13 de febrero de 2009     Número 17

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Entrevista con Alberto Cárdenas, secretario de Agricultura


Alberto Cárdenas Jiménez
FOTO: Carlos Cisneros / La Jornada

En el Acuerdo Nacional
el campo debe poner más que pedir

  • Empleo y más productividad, pese a la crisis

Lourdes Edith Rudiño

Para el titular de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), Alberto Cárdenas Jiménez, el Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo, anunciado por el presidente Felipe Calderón el siete de enero, es un instrumento que sirve no para esperar apoyos del Estado, sino para que los sectores productivos expresen cómo van a contribuir. “No es tanto qué me toca a mí, sino qué le pongo a México”.

Eso es lo que comenta el funcionario ante la pregunta de por qué este acuerdo ignoró al campo, pero también dice: “no hay tal omisión. El acuerdo habla de los tres mil millones de pesos con que estamos subsidiando al diesel pesquero y agrícola” y además “acá en el campo traemos más subsidios que nunca: vamos a entregar (desde la Sagarpa ) más de 60 mil millones de pesos como gobierno federal a todos los productores de alimentos con Procampo, apoyos a la comercialización, recursos energéticos, ingreso objetivo; vamos a apoyar la compra de activos, la investigación, la sanidad, la comercialización... Un abanico que pocos países del mundo tienen para sus agricultores”.

-Sin embargo -–se le comenta– hay evaluaciones que indican que los presupuestos no tienen impacto en la productividad, en una mejor condición de vida de los campesinos, como es el documento recientemente publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que concluye que el “Programa para apoyar factores estructurales” (relativo a apoyos a la comercialización, mercados, coberturas de precios, y que implica 18 por ciento del presupuesto de la Sagarpa ) no tiene efectos claros.

-Difiero de ese estudio. En estos tiempos de crisis que nos tocó vivir, con un alza del maíz que nos agarró arrancando el gobierno, y luego una caída que vemos ahora, el efecto de ese programa estos dos años es que los precios de la tortilla, las carnes, la leche y el huevo, no se nos fueron a las nubes; sirvió también para contener la inflación. Al menos 12-13 millones de toneladas fueron protegidos por coberturas, donde pagamos entre 30 y 40 dólares por tonelada al productor y otros 30-40 al comprador. Sirvió también para evitar que este primer año del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) totalmente desgravado nos hayan inundado granos de Estados Unidos como se preveía.

Más productividad. Cárdenas Jiménez considera que, en efecto, hasta antes de iniciar el siglo XXI, hasta antes de la llegada del PAN a la Presidencia de la República y del arribo de la democracia a México, el enfoque de las políticas del campo fue electoral y político y de allí los resultados de estancamiento productivo en granos, carne, leche. “En este siglo nos toca llegar a otro equipo. No digo que hayamos hecho las cosas de manera excelente, no nos merecemos ni un diez ni un nueve, pero sí se ha dado un giro al campo, pues hay una nueva ley que habla de sustentabilidad; un nuevo esquema que termina con el financiamiento obsoleto y rancio que traía Banrural y se crea una Financiera Rural que va trabajando mejor, con crédito más limpio y recuperable; el apoyo a la comercialización se da de manera más intensa en los ocho años recientes, antes no había apoyos a energéticos para barcos y tractores, ni para equipos del campo. En estos ocho años se han construido nuevos programas, nuevos ajustes y vemos cómo la productividad se empieza a mover. En el sexenio de Calderón todos los programas los hemos reconvertido, los hemos forzado a que nos muevan más pronto la aguja (de la productividad).


Excluir al agro del TLCAN ha sido la demanda tradicional de las marchas campesinas del cierre de enero, pero este año los confl ictos coyunturales, como la carestía del diesel y la electricidad, fueron elemento central. FOTO: Carlos Cisneros / La Jornada

Al replicársele que tal mejoría de productividad no se observa en las estadísticas, Cárdenas acepta: “tampoco aquí hay milagros, De la noche a la mañana no pueden darse las cosas. Hay aspectos de tradición, cultura, costumbre, métodos”, pero destaca que el tercer trimestre de 2008 el sector agropecuario creció 4.9 por ciento, más que cualquier otro sector, y que hay datos oficiales que sí demuestran avances, como el hecho de que Chiapas, dice, elevó su productividad agrícola en los dos años recientes, gracias entre otras cosas a que cada vez el estado cuenta con más maquinaria –“el año pasado trajo mil tractores, ahora mil 200, es un estado que antes tenía 200 o 300”—y que los presupuestos públicos están apoyando más al sureste. “¿Usted pensaría que a Chiapas le daríamos más subsidio que a Sonora, Sinaloa o Tamaulipas?, pues así es”. Cárdenas afirma que “uno de los mayores cambios” impulsados por Calderón es que el apoyo al campo se oriente más a los productores pequeños.

