Usted está aquí: miércoles 11 de febrero de 2009 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ PRD: rebatiña por los puestos de elección

■ Aspirantes sin idea de gobierno

El próximo fin de semana el PRD, en su versión nacional, habrá de realizar su congreso, donde la rebatiña por quienes deberán contender por los puestos de elección popular será, sin la menor duda, el tema.

Cosa curiosa, como hace rato, no mucho, ese partido olvidó su carácter de entidad política, también olvidó construir la plataforma que le dé sentido ideológico a la lucha electoral, como se había acostumbrado, por decirlo de alguna manera.

Era muy difícil suponer que la dirigencia actual reorientara la línea ideológica del Partido de la Revolución Democrática hacia donde tiene puesta la mira. Pisar los terrenos de la izquierda a la española, dejarse caer en los brazos de la socialdemocracia, de la que Bobbio asegura: “no quiere de manera activa y prioritaria la supervivencia del sistema, sino perpetuarse en el sistema”, sería tanto como iniciar una discusión que arriesgara demasiado su postura, y que seguramente no tendría un buen final.

Así, lo mejor es transitar en silencio hacia las metas programadas a golpe de praxis y al margen de lo que llaman prejuicios ideológicos que no llevan a ningún lado. Sólo así se puede explicar la indefinición de rumbo que hasta ahora mantiene la cúpula de ese organismo.

En ese sentido queda claro que quienes pretenden ir a la elección de mitad del año no expliciten sus compromisos con la población, y menos aún tengan un proyecto que deje en claro qué tipo de gobierno se proponen hacer.

Hijos del dedazo, en buena parte, los candidatos a las delegaciones, a la Asamblea Legislativa o a la Cámara de Diputados no tienen ni la menor idea de qué se debe hacer con el poder que aspiran ejercer.

No hemos escuchado que alguno de ellos ponga por delante sus ideas de gobierno, y es que si en las más altas esferas perredistas se carece de orientación, la tarea de quienes quieren llegar al poder significa nada más otra chamba, y obedecen sólo a los intereses de sus jefes de tribu, como ya hemos explicado en este espacio.

Los ejemplos abundan, desde la señora Ana Guevara, hasta el títere de René Bejarano, José Luis Muñoz Soria –quien busca imponer a uno de sus empleados, Agustín Torres– saben que podrán tener el cargo, pero no sabrán que hacer con él.

El lunes por la noche las tribus llegaron a un acuerdo mediante el cual cada quien podrá guardar los espacios que tiene, o casi. Se le llama en el argot perredista la estrategia del quitapón, y como ya lo habíamos adelantado en este espacio, es el mejor disfraz para saldar, con el dedazo, las disputas que podría acarrear una elección abierta.

Nos referimos desde luego a la posibilidad, muy cercana, de que se anule la elección y sólo subsista el acuerdo espurio. Allá ellos.

De pasadita

Ahora resulta que para quedar impune de cualquier cosa chueca que haga quien la haga, nada más se necesita decir que quien lo hizo fue un enemigo de Andrés Manuel López Obrador, y así, como con un tronido de dedos, ganará la indulgencia y el perdón de las voces que niegan al ex jefe de Gobierno del Distrito Federal su trascendencia en la vida política del país.

El caso es el de la señora Pérez Zermeño, que funge como comisionada del InfoDF y finge apellidarse Pérez-Jaén. El cambio de nombre lo hizo ante un notario público, cosa que hasta donde nos indican no es suficiente para legalmente cambiar de nombre. Lo mejor del asunto es enterarse de que quien le hizo el favor de poner en el supuesto legal el nuevo nombre, fue nada menos que Ignacio Morales Lechuga, mentor, padre putativo de Carlos Ahumada Kurtz. ¡Cuas!

 
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