donceles 66 rindió emotivo homenaje al escritor argentino Julio Cortázar, al cumplirse este jueves 25 años de su muerte.

Eran las seis de la tarde y los jóvenes comenzaron a llegar al recinto ubicado en la antigua sede de la Academia Mexicana de la Lengua, donde se montó una muestra fotográfica alusiva al escritor.

Ahí estaba su rostro en blanco y negro, fotos del cronopio mayor tenía dos años de edad, en su juventud, con y sin barba; también su imagen favorita donde aparece con un cigarro entre los labios.

En las fotografías resalta el Cortázar joven de cabellos abundantes que vestía con el desenfado de un muchacho.

Además de las imágenes se colocaron algunos textos de Rayuela y El perseguidor, así como las expresiones: “Desabotónese el cerebro tantas veces como la bragueta” y “Estamos tranquilos: 2 más 2 ya no son 4”.

El inmueble se llenó de cortazarianos de 20, 30, 40 y 50 años de edad. Cuatro generaciones que han descubierto a Cortázar mediante la lectura de sus obras.

Durante el homenaje titulado Historias de Julios y Cronopios –organizado por Francisco Vargas, director del recinto cultural– se acercó a nuevos lectores a una de las obras más originales de la narrativa iberoamericana e invitó al público a leer un fragmento de Rayuela.

Música y documental

Se hizo un silencio. Los asistentes se miraban unos a otros, tratando de animarse entre sí para participar en la lectura.

Luego de unos segundos se levantó José Rivera, para leer el capítulo siete de Rayuela: “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano.” Su pareja, que lo observaba desde su asiento, murmuraba también el texto.

Después Adriana, una joven que llevó algunas hojas con un texto de Cortázar, leyó un fragmento del libro Salvo el crepúsculo; siguió Laura con la lectura de Instrucciones para llorar, después tocó el turno a otro joven que regresó a Rayuela.

Así fue como la voz de Cortázar acabó con el silencio, mientras el público afinó los sentidos para que todo su cuerpo escuchara las obras del escritor de padres argentinos, quien nació en Bruselas en agosto de 1914 y murió en París en febrero de 1984.

El agregado cultural de Argentina en México, Gustavo Suoto, compartió con los asistentes algunos aspectos de la infancia de Cortázar en Banfield, con el apoyo de imágenes que se proyectaron en dos pantallas.

Posteriormente, un grupo de actores escenificó parte de Instrucciones para subir una escalera y Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.

La velada finalizó con un poco de música y un documental sobre la vida de Julio Cortázar, enormísimo cronopio.

 
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