-¿Cuál será la condición del campo mexicano en esta crisis económica mundial?

-En otros sectores se habla de miles de desempleados, de fábricas que cerraron la cortina. Acá nuestra fábrica son las hectáreas, los corrales de engorda, los barcos, las lanchas, y hasta ahora no tengo reporte de que se esté dejando de sembrar. A pesar de la crisis, en el campo la gente sigue tirada para adelante. Se dice que hay menos consumo, que menos demanda, que el mercado mundial... la gente en el campo en México no está abandonando el surco, ni se está bajando de la lanchas, estuvo el conflicto camaronero, pero pongámoslo en su justa dimensión, de 1.5 millones de toneladas de pesca, lo que ellos capturan son 26 mil, no menosprecio, no reduzco pero no está en crisis toda la pesquería del país.

Alimentos accesibles. Según el funcionario, el mayor y mejor papel que el sector rural jugará en la crisis es “asegurar que haya alimentos frescos y a precios accesibles durante todo el año. Que no paremos de producir”, que se eleve la productividad para llegar con precios justos al consumidor y tener buenos precios para el productor.

“Con los números que tenemos, pensamos que los precios deberán tener una tendencia a mantenerse estables, incluso varios de ellos irán más a la baja que al alza. Lo digo así porque viene una mayor producción y productividad en el país. Espero que el temporal nos ayude como en los dos años pasados y para el ciclo otoño/invierno, que está ya sembrado, contamos con presas repletas de agua; habrá riegos extraordinarios y tendremos granos de invierno como nunca en la historia del país. Espero que mantengamos todo el año 250 millones de jornales, los empleos que da el campo directa e indirectamente, y que sigamos moviendo a la economía.

“Que el sector siga creciendo arriba del cuatro por ciento es mucho (...) Habrá muchos que digan que no se puede y por qué no y cómo no, pero mi función aquí es que sí se puede, que vamos a producir más, a elevar la productividad, a alimentar a la gente, que le van a quedar más pesos al productor (...) nadie me va a doblar”.

-Algo que se observa es que en la crisis económica quienes ganan son las trasnacionales; al consumidor le llegan los alimentos caros y al productor precios bajos.

-Aquí y en China, ésa es la historia de la relación del campo con el sector industrial y de servicios. Es una lucha histórica quizá desde el origen mismo de la humanidad, y el productor primario no ha ganado la batalla en todos los países.

Cooperativismo. Así responde el funcionario pero confía en que los programas que promueven la organización como el Programa de Apoyo al Maíz y Frijol (Promaf) induzcan una cultura nueva -–con miras a llegar al cooperativismo al estilo europeo— en que los agricultores fortalezcan su posición en esta relación de la cadena productiva. Con el Promaf, dice, “hemos creado casi cuatro mil 500 grupos” de campesinos y esto hace una diferencia, pues antes los subsidios vía fertilizantes o semilla o tractores se entregaban al productor de forma individualizada y ahora ya se hacen a grupos de productores, lo cual permitirá una mayor eficiencia de los recursos.

Por último, el secretario considera que el asunto de diesel –la demanda de que se eleven los subsidios no va a poder ser, pues en los momentos actuales de crisis sería peligroso establecer desbalances entre ingresos y egresos del Estado. Pero, asegura, “no veo riesgo de estallido social, el diesel en México sigue siendo de los más baratos del mundo”. En Estados Unidos está en 7.50-7.60 dólares por litro, mientras que en México está en 7.30, pero baja a 5.2-5.4 gracias al subsidio existente.

No obstante, el secretario reconoce diferencias estructurales entre la agricultura de ambos países, en particular en las subvenciones. “En el campo, Estados Unidos tiene subsidios diez veces más que nosotros, y los europeos 20 veces más. Los subsidios al agro se justifican en el mundo porque es una actividad de mucho riesgo.”